Bienvenido Mr. Marshall: Bienvenido Mr. Capra

Bienvenido Mr. Marshall | Bardem y Berlanga son, sin duda, el mejor dúo y el más dinámico del cine español. Ya habían trabajado juntos en su ópera prima Esa pareja feliz (1951), pero esta vez la productora Uninci quiso que Berlanga firmara en solitario la película. En el guión trabajó Bardem junto a ese maestro del humor absurdo que es Miguel Mihura. Clásico entre los clásicos del cine español, cuenta con momentos inolvidables como el de los habitantes del pueblo cantando «Americanos…». Como el del discurso desde el balcón del alcalde, interpretado por Pepe Isbert (un actor de talento tan particular que hoy día seguro que no le habrían dejado entrar en ninguna academia de actores). De los momentos musicales se encargó la folclórica Lolita Sevilla, para quien estaba pensado el film como catapulta, con un enorme Manolo Morán como su representante, y con la aparición episódica de esos grandísimos secundarios de toda la vida que han sido Rafael Alonso y  Lolita. Por no faltar no falta ni el famoso Imperio Austrohúngaro que siempre saca Berlanga en sus películas venga o no a cuento.

Se ha hablado mucho de la influencia del neorrealismo italiano en Berlanga y, sobre todo, en Bardem, pero a pesar de ser la que comentamos una película conocida y reconocida, me gustaría aportar un poco de luz sobre otra influencia sobre la que nunca he oído o leído: la de Frank Capra. Una influencia clara y -me parece- nunca confesada, seguramente por las grandes diferencias ideológicas que separan al cineasta italonorteamericano de los dos españoles. Aprovecho para esta digresión el hecho de encontrarmos en Navidad, por lo que el lector habrá tenido dos o tres oportunidades para ver ¡Qué bello es vivir! (1946); y, por otra parte, el reciente estreno de la película Mr. Deeds (ver crítica en la web).

Bienvenido Mr. Marshall | Películas para después de una guerra

Me parece indudable que, en ambos casos, sus principales obras las realizaron en años de conflicto social. Mientras Berlanga rueda sus mejores películas en la posguerra y durante la época de la autarquía, retratando una España provinciana en Los jueves milagro (1957), Plácido (1961) o El verdugo (1963), Capra lo hace en la época de la Depresión Americana, firmando películas como El secreto de vivir (1936), Vive como quieras (1938), Caballero sin espada (1939) o Juan Nadie (1941). En los dos directores hay un ansia de criticar la sociedad, la hipocresía, pero mientras en Capra se trata de un acercamiento optimista rompiendo los prejuicios sociales, defendiendo los valores de la clase social media, la familia y la libertad, en Berlanga sus retratos sociales empiezan siendo amables y se van haciendo cada vez más pesimistas, ácidos y satíricos, terminando por deshumanizar a sus personajes, a los que convierte en caricaturas al final de su carrera. El supuesto aire festivo de muchas películas de Berlanga esconde un hilo de desencanto y tristeza que recorre toda su obra. Si ¡Qué bello es vivir! es la película clásica de las Navidades, cargada de una alegría contagiosa, Plácido muestra una cara amarga y retorcida de las mismas. Esta diferencia entre el optimismo del uno y el pesimismo del otro es quizá el reflejo de sus creencias más íntimas.

en Berlanga sus retratos sociales empiezan siendo amables y se van haciendo cada vez más pesimistas, ácidos y satíricos

Los dos directores se sienten cómodos mostrándonos familias estrambóticas y anárquicas, como en Vive como quieras de Capra y La escopeta nacional (1980) de Berlanga. Pero mientras en la familia capriana (permítaseme el término) es un canto al individualismo y al hombre libre, la berlanguiana (véase la familia Leguineche de La escopeta nacional) no es sino una farsa y un esperpento. Los personajes de Berlanga se van volviendo oscuros desde estos tiernos y benévolos de Bienvenido Mr. Marshall o Calabuch (1956) a los depravados de Todos a la cárcel (1993) o los absurdos de París-Tombuctú (1997). Sus críticas pasan de ser esperanzadoras y poéticas a tremendistas y crueles.

La maleta de George Baily

Respecto a la película que nos ocupa, son tan evidentes las influencias que me extraña que no se haya hablado más de ello. No sólo en lo físico, pues el personaje interpretado por James Stewart -George Baily- es sordo de un oído, y sordo es el personaje del alcalde interpretado por el gran Pepe Isbert. En la película de Capra una voz -José- desde el cielo va narrando a Clarence, el ángel que necesita ganar sus alas, cómo es George Baily y cómo son los habitantes de Bedford Falls; mientras, Bienvenido Mr. Marshall está narrada por una voz omnipresente interpretada por Fernando Rey. Una voz que parece conocer hasta los más ocultos pensamientos de los habitantes de Villar del Campo, perdón del Río. Se diría que es una voz divina, algo un tanto curioso en directores declaradamente ateos como Bardem y Berlanga. También hay otro momento que vale la pena recordar, al principio de la película de Capra: cuando Jimmy Stewart va a comprar unas maletas, el plano se congela mientras Clarence y José hablan en off. En Bienvenido Mr. Marshall existe un instante idéntico: el conductor del taxi del pueblo está en lo alto de su vehículo bajando una maleta cuando en ese momento la imagen se detiene. El taxista queda congelado con la maleta en las manos, mientras la voz de Fernando Rey nos lo presenta. Éstas son algunas de las influencias, a la que podría añadir -entre otras más- la escena en la que Capra nos muestra cómo sería la vida del pueblo sin George, es una auténtica pesadilla, que tiene su paralelismo en los diversos sueños de los habitantes de Villar del Campo, perdón del Río. Entre esos habitantes que sueñan están el alcalde, el cura don Cosme, el hidalgo, pero hay un personaje más, un habitante cualquiera del pueblo que representa a todos los habitantes. Es un pobre agricultor que sueña con que los americanos le regalen un tractor, ese personaje se llama Juan. ¿Será éste el Juan Nadie de Berlanga?

Ficha Técnica

  • País: España
  • Fotografía: Manuel Berenguer
  • Música: Jesús García Leoz, José Antonio Ochaíta

Estreno en España: 4 de abril de 1953

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