62º Festival de San Sebastián (Día 3)

Autómata
Autómata

62º Festival de San Sebastián (Día 3)

62º Festival de San Sebastián (Día 3): Hoy los protagonistas han sido un dramón nórdico de Bille August y una apuesta más de la ciencia ficción «española»: «Autómata»

Bille August navega muy lejos de Carl Theodor

Premiere mundial de la última película del danés Bille August: Silent heart. Este director que birló el Oscar de mala manera a Mujeres al borde de un ataque de nervios en 1988 con Pelle, el conquistador, tiene una carrera bastante irregular. Hay que reconocerle dos grandes películas: Los miserables (la buena, la de Neeson y Thurman) y Las mejores intenciones (Palma de Oro en Cannes en 1992). Silent Heart es una película de actores. Una historia muy sencilla en torno a una familia que se reúne después de muchos años en una casa idílica en el campo. Hay drama y humor en un tono contenido con mucho talento.

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Silent heart
Silent heart

Todo está bien escrito e interpretado, pero mosquea la simpatía sin apenas contrapuntos ni matices de la eutanasia y el consumo de drogas entre adolescentes. La película causó conmoción en el público y he de reconocer que entiendo el hechizo. Pero hay más trampa y adoctrinamiento del que parece. El certificado de la lógica desesperanza del existencialista es rotundo. Personalmente siempre me quedaré con alguien que utiliza el arte para mostrar la belleza o la bondad. Esos directores que hacen que a uno le entren ganas de volver al mundo real cuando acaba la película. Como Dreyer, por ejemplo.

«Autómata»: Ni mucho ni tan poco

Cuando acabó el pase de prensa de Autómata hubo pocos aplausos. La película de Gabe Ibañez (Hierro) es alienígena de principio a fin. Su rareza tiene mucho del Blade Runner de Ridley Scott en la atmósfera de lluvia ácida, grises y plástico. Junto con la reciente Eva de Kike Maíllo es una muestra de que la ciencia-ficción cada vez se nos da mejor.

Hay escenas muy logradas, diálogos ingeniosos, creatividad en muchos giros. Pero la película le sobra metraje, especialmente en el último tercio que se hace algo lento y redundante. Podría simplificar con el tópico de que es un guión que tenía muchas posibilidades y se quedó a mitad de camino. Pero no. Es una peli imperfecta, que no le falta valentía y arte en muchos momentos. Y eso, yo por lo menos, lo aplaudo.

62º Festival de San Sebastián (Crónica del primer día).

62º Festival de San Sebastián (Crónica del segundo día).

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