Emma.: créditos de la película
Créditos de la película Emma. | Jane Austen no pasa de moda. Sus seis grandes novelas han sido trasladadas a la pequeña y gran pantalla en numerosas ocasiones, en forma de película y de serie. La última adaptación de Emma, publicada por primera vez en 1815 por John Murray, ha corrido a cargo de la directora Autumn de Wilde y la guionista Eleanor Catton; una versión fiel a la novela original, protagonizada por Anya Taylor-Joy.
Las tramas de las novelas de Austen transcurren en el contexto socio-histórico del siglo XIX, aportando un fiel retrato de sus coetáneos. Sus semblanzas ponen de manifiesto temas de candente actualidad, como el feminismo; y asuntos controvertidos del momento como la vacuidad de los cánones y normas que regían los círculos sociales, las notables diferencias entre estratos o el poder de las clases altas y su destreza para la manipulación. En cualquier caso, sus personajes, de pronunciado carácter, se adecúan con solidez y realismo al espacio y circunstancias que les son asignados en los diferentes relatos.
Emma encarna el papel de una heroína un tanto atípica: una joven rica y caprichosa que se erige en casamentera de sus conocidos y allegados. Es el eje de la narración, y la secuencia de créditos inicial se centra en presentar sucintamente su figura. Desde un punto de vista formal esta pieza audiovisual se integra en el filme, si bien, por su construcción, podría considerarse independiente, por gozar de elementos retóricos, y un discurso inherente que le convierte en vehículo expresivo per se, susceptible de generar emoción. En apenas dos minutos retrata a la protagonista sin necesidad de diálogos, evocando en su disposición las películas de cine mudo. A modo de rótulo preliminar encontramos unas palabras sobre fondo negro, que describen a la protagonista y ponen en contexto al espectador: Emma Woodhouse, handsome, clever and rich, had lived nearly twenty-one years in the world with very little to distress or vex her [Emma Woodhouse, guapa, inteligente y rica, ha vivido casi veintiún años en el mundo con muy poco que le angustie o moleste].
Los títulos condensan el clímax y el tono de la película, revelando, en todo momento, la experiencia previa de la cineasta en el ámbito del diseño y la fotografía. El exquisito cuidado de la forma, como medio para llegar al fondo de la historia y de los personajes, obsequia al espectador con una irresistible propuesta visual, integrada por juegos de color y simetrías, que recuerdan el cine de Wes Anderson. Empapados de armonía y elegancia, los títulos captan la atención del espectador y asumen el rol de pórtico de entrada al restringido universo de Emma.
A lo largo de la narración se encadenan sucesos cómicos y vicisitudes que, si bien pueden resultar anecdóticos o secundarios, en último término confluyen y contribuyen a describir el proceso de maduración de la protagonista. La secuencia de créditos sintetiza esta evolución a través de la luz, el color y la sucesión de escenarios tras presentarnos, en un primer plano, el confortable despertar de Emma. Vestida con un traje de muselina y algodón blanco, acorde con la moda del momento, la secuencia nos muestra a la protagonista en tres marcos diferentes en el transcurso del amanecer: un jardín, el invernadero y el interior de la mansión. El plano general del extenso vergel, a la luz aún mortecina de la aurora, nos emplaza en la experiencia de libertad y despreocupación que marca el día a día de Emma. En el invernadero, ligeramente iluminado por los primeros rayos de sol, la señorita Woodhouse se confunde entre las flores: inhala su perfume, se recrea en su belleza y elige aquellas que considera adecuadas y listas para seccionar. Emparejar de modo conveniente unas con otras, como en la disciplina del amor, requiere perspicacia, vanidad y un toque de humor.
La secuencia toca su fin en el interior de la mansión. Con luz cálida y tonos pastel, un plano entero centra la silueta de Emma, que avanza por un pasillo hacia el espectador con el ramo entre sus manos, como novia que camina hacia el altar. En este instante emerge el título del filme. Las letras flanquean a derecha e izquierda la figura de la protagonista, emplazándola en el centro de la composición. Este esquema se reproduce en los diferentes carteles promocionales de la película. La palabra Emma, escrita en tipografía clásica serif, incorpora un punto final a la caligrafía, un signo estilístico propio de la época.
La banda sonora de la película combina melodías folclóricas con voces operísticas. Música folk y Mozart marcan a un tiempo el compás de las escenas durante dos horas. En los títulos de obertura escuchamos el tema Emma Woodhouse, una pieza de ópera de David Schweitzer e Isobel Waller-Bridge. Esta partitura contribuye a elevar, si cabe, el derroche estético del filme: una historia sobre la ligereza de la alta sociedad de la campiña inglesa que se ha convertido, por méritos propios, en un clásico atemporal.
Suscríbete a la revista FilaSiete