El editor de libros: Tallar un diamante en bruto

· El editor de libros se cen­tra en el descubrimien­to y promoción del escritor Thomas Wolfe.

Max Perkins estuvo durante casi cua­­renta años al frente de la edito­rial Char­les Scribner’s Sons; publicó, en­tre otros autores, a Scott Fitzgerald y a Ernest Hemingway; esta historia se cen­tra en el descubrimien­to y promoción de Thomas Wolfe.

Nueva York, 1929. Perkins está co­rrigiendo textos en su despacho. Lle­ga un colaborador con un enorme paque­te de folios y le dice, «debe­rías echarle un vistazo». «Dime, al menos, que está a doble espacio». «No». «Pero, ¿es bue­no?». «No, pe­ro…». Perkins echará un vis­tazo a esos papeles y quedará hechizado por ellos.

No todo son alabanzas para El editor de libros, que tiene una puesta en escena pul­cra, en la línea del mejor cine de épo­ca británico. No cabe duda de que el oficio literario es el arte que plan­tea más problemas para ser retratado en la pantalla: subrayar en ro­jo una ho­ja de papel tiene poco atrac­tivo fren­te a las posibilidades del trabajo del compositor o el pintor, y este lastre pesa sobre la cinta. El director se en­frenta a la historia plan­teando un cho­que de personalidades: el editor es un hombre gris, or­denado, familiar; mien­tras que el autor es el artista bohemio y caótico. Además del respeto que sienten ca­da uno por el talento del otro, el artista ve en el editor la fi­gura pa­terna que no tuvo, mientras que el otro cree encontrar al hijo va­rón que la naturaleza le negó.

Encontramos continuos contrastes y opo­siciones que resultan exce­si­vamente teatrales, y lo mismo se pue­de de­cir de la interpretación: no en vano El editor de libros es la pri­mera pelícu­la que dirige Michael Gran­dage, veterano director de teatro, que debe fa­miliarizarse con el nue­vo medio.

Cabe decir que la interpretación, con toda su carga de histrionismo, es no­table y son los actores los que su­plen la falta de pulso del director. El re­sultado final es un biopic amable, una buena historia de amistad, una pe­lícula pulcra, muy británica, pe­ro no la gran obra que nos habían he­cho creer que sería.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Ben Davis
  • Montaje: Chris Dickens
  • Música: Adam Cork
  • Diseño de producción: Mark Digby
  • Vestuario: Jane Petrie
  • Duración: 104 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: A Contracorriente
  • EE.UU., Reino Unido (Genius), 2016
  • Estreno: 7.12.2016
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.