Westworld: Un desperdicio de un buen material de partida

En 1973, Michael Crichton escribió el guion -nunca fue novela- y dirigió la película Westworld, algo infrecuente en él. Se estrenó en abril de 1975 en España con el título Almas de metal. La cinta no fue un gran éxito, aunque posteriormente ha sido elevada a la condición de película de culto.

Westworld cuenta una historia que anticipa muchas otras: un parque temático ultramoderno reconstruye, gracias a la tecnología, un mundo pasado. El viejo Oeste con robots ultramodernos. Los visitantes podrán interactuar con sus anfitriones. Algo saldrá mal y habrá que destruir el parque, porque las criaturas se saltan las normas y ponen en peligro la vida de los visitantes.

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La serie la pilota Jonathan Nolan (Person of Interest) hermano y guionista del director de cine Christopher Nolan. Almas de metal no llegaba a los noventa minutos; los diez capítulos de la serie suman 600, lo que significa aquello que es fácil de imaginar. Westworld ha conocido un éxito inmediato, en los pocos meses de vida que tiene ha empezado a cosechar premios, el primero la respuesta del público que ha propiciado la puesta en marcha de una segunda temporada. Todavía no sé si alegrarme.

Hay que reconocer al matrimonio Nolan (Johathan y Lisa Joy) el acierto al valorar las posibilidades de esa historia, contada con los medios de hoy día y sin escatimar gastos (100 millones de dólares para ser exactos). El resultado es un espectáculo a lo grande en el que se muestra cómo los visitantes del parque viven la inmersión en el salvaje Oeste. Se plantea la humanidad de los humanos y la naturaleza de esos maravillosos androides de última generación que comienzan a pensar por sí mismos y desear la libertad. Habra además diversas aventuras colaterales de tipo empresarial.

La serie tiene tres problemas importantes. Puestos a plantear cuestiones de gran calado, es una pena que en­contremos a Nolan en horas bajas, anímicamente hablando. Su visión de la humanidad, ilusiones y futuro es deprimente; el parque es un lugar de desmadre, don­de unos millonarios amargados dan rienda suelta a sus bajos instintos. Casualmente esta visión casa de ma­ravilla con los productos que ofrece la HBO, el otro pro­blema.

Sácame del paraíso, una película mediocre, tiene una frase memorable: una representante de la HBO rechaza un documental que le ofrece Jennifer Aniston, diciendo «Nosotros producimos cosas violentas, sufrimiento y dolor, pero sexy. ¿Lo entiendes?». La réplica es antológica, pero demasiado larga para reproducirla aquí: pone de manifiesto el cinismo y el desmesurado mercantilismo sin escrúpulos de muchos productos de esta cadena.

La HBO ha aceptado con entusiasmo la posibilidad de mostrar el salvaje Oeste lleno de salvajadas, las masacres gratuitas y continuas saturan, el sexo gratuito también. Westworld es el lugar donde reinan el robo, pillaje, asesinato y violación sin freno alguno. La humanidad que se acerca allí o que allí trabaja es bastante lamentable. Al parecer, solo queda humanidad en los robots.

Para terminar de estropiciar el conjunto, los Nolan abusan de la paciencia del espectador, a base de parsimonia, de mimar a sus criaturas y presentar sus cartas despacito… Tanto, que hacen esperar al capítulo siete la revelación que uno espera desde el capítulo tercero. Podían haber animado la historia, pero están repitiendo las pautas marcadas por Juego de Tronos. Una lástima. Un desperdicio de un buen material de partida.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU.
  • Dirección: Jonathan Nolan, Jonny Campbell, Richard J. Lewis, Michelle MacLaren, Neil Marshall, Vincenzo Natali, Stephen Williams
  • Música: Ramin Djawadi
  • Duración: 1 temporada (10 capítulos de 60 minutos)
  • Emisión en España: HBO
  • Público adecuado: +18 años (X+V+)
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.