El viaje de Chihiro: Vuelo sin motor

Los estrenos de Hayao Miyazaki (Tokio, 1941) no son ni muchos, ni sencillos. Aunque parezca increíble, hasta la fecha sólo dos de sus películas han llegado a las salas españolas: Porco Rosso y La princesa Mononoke. Con un año de retraso llega ahora la esperadísima El viaje de Chihiro.

Avalada con el Oso de Oro en la última Berlinale, el nuevo filme de animación de Miyazaki se adentra una vez más en el territorio de las divinidades japonesas, con un sentido universalista evidente (resulta fácil tender puentes con la Alicia de Lewis Carroll). La pequeña Chihiro se verá privada de sus padres y de su nombre. Desde ese momento comenzará un viaje iniciático (un elemento recurrente en la obra del director) en el que vivirá multitud de experiencias que cambiarán su vida.

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Tras el impresionante éxito mundial de La princesa Mononoke, Miyazaki ha vuelto a los orígenes de su filmografía. El viaje de Chihiro tiene abundantes reminiscencias narrativas de Laputa, el castillo en el cielo y se sitúa a medio camino entre la ternura y la inocencia de Mi vecino Totoro, y la acción trepidante y las innovaciones técnicas de La princesa Mononoke. Y siempre con una profundidad psicológica y una calidad narrativa que no se encuentra en ninguna otra cinta de animación.

El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki
El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki

El director parece sentirse a gusto con la tecnología digital pero no descuida su proverbial calidad en el dibujo y el prodigioso movimiento que adorna a sus personajes. Por aquello de renovarse o morir, Miyazaki introduce importantes cambios en el diseño de la protagonista (todas suelen ser muy similares) y deja intacta la esencia narrativa que tanto prestigio le ha otorgado.

Un horizonte insospechado

Para muchos, el padre animado de Heidi es en la actualidad el máximo baluarte del cine de animación dentro y fuera de Japón. La meticulosidad de su labor, su preciosista planificación y la capacidad de hacer parecer real algo que se instala en los linderos de lo sobrenatural, le han hecho valedor de un gran número de adeptos.

El viaje de Chihiro supone además un prodigio de ritmo, de diseño de personajes y de colorismo, aunque es necesario añadir que para aquellos que no estén habituados al cine oriental, el filme les puede resultar algo pesado y largo, pues cuenta con dos horas de metraje, algo inusual en el género.

Para todos aquellos que conozcan la obra del director, El viaje de Chihiro cubrirá ampliamente sus expectativas. Los neófitos no deben dejar pasar la oportunidad de descubrir un horizonte insospechado de la mano de uno de los grandes de la historia del cine, que obligará a hacer cambios en el capítulo del cine japonés de los manuales, que tendrán que insertarle con letras mayúsculas junto a Ozu, Mizoguchi y Kurosawa. Con ellos comparte una mirada honda y poética sobre la condición humana.

Admirado por directores de la talla de Akira Kurosawa (Los siete samuráis), John Lasseter (Toy Story) y los hermanos Wachowski (Matrix), el japonés Hayao Miyazaki ha conseguido crear un poema visual bajo el título de El viaje de Chihiro.

Con los ardides de la metáfora, la personificación, la interrogación retórica, la sinestesia y la prosopopeya, este japonés que inició su andadura en series tan caras para todos como Heidi o Marco construye un discurso cadencioso que ha cosechado más de una decena de premios en sus dos años de vida en los circuitos cinematográficos internacionales. Fue la primera película de animación que cazó el Oso de Oro en la Berlinale en su edición de 2002, al que siguieron otra serie de reconocimientos como el de la Academia de Cine japonés a la mejor película de 2002, mejor film asiático 2002 de los Premios cinematográficos de Hong Kong, o los galardones a la mejor película de animación 2002 de la Crítica de Los Ángeles y de la Asociación de Críticos de Estados Unidos. Por último, ganó el Oscar al mejor filme de animación.

La profundidad del mito

En El viaje de Chihiro, composición lírica de métrica exacta y exquisita, Miyazaki vuelve a nutrirse de la vastísima mitología japonesa (como ya hiciera en Mi vecino Totoro y La princesa Mononoke) para contarnos la historia de una niña atrapada en un universo fantástico, tras la conversión de sus padres en miembros de la cabaña porcina.

Partiendo de este atractivo y desconcertante argumento, Miyazaki aprovecha para explorar los recovecos del alma humana y de la pérdida de identidad. Una vez más vuelve a incidir en las temáticas que ha ido perfilando a lo largo de su filmografía. Recurre de nuevo a la simbología de la conversión del hombre en cerdo (Porco Rosso) como metáfora del egoísmo y de las peores cualidades de nuestra raza. Vuelve a compartir con nosotros su pasión por el vuelo, al que debe su nombre el estudio de animación del que es cofundador, el Studio Ghibli, un nombre con doble significación: por un lado, es un tipo de avión de reconocimiento utilizado por los italianos en la Segunda Guerra Mundial (con el que hace tributo a su pasión por el aeromodelismo, cultivada desde su infancia en el taller de aviones de su familia), y por otro, es un viento fresco del este en su raíz arábiga que alude al deseo de Miyazaki de una renovación en el panorama de la animación japonesa, con una apuesta por un cine de alta calidad y guiones de riqueza argumental.

Una vez más, Miyazaki nos sorprende con la minuciosidad de su trazo, con la viveza de su paleta cromática, y la exhaustividad y detallismo de cada encuadre, poseedor de un valor intrínseco incalculable por sí mismo, sin nada que envidiar a cualquier paisaje romántico de Turner, Constable, Fiedrich o Blake.

Para sustentar con mayor precisión y armonía el lirismo visual, el realizador vuelve a contar con la colaboración del músico Joe Hisaishi, habitual de Kitano.

Para el lanzamiento en DVD, Jonu Media/DeAPlaneta sirve dos versiones que permiten ver la película en todo su esplendor. La edición especial resulta un tanto decepcionante en cuanto a extras se refiere. Se incluyen los tráilers televisivos, una galería de personajes, un reportaje sobre el doblaje y varios juegos. De todos los extras, sin duda el que resultará más atractivo y enriquecedor es el de los bocetos y diseños de personajes.

Entrevista a Hayao Miyazaki

Ficha Técnica

  • País: Japón (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001)
  • Fotografía: Atsushi Okui
  • Música: Joe Hisaishi
  • Producción: Tosió Suzuki
  • Estreno en Japón: 20.7.2001
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