La casa del tejado rojo: Yôji Yamada, Encanto y fragancia

Yôji Yamada hace cosas maravillosas con esta película, me vuelve a arrollar con su maestría

Yôji Yamada, La casa del tejado rojo
Yôji Yamada, La casa del tejado rojo

La casa del tejado rojo: Yôji Yamada, Encanto y fragancia

Yôji Yamada (Love & honor, Una familia de Tokio, El ocaso del samurái) hace cosas maravillosas en esta película llamada La casa del tejado rojo, me vuelve a arrollar con su maestría.

Cuando la señora de la casa del tejado rojo, Tokiko, le dice a su criada que si le parece bien todos las llamarán «Taki querida». La relación entre las dos, a lo largo de la película, tiene una sutileza y un encanto que te dejan embobado.

Cuando Tokiko ve por primera vez al Sr. Itakura y va corriendo a la cocina a decirle a Taki que es muy apuesto y que vaya a comprobarlo. Miren el corte, es maravilloso:

La sabiduría de Yamada al elegir a Haru Kuroki para el papel de la joven Taki. Miren su rostro cambiar con el dibujo de una sonrisa. Vean su reacción al saber que le han dado el Oso de Plata a mejor actriz.

Es un espectáculo:

Esta foto del rodaje es una declaración de principios. Miren la pelota de tenis para no estropear el tatami, miren a Yamada con el guión en la mano, suspirando mucho. Miren la cámara de 35 mm.

«Los actores gesticulan, se mueven de maneras diferentes, pero lo importante es conseguir que la cámara atrape sus pensamientos y estados de ánimo. Pienso en eso cuando ruedo, aunque son cosas difíciles de reconocer, de captar, por lo que me esfuerzo en sentirlas de forma consciente en el “aire” de una escena. Quiero rodar para capturar la atmósfera y la esencia. Una buena película rezuma encanto y fragancia. Quiero que mis películas sean así, pero no es tarea fácil, y por eso suspiro tanto durante un rodaje

«No sé si me creerá si le digo que es un pensamiento que me ha perseguido durante el pasado año. Si solo se tratase de que el 35 mm se convirtiera a digital, de que pasamos conscientemente al digital, muy bien, pero se trata de saber si esto enriquece la expresión cinematográfica. No es un desarrollo comparable a añadir color al cine en blanco y negro, o pasar totalmente a la película en color, se trata más bien de un proceso de racionalización. Para los que hemos crecido con negativo, es exasperante ver que cada vez quedan menos técnicos capaces de manejarlo y que el mismo negativo ya no abunda. Mientras viva, me esforzaré en trabajar con montadores y técnicos de sonido que sepan trabajar con 35 mm.»


El ocaso del samurái, la última maravilla de Yoyi Yamada


Por último, Taki ya anciana que mira a su sobrino-nieto, que se ríe con los ojos ante su entusiasmo… Que le tira las llaves de la moto, que le escucha complacida mientras lee su diario, que le quiere preguntando qué quiere cenar, amor de madre…

El corazón de Taki no se cansa de disparar…

Grande, inmenso Yamada, con la música de Hisaishi.

El lenguaje de la ropa y de la comida en la película es, como en todo el cine japonés de calidad, un torrente de información. Pero no me meto en este tema, porque así nos obligamos a escribir un Estilo & Cine. Cielos: los kimonos (el que le regala Tokiko a Taki, el que lleva Taki en el cartel debajo del delantal que era de Tokiko, etc, etc), la ropa occidental de Tokiko, los arreglos del pelo, los pasadores, la manera de moverse, la porcelana, los cinturones del kimono, la manera de servir el té y los alimentos, la puerta con cristales de colores de la casa…

Fragancia y encanto. Esencia de Yamada.

Suscríbete a la revista FilaSiete