La tortuga roja

· “Algunos de mis amigos habían recibido fabulosas promesas y se habían marchado a California para simplemente regresar decepcionados. Pero con Studio Ghibli es diferente. Me dieron varios meses para escribir el guion”

 

Entre sus cortos animados recordamos The Monk and the Fish, ganador del César en 1996 y nominado al Oscar, y Father and Daughter, de 2001, que recibió grandes críticas a nivel mundial y ganó numerosos premios incluyendo el Oscar. Por las temáticas que plantean, ¿considera que se ha especializado en argumentos llenos de nostalgia?

Sí, es difícil de definir porque es muy sutil, pero creo que es algo que mucha gente ha experimentado. Es el anhelo de algo que parece inalcanzable. Un deseo profundo y silencioso. Para un artista esto puede ser una búsqueda de la perfección, de un ideal en música, dibujo o poesía… Es una dolorosa aunque bella ausencia. No puedes imaginar el número de testimonios conmovedores que he recibido de amigos, y también de desconocidos, diciéndome que la película les recordaba lo que ellos mismos habían vivido. Soy realmente afortunado por que se haya convertido en un clásico.

Fue miembro del jurado del Festival de Hiroshima en el año 2004. ¿Conoció allí a Isao Takahata?

De hecho charlamos un poco porque él habla francés. ¡Le encanta la cultura francesa! Poco tiempo después me sorprendió verle llegar junto a un traductor al Festival de Seúl, donde yo me encontraba impartiendo un seminario sobre mi trabajo a estudiantes. Pensaba que estaba allí simplemente para saludarme, pero se quedó toda la conferencia. Quizás ya tenía en mente algún proyecto de colaboración.

En noviembre de 2006 recibió un inesperado correo electrónico de Tokio…

Michael Dudok de WitCon dos peticiones. La primera era del museo Ghibli, que me pedía permiso para distribuir Father and Daughter en Japón. La segunda era que si estaba interesado en trabajar con su estudio en mi primer largometraje propio. Hasta el momento, ni se me había pasado por la cabeza hacer una película. Algunos de mis amigos habían recibido fabulosas promesas y se habían marchado a California para simplemente regresar decepcionados tras ver cómo sus proyectos eran revisados por los productores.

Pero con Studio Ghibli es diferente. Me dieron varios meses para escribir el guion. Yo tenía la idea de un hombre en una isla desierta, algo que se había convertido en tema recurrente en la televisión en los últimos tiempos, pero que me gustaba como idea. No quería contar la historia de cómo sobrevivía en la isla ya que esto se ha contado muchas veces. Así que me marché un tiempo a una de esas pequeñas islas de las Seychelles, para vivir 10 días con la gente de allí. Paseaba solo, lo observaba todo y hacía muchas fotografías. La idea era evitar todo lo relacionado con las «vacaciones de catálogo». A mi náufrago no le gustaría la localización, quiere volver a casa a toda costa ya que la isla no es nada acogedora. Hay peligros, soledad extrema, lluvia, insectos…

Pero cometí el clásico error: mi guion era demasiado detallado. La película sería demasiado larga. El siguiente paso era la animación, la versión simplificada de la película, dibujada con imágenes estáticas. Me di cuenta que a veces era difícil traducir la historia a un lenguaje cinematográfico. Me sugirieron en la productora encontrarme con Pascale Ferrán. Teníamos conversaciones profundas sobre la película como conjunto, ya que no éramos capaces de cambiar algunos puntos concretos sin que afectara al resto. Me ayudó a identificar problemas y hacer la narración más clara y con más fuerza. También le gustaba mucho la idea de que en las películas de animación el montaje se piensa muy bien antes de tener las tomas, por lo que hizo algunas aportaciones muy valiosas a este proceso.

De nuevo en La tortuga roja uno de los temas principales es la nostalgia, el deseo interior del héroe mientras está mirando al mar… Pero también habla de lo que llama eternidad. Se puede sentir en los árboles, en el cielo, en las nubes, en los pájaros…

Si, todos esos son momentos puros y sencillos con los que estamos muy familiarizados. No hay pasado ni futuro. El tiempo se detiene.

Pero el tiempo también es circular. Las generaciones se suceden unas a otras. El niño tiene los mismos gestos que su padre, se sube a las mismas rocas y se expone a los mismos peligros. En el reino animal es otro ciclo distinto: el pez muerto alimenta a las moscas, que a su vez son alimento de las arañas, los cangrejos son cazados por las aves…

Eso es. La tortuga roja cuenta una historia de manera lineal y circular. Y utiliza el tiempo para referirse a la ausencia de tiempo, de la misma forma que la música puede realzar el silencio. La película también habla de la realidad de la muerte. El hombre tiende a oponerse a la muerte, a temerla y luchar contra ella, y esto es algo natural y saludable. Sin embargo, podemos a la vez comprender de manera bella e intuitiva que somos pura vida y que no necesitamos oponernos a la muerte. Espero que la película transmita este sentimiento.

Otro elemento importante es la primera aparición de la tortuga y el misterio que la rodea.

La idea de crear una historia con una tortuga gigante me vino muy pronto. Tenía que ser un ejemplar majestuoso y respetado como criatura marina. La tortuga es pacifica y solitaria. Desaparece en las profundidades del océano por largos períodos de tiempo y transmite en cierto modo una cuasi inmortalidad. Su color rojo fuerte es perfecto para que destaque visualmente. Pensamos mucho cuánto misterio queríamos darle dentro de la historia. En las películas de Studio Ghibli, por ejemplo, la presencia del misterio creo que está muy bien presentada. Por supuesto, el misterio puede ser maravilloso, pero hay que tener cuidado para que el público no desconecte de la historia. Se tiene que manejar de una manera muy sutil. Y además sin palabras, ya que la película no tiene diálogos. Es muy fácil explicar las cosas a través de los diálogos pero hay otras formas, por supuesto, como el comportamiento de los personajes, la música o el montaje. Y cuando no hay diálogo, los sonidos de los personajes respirando se hacen naturalmente más expresivos.

La tortuga roja

¿Cómo se pensó y ejecutó la música?

La música es clave, ya que no hay diálogos. No tenía una idea clara de un estilo musical en concreto. Laurent Pérez del Mar hizo algunas sugerencias, entre ellas una melodía muy bonita que era perfecta como tema central. Me encantó. Fue rápido al sugerirme música en lugares en los que ni siquiera me había planteado que la hubiera. Y acertó. Siempre conseguía
sorprenderme.

¿Puede hablarnos un poco sobre sus encuentros con Isao Takahata?

Hubo tres productores desde el principio: Isao Takahata y Toshio Suzuki, los dos productores de Studio Ghibli, y Vincent Maraval, de Wild Bunch. Nos reunimos un par de veces en Studio Ghibli, pero también ellos vinieron a Francia. Mi conversación fue básicamente con Takahata. A veces hablábamos de detalles como la ropa de los personajes, por ejemplo, pero principalmente hablábamos de la historia, el simbolismo y los puntos filosóficos, es decir, de lo que la película realmente quería expresar. Había veces en las que las diferencias culturales se notaban. Por ejemplo, hay un momento de la historia en la que hay un fuego, y para Takahata el fuego tiene un valor simbólico ligeramente distinto que para mí. Pero en general íbamos en la misma dirección, afortunadamente, y todos los encuentros fueron muy positivos. Estaba extremadamente involucrado y es un productor artístico muy bueno.

¿Cuánto tiempo les llevó la producción?

Empecé a escribir el guion de La tortuga roja y hacer los primeros dibujos en 2007. Me llevó mucho tiempo y eso hizo que me diera cuenta que el guion y la historia no encajaban. Trabajé de manera continuada en el proyecto durante varios años (a veces solo y otras veces acompañado), pero se alargaba demasiado. Tengo que agradecerles a mis productores por tranquilizarme y no sorprenderse por todo el tiempo que estaba llevando el proceso. Me dijeron que lo peor vendría en la siguiente fase y que era mucho mejor comenzar la producción con una historia sólida. Algunos productores habrían puesto fin a la historia en las primeras pruebas de animación para evitar gastar mas tiempo. Podría entenderlo pero, en mi caso, hubiera sido muy arriesgado. La producción comenzó en 2013 en Prima Linea. La parte artística era cosa de Ghibli, Why Not y Prima Linea, donde pude contar con la confianza del excelente animador Jean-Christophe Lie, director de Zarafa y uno de los pilares de la película.

Fuente: Karma Films

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