Verbo, de Eduardo Chapero-Jackson
Verbo, de Eduardo Chapero-Jackson

Eduardo Chapero-Jackson, director y guionista de Verbo

«Me enfada la tendencia a subestimar al espectador, sobre todo a los jóvenes»

Es madrileño, tiene 39 años. Su padre es español y su madre americana. Estudió Bellas Artes en Nue­va York y de ahí dio el salto al cine. Trabajó como ayudante de dirección con Alejandro Amenábar. Sus tres cortos –Alumbramiento, Contracuerpo y The end– impactaron a la crítica por su densidad narrativa y su rotundo estilo visual. Por Alumbramiento ganó además el León de Oro al mejor corto en el Festival de Venecia. Ahora estrena Verbo, la película española más origi­nal y arriesgada de la temporada. Una sugerente relectura del Quijote que mezcla adolescencia, hip-hop, filosofía y misterio.

En la película se habla del bien, de la ver­dad, de la belleza… ¿Quería hablar en tér­minos tan filosóficos?

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Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Sí, por supues­to. El reto de la película era precisamen­te hablar de unos términos metafísicos pe­ro de forma que lleguen a los adolescentes. Me enfada la tendencia a subestimar al es­pectador y, sobre todo, al espectador joven. Hay películas de entretenimiento estupendas pero se tiende a aceptar un bajo co­mún denominador y creo que hay gente que está buscando otras cosas y me apetecía hablar de temas importantes, pero con un tono de película de aventuras. Por otra par­te, hay grandes películas sobre la adoles­cencia pero que están hechas en un lengua­je muy ortodoxo, de cine de arte y ensa­yo, que lo vemos los cinéfilos y no llegan nun­ca a los chavales.

Hay un momento que la protagonista gri­ta “Devolvednos la belleza”. ¿Por qué?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Es la belleza en el sentido más pro­fundo: el paraíso que podría ser la Tierra y que nos estamos cargando. La protagonis­ta ha crecido en un extrarradio monstruoso cons­truido por especulación y que no ha te­nido en cuenta otros motivos más humanís­ticos a la hora de crear espacios. Ella no co­noce otra cosa hasta que visita el centro de la ciudad y descubre otro tipo de entorno, de modo de edificar que le llena mucho más. Los sitios donde vivimos tienen mucha influencia en nosotros.

Eduardo Chapero-Jackson, director y guionista de Verbo
Eduardo Chapero-Jackson, director y guionista de Verbo

Ese grito -devolvednos la belleza- es además una protesta contra la inercia general de aceptar cosas que se van cargando nuestro entorno. No me refiero sólo a la arquitec­tura sino a la belleza humanística, la que tiene que ver con la educación y con los anhelos más profundos del hombre. La be­lleza es algo que te hace feliz y que hace bien a la persona. Y es algo que estamos per­diendo.

El Quijote es el gran protagonista de su película…

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Sí, en el fondo Verbo es la historia de una “Quijota” del extrarradio que, igual que el personaje de Miguel de Cer­van­tes, se siente vacía. La protagonista de la película tarda en entender que su historia es, en cierto modo, la del Quijote. Está es­tudiando esta obra en clase, pero tarda en conectar con la novela porque se la expli­can de un modo rutinario, que no le acaba de llegar.

Hay una crítica fuerte al sistema educati­vo.

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Sí, pero no es un ataque en contra de la materia que se enseña y, por supuesto, no es un ataque a los clásicos. Es una denun­cia al modo de enseñar. Con el porcenta­je de fracaso escolar que hay en España es­tá claro que la culpa no es de los alumnos. Algo falla en el sistema.

Creo que, entre otras cosas, no se enseñan cuestiones que son fundamentales: des­de cómo es la persona, hasta cómo enfren­tarte a la vida o tratar a los demás… A ve­ces ocurre que tienes que llegar a los 40 años  y replantearte tu vida… Y piensas, es­tas cosas me las tenían que haber enseñado antes. Se desperdician muchos años de enseñanza sin tocar esas materias que ha­rían mucho bien a la sociedad.

Su película va dirigida a los adolescen­tes, habla de ellos, pero se ha apartado mu­cho del prototipo de adolescente que muestra el cine.

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Bueno, yo he visto a hijos de ami­gos que llegaban indignados después de ver alguna película que no voy a nombrar di­ciendo “se creen que los jóvenes estamos to­do el día haciendo el gamba y no es así”. Los adolescentes piensan estos temas -la vi­da, la muerte, el amor- se los plantean y quie­ren soluciones. El problema es que hay que llegar a ellos. A mí me gusta mucho Miya­zaki, que engancha a jóvenes y adultos por­que habla de poesía y de filosofía pero de una forma muy cercana. Yo he incluido ele­mentos de los videojuegos en la película por­que los jóvenes conectan con el tema de la prueba, de sentirse interpelados. En defi­nitiva, se trata de intentar entender sus idio­mas y sus códigos.

La trilogía Alumbramiento es bastante pe­simista, Verbo es una película mucho más optimista…

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Cada historia pide su propio final. En el corto me sale quedarme más en el segundo acto que es donde se marca más el conflicto, el drama. Pero sí es cierto, Ver­bo es más positiva. Y eso que tiene dolor con­tenido, pero no me interesa quedarme en eso. El dolor sirve para aprender. A veces tendemos a no querer mirar lo doloroso de la vida. La película lo hace, pero para mi­rar adelante y para demostrar que alguien perdido puede encontrar cosas a las que aferrarse y que merecen la pena. Una so­ciedad que sólo quiere ver lo bonito, lo agra­dable, lo que no molesta, es una sociedad enferma porque cae en la negación de una parte importante del ser humano… que tiene también su lado doloroso, oscuro.  Es algo casi místico, lo que llaman la noche os­cura del alma. A veces para saber quién  eres tienes que llegar al fondo de ti mismo y reconocer lo oscuro, la debilidad, sin eso no es posible el proceso de redención. Y es­ta película es una historia de redención.

Su película, por lo tanto, ¿habla de la trascendencia?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Sí. Da miedo meterse en lo trascen­dente y hay mucho cinismo, pero me ape­tecía abordar el tema del idealismo y al mis­mo tiempo no ser ingenuo… ése era el reto.

¿Cómo es su proceso de escritura?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Muy orgánico y a la vez muy intui­tivo. Un guión es una especie de lienzo y lo primero que lanzo son sensaciones que, a veces, son imágenes como el agua negra o el túnel de sonido. Tienes que encontrar imá­genes que reflejen bien lo que quieres con­tar. Lo que más me gusta del cine es esta parte, más creativa. Luego conseguir rodar lo que has imaginado es como una quime­ra y puedo decir que los productores han si­do muy valientes.

¿Cuál es el papel de Nach en su película?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Muy importante. Los diálogos en ver­so en parte son míos y en parte de Nach. Tiene muchísimos fan entre adolescen­tes porque habla de todas esas cosas con las que se tienen que pelear, pero lo ha­ce de una forma lírica y que respeta su in­teligencia. Pensé que era perfecto para la pe­lícula.

¿Le costó mucho convencer a Miguel Án­gel Silvestre para que transformara a El Duque en Lírico?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ No [risas], somos amigos desde ha­ce tiempo, somos casi hermanos y estamos muy unidos. Cuando escribí el persona­je de Lírico lo vi a él. Tiene un corazón enor­me y algo heróico en su presencia. Le he visto actuar en otras cosas y sé lo que pue­de hacer. Por otra parte, ver a un amigo en­casillado en El Duque… en fin, me apete­cía verlo hablar en verso. Leyó el guión y le gus­tó mucho. Hicimos una prueba y lo bordó. Ha sido muy valiente.

¿Cuáles son sus proyectos ahora?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Estoy escribiendo dos guiones a la vez, voy en paralelo. Me tienta mucho ha­cer una película pequeña y contenida, con tiempo para rodar con los actores, algo más ortodoxo. El otro guión es más complejo.

¿Rodará Chapero-Jackson una comedia?

Eduardo Chapero-Jackson (Verbo)/ Me encantaría, aunque me parece muy di­fícil hacer reír. Soy un fan de Tati, de su mi­rada acerada y cariñosa a la vez… Pero la ver­dad es que lo que estoy escribiendo no va por ahí.

Perfil de cine

Una película: El espíritu de la col­mena, me marcó.
Un director: Michael Cimino y Víctor Erice.
Me gustaría rodar con: Me­ryl Streep, Philip Seymour Hoff­man, Javier Bardem y Luis Tosar. Y con Pepe Isbert y Buster Keaton, si les pudie­se resucitar, claro…

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