El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos, estreno el próximo 17 de diciembre
Tras seis películas y 16 años de producción, Peter Jackson cierra con esta película su visión de la Tierra Media.
Parece que fue ayer, pero hace ya más de una década que Peter Jackson inició su acertada adaptación de El Señor de los Anillos, la inmortal obra de J.R.R. Tolkien, que tanto gustó a millones de espectadores. Ahora Jackson (Criaturas celestiales, Agárrame esos fantasmas) vuelve a los cines con la tercera parte de El Hobbit. Y si hay algo que los cinéfilos saben mejor que nadie desde que comenzó el nuevo milenio es que Peter Jackson es un experto en la Tierra Media.
En el recibidor de la Tierra Media (los estudios Stone Street de Wellington, Nueva Zelanda), hay varios platós insonorizados, pero el plató K es el que nos lleva a la Ciudad del Lago. Lo que antes albergaba un abarrotado centro de comercio, ahora es una ciudad situada a los pies de Erebor (en la cima de la Montaña Solitaria). Ahora es un lugar tranquilo, donde lo único que se mueve es la niebla que flota sobre el agua y que envuelve las 44 casas de madera que lo pueblan.
Las casas tienen una forma irregular y Dan Hennah, el veterano diseñador de producción de El Hobbit, cuenta que esa irregularidad no ha sido algo fácil de conseguir, y mientras tanto nos conduce por las destartaladas y sinuosas calles de Ciudad del Lago. “Es uno de nuestros mejores trucos”, nos revela Hennah, y al instante se choca contra los pilares que sostienen una de las casas.
No hay peligro, pues estos pilares están hechos de goma, ya que este escenario ha acogido numerosas escenas de acción, especialmente una de La desolación de Smaug en la que los enanos llegan a Ciudad del Lago con orcos y elfos pisándoles los talones. De hecho, si nos fijamos con atención en los elementos que conforman la ciudad, éstos nos revelarán gran parte de la “magia cinematográfica” de la película. El agua tiene muy poca profundidad y está teñida con un tono azul turbio, el hielo que flota en el agua está hecho de cera y, en realidad, no hay nieve sobre la pasarela, sino sal.
En esta historia, los enanos de Erebor reclaman la inmensa fortuna de su patria, pero Smaug anda suelto, así que deberán hacer frente a las consecuencias de haber liberado al terrorífico dragón para que los hombres recibieran su merecido. Sin embargo, los enanos también deberán afrontar una amenaza igual de grave. Thorin Escudo de Roble ha sido nombrado último rey bajo la Montaña, pero está obsesionado con la Piedra del Arca, y se niega a pagar sus deudas o cumplir sus promesas.
A Bilbo Bolsón no le importa el tesoro que tiene hechizado a su amigo y por el que se están peleando los ejércitos a los pies de Erebor, pero tendrá que tomar una decisión apresurada para salvarlo, y no se da cuenta de que le esperan peligros aún mayores. Gandalf ha ignorado las advertencias que auguraban el regreso de Sauron, y, mientras elfos, enanos y hombres aúnan fuerzas, los ejércitos de orcos del Señor Oscuro comienzan su descenso por la Montaña Solitaria. Esta vez, el enemigo supera a todos los anteriores, y tendrán que decidir cuál es el motivo de la batalla: la riqueza y el poder o el futuro de su mundo y de sus seres queridos.