El western no ha muerto
· El Western no ha muerto. El Western hoy en día no llena los cines y su defunción ha sido anunciada mil y una veces.
Decía John Dunbar, el personaje interpretado por Kevin Costner en Bailando con lobos (1990), que deseaba ver la frontera antes de que esta desapareciera.
La frontera lleva lustros amenazada. El western hoy en día no llena los cines y su defunción ha sido anunciada mil y una veces. Las nuevas generaciones de espectadores ven el western como algo del pasado, retrógrado y machista; y la crítica moderna lo mira a menudo por encima del hombro, como un cine anticuado cargado de tópicos. Hay cinéfilos que para no ser tildados de simples solo reconocen en público el gusto por los westerns de Sergio Leone, seguramente por tener el sello de cine europeo, o por aquellos a los que les rodea un aura de psicológicas interpretaciones del Actors Studio o algún mensaje político más bien de izquierdas como El zurdo (1958) o Solo ante el peligro (1952). Actores como John Wayne, Ward Bond, Lee Marvin y el Clint Eastwood anterior a William Munny, han sido a menudo tildados de fascistas. Incluso un cinéfilo como Quentin Tarantino se ha atrevido a afirmar que John Ford es un racista (quizá es que no ha visto El sargento negro -1960- o no ha entendido esa oscura obra imperecedera llamada Centauros del desierto -1956-).
Los grandes estudios ya no miran al Oeste. La épica no está de moda. Cada año se estrenan unos cuantos westerns que suelen pasar más o menos desapercibidos, algunos de ellos españoles –Una noche en el viejo Méjico (2013), de Emilio Aragón, o Blackthorn (2011) de Mateo Gil. En ocasiones ni siquiera caemos en la cuenta de que realmente son westerns –Mad Max: Furia en la carretera (2015), El libro de Eli (2010), El Llanero Solitario (2013), No es país para viejos (2007) o El último desafío (2013), este último con Schwarzenegger en el papel de sheriff. Igual suerte corre la televisión: El Virginiano y Bonanza han dado lugar a series más complejas y shakespeareanas como Hatfields & McCoys o Deadwood; y podemos hallar trazas del viejo Oeste hasta en The Walking Dead.
Slow West es una de las últimas aproximaciones al universo del salvaje Oeste. Lejos de tener los modos de los clásicos americanos, su inspiración la encuentra en el western europeo aunque haya sido rodada en Nueva Zelanda. Fue dirigida por el primerizo John Maclean. Es un western extraño, minimalista, donde los pequeños detalles priman sobre el conjunto. Una pequeña película y una gran historia de amor narrada a salto de flash back. La historia de un muchacho escocés que cruza el Oeste en busca de su amada contiene un aire de ensoñación, de realismo mágico. Está salpicado de un humor negro desconcertante que contrasta con su aire ingenuo casi naif. La música es anticlimática, las situaciones rozan lo absurdo y las balas parecen contadas hasta que estalla la tormenta. Lo mejor es sin duda Michael Fassbender en el papel del bandido Silas. El actor irlandés parece demasiado grande para las hechuras de la película, su compañero y protagonista es el australiano Kodi Smit-McPhee, conocido por su papel de niño en The Road (2009) y por interpretar al en apariencia frágil hijo de Kirsten Dunst en ese western que no es un western titulado El poder del perro (2021). Si bien Slow West tiene carencias narrativas y un presupuesto más que ajustado, es de agradecer la búsqueda de nuevos caminos para contar las historias del salvaje Oeste.
Maclean coge el relevo de otros directores que en lo que va de siglo han cruzado los grandes espacios y se han acercado a la mítica de las praderas. Algunas de estas películas están lejos de ser buenas, como Appaloosa (2008), que es una cinta fallida, buenos actores, buenos decorados, buena fotografía, mal guion y peor dirección. A la historia se le notan las costuras y Ed Harris no acierta como director. Los diálogos son insulsos y la acción es mínima y llena de tópicos. Harris y Viggo Mortensen se encuentran perdidos en la nada, vagan por la pantalla sin saber qué hacer mientras Renée Zellweger está completamente desaprovechada.
[…]
Este artículo completo se publica en el monográfico nº 4 (Western) de FilaSiete.
¿Conoces nuestro Monográfico sobre Western?
Más información aquí
Suscríbete a la revista FilaSiete