Festival de Cannes 2017. Día 3. Lo viejo y lo nuevo

Jupiter's Moon (2017)
Jupiter's Moon (2017)

Festival de Cannes 2017. Día 3. Lo viejo y lo nuevo. Mundruzcó y Bong Jon Hoo

Si hace dos años el húngaro László Nemes agitaba el festival con su prodigiosa El hijo de Saúl, este año ha sido su compatriota Kornél Mundruczó el director que más ha sorprendido con la poderosa Jupiter’s Moon. Una cinta del género fantástico cuyo estreno ha coincidido con el de la comedia de ciencia ficción Okja, dirigida por el especialista Bong Jon Hoo. Fantasía y ciencia ficción no son a priori los géneros más transitados por la Sección Oficial del Festival de Cannes 2017, la inclusión de las dos películas ofrece claves sobre el presente cinematográfico.

Por encima de todo, a pesar de su textura fantástica, Jupiter’s moon es una cinta coherente con el espíritu del festival. La fórmula ya conocida consiste en aunar el tema de actualidad -Cannes nunca ha dejado de ser un certamen «político»- con un drama de alto voltaje. Una muchedumbre de inmigrantes ilegales de origen sirio asalta la frontera húngara; un alto mando policial dispara y, en principio mata, al joven Dashni… que no sólo no muere sino que empieza a levitar. El médico corrupto que le atiende descubre el secreto de Dashni e intenta sacar partido.

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Todo lo que viene después en Jupiter’s moon parece una negación de la condición «social» del filme. La estrategia es acertada porque aunque la cinta es una alegoría sobre la intolerancia e insolidaridad del Estado Húngaro y por ende de toda Europa, también funciona como un thriller fantástico de ritmo empedernido. Mundruczó, como ya hiciera en su soberbia White Dog, triunfa en los dos frentes: el de la denuncia y el de la calidad cinematográfica.

El cine húngaro se muestra tan fuerte como el ucranio, el ruso o el rumano. La fortaleza de la producción, el derroche de efectos visuales y la calidad de los mismos, no ahogan en cambio las poderosas interpretaciones. Hay muy buen cine en el Este de Europa fruto de un desarrollo y aprovechamiento inteligente de los recursos.

Mención aparte merece la dirección. Tanto Mudruczó como su colega Nemes muestran un conocimiento prodigioso del plano secuencia como arma expresiva. No en vano ambos se declaran discípulos de los dos grandes maestros húngaros: Bela Tarr y Miklos Jancsó -el editor de la película es nieto de este último-. Jupiter’s moon es una cinta que deja exhausto al espectador, la apuesta de su director funciona porque es tal la intensidad que no hay tiempo para cuestionar la doble pirueta con tirabuzón que propone el argumento.

La inclusión de la cinta del coreano Joon Ho ha sido muy discutida. En algunos sectores integristas del Festival se ve como una cesión a Netflix que produce la película y tiene los derechos de distribución en todas las ventanas. Se critica que Netflix quiera estrenarla en algunos territorios -EE.UU., Gran Bretaña, Corea- simultáneamente en salas y la plataforma de vídeo on demand.

Okja
Okja

Más allá de la polémica la calidad comercial del filme es indiscutible. Muy bien realizada, montada y filmada, en Okja destaca el humor como rasgo distintivo en el estilo del realizador coreano. Un acento cómico muy peculiar que nunca se deja llevar por la broma más fácil o ensayada.

La película es fabulosa como entretenimiento y nada ajena a la crítica social y política. Quizás caiga en el trazo grueso en la construcción de los personajes interpretados por Swinton y Gyllenhaal, pero al final queda un conjunto sólido y bien rodado, Joon Ho mantiene el pulso recuperado en Snowpiercer y sigue aportando planos precisos y a la vez plenos de buen gusto.

El anatema que amenaza la presencia de Netflix en las próximas ediciones es cuando menos discutible. Si la productora dirigida por Ted Sarandos considera que su estrategia de estreno simultáneo en salas y en plataforma de vídeo on demand es acertada, al menos es legítimo el intento. La crisis del cine como medio artístico prominente es ya una realidad entre las generaciones más jóvenes. Para conjurar su desaparición hay que tolerar, si no promover, nuevos espectadores.

En un reportaje más amplio de este Cannes 2017 se tratará el tema con opiniones de Sarandos y las otras partes en conflicto. Está claro que Francia no va a autorizar una destrucción de las ventanas de exhibición tradicionales a medio plazo. Por ahora la guerra sigue.

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