Perico Vidal: Grandes olvidados del cine español
De todos los grandes directores con los que trabajó Perico Vidal, fue el británico David Lean con el que mantuvo una relación muy estrecha, iniciada en el rodaje de Lawrence de Arabia.
No fue en España donde nació Pedro Vidal, más conocido como Perico, sino en París hace 90 años; algo después su madre y él se instalaron en Barcelona. No era muy dado a hablar de esta época y prefería hacerlo desde el momento en el que el cine se cruzó en su vida, y vaya cómo lo hizo.
Para algunos, fue el ayudante de dirección más importante que ha habido en España; no debutó con cualquiera, sino con el mismísimo Orson Welles. Fue íntimo amigo de Frank Sinatra, al que define como «demócrata de pura cepa y antifranquista hasta la médula» (al parecer, solía insultar a Franco escribiendo en el remite de sus cartas «Franco is an asshole»). Sinatra colmaba de regalos y atenciones (vuelos en jets privados y suites en el Waldorf Astoria de Nueva York) a Perico Vidal, que asistió a los vaivenes emocionales de éste y Ava Gardner, tanto dentro como fuera de España; de esta diva recuerda su perfecto español al insultar. También conoció a Tennessee Williams; Jane Fonda fue testigo de su boda; cenó con John F. Kennedy cuando todavía era senador demócrata; fue la mano derecha de David Lean y estuvo en el set de rodaje de Con faldas y a lo loco, donde Marilyn Monroe le dio su número de teléfono y Billy Wilder no le causó demasiada buena impresión, por la que denomina muy gráficamente como «mala leche de borrega negra». Todo esto y mucho más se cuenta en un excelente libro, que se lee de una sentada (Big Time: la gran vida de Perico Vidal), escrito por Marcos Ordóñez, autor de otra excepcional biografía, la de Alfredo Landa.
Conoció a Orson Welles durante una entrevista en Cannes; éste le comunicó que iba a rodar en España Mr. Arkadin y le preguntó si aceptaría ser su ayudante. Cuando Vidal le dijo que carecía de conocimientos técnicos, el genial Welles le respondió: «¿la técnica? Si eres idiota tardarás quince minutos en aprenderla; si eres normal, diez». En esta película coincidió con Tedy Villalba, que, a pesar de no haber cumplido aún los 20 años, ya llevaba cinco en activo en el cine y le quedaba por delante una apasionante carrera en producciones de Hollywood. Ambos volverían a encontrarse en muchas ocasiones y se convirtieron en fieles compañeros de mil y una batallas en el fantástico mundo de los rodajes de Hollywood en España.
Perico Vidal trabajó a las órdenes de Joseph L. Mankiewicz en De repente el último verano, pero no guardaba buenos recuerdos de esta película por el seco y malhumorado carácter de su director y por el excesivo divismo de su protagonista, Elizabeth Taylor, que no sale precisamente muy bien parada en la biografía de Vidal escrita por Marcos Ordóñez. También conoció a otra gran musa del cine, Brigitte Bardot, pero, curiosamente, la mejor vivencia que guardaba de La mujer y el pelele, donde coincidió con ella, fue la posibilidad de disfrutar del «afilado sentido del humor, muy serio y seco, a lo Buster Keaton» de Juan Belmonte, dado que parte de la película se rodó en su finca.
Otra figura que le causó muy buena impresión fue Nicholas Ray, con quien trabajó en Rey de reyes. Estuvo a punto de repetir la experiencia en 55 días en Pekín, pero no pudo finalmente porque el rodaje tuvo lugar en las mismas fechas que Viridiana, de Luis Buñuel. Generoso y afable («Nick no llegaba a las manos ni que le mentaran a su madre»), Nicholas Ray era hombre de pocas palabras, a veces excesivamente críptico y en otras ocasiones poseeedor de un humor caústico, como en la anécdota que rememora Vidal: en la secuencia del intento de lapidación de María Magdalena, el actor que daba vida a Judas tardaba demasiado en dejar caer su piedra llevado por su formación de actor del «Método», hasta que a Ray no le quedó otra que interrumpir su actuación y gritarle: «es una puta piedra, no un cheque de mil dólares».
De todos los grandes directores con los que trabajó, fue el británico David Lean, definido por Perico Vidal como «un cruce de maestro, mi mejor maestro, y mi hermano mayor», con el que mantuvo una relación muy estrecha, iniciada en Lawrence de Arabia. Lean era un cineasta muy especial, capaz de preguntarle a un eléctrico o a un carpintero cómo veía cierta secuencia y cómo la haría; del mismo modo, no tenía el menor reparo en reconocer que era mejor hacerlo así y llevarlo a cabo. Uno de los primeros grandes retos que tuvo que solventar Vidal en este rodaje era el de conseguir que los 800 figurantes aclamaran con todo entusiasmo a Lawrence de Arabia en su llegada al cuartel del general inglés, en una Sevilla transformada para el cine en Jerusalén. Para lograrlo se le ocurrió decir que en el coche iba el torero Antonio Ordóñez, tremendamente popular en la época, disfrazado. Así fue: lo vitorearon como si les fuera la vida en ello. Tal como recuerda en sus memorias, «aún debe quedar gente en Sevilla convencida de que Antonio Ordóñez apareció en una secuencia de Lawrence de Arabia«. Gracias a esta singular muestra de ingenio, se labró fama de «conseguidor» y poco después era requerido para obtener dos mil ratas en Desde Rusia con amor, de Terence Young.
Lean le llamó de nuevo para Doctor Zhivago, rodada casi en su totalidad en España a lo largo de nueve meses. Fue una experiencia tan intensa que, como recuerda Vidal, «cuando acabó el rodaje todos llorábamos. (…) No queríamos que aquello terminara. Creo que no me ha sucedido con ninguna otra película». Responsabilidad suya fue la selección de Julie Christie para la protagonista femenina, Lara, aunque estuvo a punto de frustarse dada la extrema impuntualidad de ella y la maniática precisión horaria de David Lean. Por su labor en esta película, el genial cineasta británico envió a Perico Vidal un cheque por valor de 50.000 dólares (toda una fortuna en la época), a cuenta de los beneficios que estaba dando en taquilla, y al margen del sueldo que cobró en su día, como muestra de agradecimiento.
En La hija de Ryan, rodada en Irlanda, fue el único español del equipo y además con mando en plaza, algo que no aceptaron de buen grado muchos de los técnicos ingleses. Previamente, viajó a Los Ángeles con el encargo de David Lean de convencer a Marlon Brando para uno de los personajes principales; tal vez debió ser de las contadas ocasiones en las que no logró su cometido.
La relación con Lean estuvo a punto de prolongarse en Pasaje a la India, su última película, pero Vidal no atravesaba por su mejor momento personal. Tiempo después surgió el proyecto de Nostromo para el que Lean quiso contar también con su más fiel colaborador. Spielberg se mostró muy interesado en producirla, pero por una serie de circunstancias la relación entre éste y Lean se enfrió, el proyecto fue dando vueltas y, por desgracia, finalmente quedó inédito.
La carrera de Perico Vidal estuvo muy unida a la de David Lean, pero al margen de esto fue un auténtico testigo de excepción de una época dorada del cine de Hollywood, y más concretamente del rodado en España. Es uno de los grandes nombres de nuestra cinematografía, que merecería ser reivindicado y honrado en justa medida por su papel tan relevante.
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