Cine y literatura. Películas y libros; cruces e interferencias
⇒ FilaSiete Monográfico nº 9: Gran literatura, gran cine
Cine y literatura: dos lenguajes, dos discursos, dos universos entrelazados. La literatura hunde sus raíces en la noche de los tiempos, mientras que el cine es un recién nacido con poco más de un siglo a sus espaldas. Aún así puede hablarse de trasvases, influencias…
Los encuentros y desencuentros de Scott Fitzgerald con la industria de Hollywood han pasado a la historia. Pero no es el único ni mucho menos. ¿Qué sería del cine negro americano sin un Hammett cuya novela El halcón maltés llevó al cine Huston en 1941? Muchos novelistas del boom literario hispanoamericano -por ejemplo Gabriel García Márquez– hicieron sus pinitos en el mundo del guion.
Obras maestras en moldes distintos, las películas están a la altura de unas novelas que no han perdido aún su vigencia. No deja de ser un misterio la capacidad de fascinación que tienen algunos textos literarios para los cineastas. Últimamente, están muy de moda las novelas románticas, tal vez por aquello de los amores imposibles. Comentaba hace unos días con una amiga, ¿qué tiene Jane Eyre, esa novela de Charlotte Brontë, publicada bajo un seudónimo masculino, para haber propiciado casi veinticinco adaptaciones cinematográficas, la última de Cary Fukunaga (2011) sobre guion de Moira Buffini? Mujeres luchadoras, hombres desgraciados, una posibilidad de salvación… nuestro mundo necesita una luz, más allá de los atormentados recovecos de muchas de estas historias que atrapan al espectador.
Adaptaciones de grandes novelas o rescate de quienes las escribieron no sin esfuerzo. ¿Un ejemplo? Capote (2011), que plasma de modo rotundo la compleja y desequilibrada personalidad del autor de A sangre fría (1966) y lo imagina gestando una novela excepcional, tanto por su crudeza como por la factura del relato, milimetrado para captar al lector. Algún día habría que escribir sobre ese triángulo: los avatares del periodista husmeando un argumento, la novela subsiguiente y su versión fílmica (Richard Brooks, 1967).

Parece que cualquier bestseller salta inmediatamente a la pantalla, llámense El nombre de la rosa, La joven de la perla, Los renglones torcidos de Dios o Millenium… debido a las expectativas económicas que conllevan. Uno podría preguntarse, ¿hay novelas cinematográficas, especialmente adaptables a la gran pantalla? ¿O, más bien, lo importante son los guionistas capaces de visualizar un texto o de transformar el mensaje, dándole un sesgo que el escritor no había previsto? Magnífica, en este sentido, la labor de Ruth Prawer Jahbvala sobre la novela de Ishiguro, Los restos del día (1990), en esa excelente película, Lo que queda del día (1993), dirigida por Ivory…
Son muchos los interrogantes… Todo un siglo de cruces, de interferencias entre el medio literario y el medio fílmico permiten especular. Seguiremos haciéndolo con gusto.
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