Hermanos del viento: Al vuelo

· Es evidente que la película es una me­táfora, una fábula so­bre el hom­bre y su relación con los demás, pero es, en primer lugar, un alarde fotográfico que conmueve.

Hermanos del viento es una histo­ria de amistad entre un adolescente, un águila y un guardabosques. Lucas, un joven problemático, encuentra a un aguilucho arrojado de su ni­do por un hermano mayor. Danzer, el guardabosque, es una presencia be­névola que cuida del parque e intervendrá en diversos momentos, en pri­mer lugar para enseñar a Lucas a ocuparse del águila hasta que llega el día en que pueda volar sola.

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Hermanos del viento es una pelí­cu­la imperfecta bien que genial, una mezcla de documental y de ficción que tiene dos cabezas perfectamen­te armonizadas: Otmar Penker, un mago de la fotografía que lleva años grabando en los Alpes, y Gerardo Oli­vares, director de Entrelobos. Sos­pecho que esa cinta provocó el acer­camiento de Penker a Olivares y la propuesta de rodar juntos esta pe­queña ficción.

Resulta evidente que la película es una me­táfora, una fábula so­bre el hom­bre y su relación con los de­más, pe­ro es, en primer lugar, un alarde fo­tográfico que conmueve con sus amplias panorámicas, be­llas, im­pre­sio­nantes, perfectas. Sorprende descubrir que no han sido retocadas, las imágenes fueron montadas tal y como fue­ron rodadas. El espectador se encuentra en plena montaña, co­mo si estuviera contemplando un do­cumental en IMAX. Cuando co­mien­za la historia, se preguntará, ¿có­mo han podido rodar eso?, ¿hay al­gún truco? Y, una vez más, nos dicen que no; que todo ha sido rodado sin ayuda informática, con paciencia y con las cámaras adecuadas, el re­sultado es una be­lleza.

Hermanos del viento es un canto de amor a los Alpes. Abel, el águila que vivió contra todo pronóstico, y sus majestuosos vuelos, son un espectáculo que no cansa. Ahora bien, la historia de ficción y su incorpora­ción al gran documental no está del to­do acabada: con un guion apañado, pero supeditado a una serie de imá­genes irrepetibles, los dos directores apuestan por un narrador, una voz en off, para completar la información. No era necesario, las imágenes se bastan. Otro tanto se puede de­cir de la banda sonora; no cabe du­da de que es bella, impresionan­te y descriptiva, al estilo de Entrelobos, pero también es omnipresente y ayuda demasiado a contar una his­toria que no es un juego de palabras, entra por los ojos.

Tres actores, adecuados los tres, son la única presencia humana en es­ta cinta: Jean Reno, amable pedagogo; Tobias Moretti, de la serie Rex, es un cazador seco y duro, pésimo padre; y Manuel Camacho, fichado por Gerardo Olivares cuando preparaba Entrelobos, es espontáneo y, en ocasiones, conmovedor.

Ficha Técnica

  • Fotografía: O. Penker, Óscar Durán
  • Montaje: Karin Hartusch
  • Música: Sarah Class
  • Duración: 98 min.
  • Público adecuado: Todos
  • Distribuidora: Wanda
  • Austria, España (Brothers of the Wind), 2015
  • Estreno: 23.6.2017
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