Sacrificio, el último suspiro de Tarkovski

Sacrificio: El último suspiro de Tarkovski

Tarkovski, además de un gran director (Stalker, Solaris, Andrei Rublev, Nostalgia, La infancia de Iván), es uno de los grandes teóricos del lenguaje fílmico.

En un televisor se oye la voz triste de un gobernante que anuncia peligros y desastres: una guerra total y definitiva. El festejado cae de rodillas, reza el Padre Nuestro y pide a Dios que aleje los horrores que se anuncian, prometiéndole el sacrificio de todo lo que posee: casa, afectos, familia.

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Gracias a una modélica edición de coleccionista podemos acercarnos a esta gran obra, ganadora del gran premio del Jurado en Cannes, que el realizador ruso dirigió cuando ya estaba muy gravemente enfermo de cáncer (murió ese año y ni siquiera pudo recoger los premios que le concedieron en Cannes, donde la película se estrenó el 9 de mayo de 1986). En esa edición la Palma de Oro fue para La Misión de Roland Joffé.

Tarkovski, además de un gran director (Stalker, Solaris, Andrei Rublev, Nostalgia, La infancia de Iván), es uno de los grandes teóricos del lenguaje fílmico. La lectura de Esculpir en el tiempo (editado en España por Rialp) nos deja bien claras ambas cosas.

La premiada fotografía de Sven Nykvist (asiduo colaborador de Ingmar Bergman) logra un clima enrarecido de inquietante belleza crepuscular, que pasa del color al blanco y negro. Hay que tener en cuenta que el 26 de abril, pocos días antes del estreno de la película, había explotado el núcleo de la central nuclear de Chernobyl. Eso lo cuenta admirablemente la miniserie de cinco episodios creada por Craig Mazin y estrenada en 2019.

Sacrificio se inicia con un plano secuencia de 9 minutos que nos introduce en una historia de lo que podríamos llamar noches blancas, un concepto tan querido por Dostoievski que en 1848 publicó una novela corta con ese título que hace referencia al solsticio de verano en lugares en los que los atardeceres se demoran y los amaneceres se adelantan. La dedicatoria de la película que hace Tarkovski a su hijo Andrei es muy significativa: «Con esperanza y confianza».