José López Rubio: Grandes olvidados del cine español
A mediados de los años 70 José López Rubio comenzó a hacer traducciones y adaptaciones de doblajes de destacadas películas norteamericanas: El Padrino, La naranja mecánica y Jesucristo Superstar, entre otras.
En 2021 se cumplió el vigésimoquinto aniversario de la muerte del escritor, dramaturgo, guionista y director de cine José López Rubio, nacido en Motril (Granada) el 13 de diciembre de 1903.
Ya desde niño mostró afición por la escritura (tenía solo 15 años cuando escribió su primera obra de teatro). Simultaneó sus estudios en la Facultad de Derecho de Madrid con diversas colaboraciones literarias en algunas de las publicaciones de los años 20: Blanco y negro, La Esfera y Buen humor. Poco después debutó como dramaturgo y publicó sus primeros relatos.
Fue en la siguiente década cuando, gracias al cine, su vida y su labor como escritor dieron un notable vuelco al ser contratado por la Metro-Goldwyn-Mayer como traductor, redactor, adaptador y director de diálogos de las versiones en castellano de las películas norteamericanas producidas por este estudio. Llegó a Los Angeles a finales de agosto de 1930 y a lo largo de ocho años y medio participó en más de una treintena de películas (también para la Fox), convirtiéndose en el español más activo en su faceta en el Hollywood de esa época. Allí, adonde llegó con solo 26 años tuvo, en sus propias palabras, “su primer automóvil, su primera casa y su primer criado”. Aquellos fueron años de gloria para él y su círculo de amigos en California, Jardiel Poncela, Neville y Tono, que se codearon con grandes estrellas como Douglas Fairbanks, Boris Karloff, Charles Chaplin, Groucho Marx, Gloria Swanson, Greta Garbo, Stan Laurel y Oliver Hardy. De hecho, su primer encuentro, al poco de llegar a Los Angeles, tuvo lugar en una sauna de un lujoso bungaló de Douglas Fairbanks, al que asistió invitado por Edgar Neville, y en el que también se encontraban Samuel Goldwyn y Charles Chaplin, que hablaba algo de español. Como llegó a afirmar Scott Fitzgerald, la de Chaplin era “la casa de España”, por la cantidad de nacionales que la frecuentaban. El propio López Rubio recordaba haber visto “a Tono y a Eisenstein muertos de risa, contándose chistes, que nadie sabía cómo se entendían”. Prueba de la gran complicidad existente entre Chaplin y López Rubio es que éste tiene un pequeño papel, junto a Edgar Neville y Eduardo Ugarte, en una secuencia nocturna de Luces de la ciudad, que trascurre en las calles de Nueva York.
Regresó a España poco antes de estallar la Guerra Civil con la intención de debutar como director, pero el proyecto se truncó debido al inicio de la contienda. Volvió a Los Angeles para trabajar de nuevo con la Fox, pero finalmente decidió instalarse provisionalmente en México y luego en Cuba. Rechazó la idea de vivir en el exilio por lo que al acabar la guerra volvió a España, donde esta vez sí pudo llevar a cabo el proyecto que tuvo que cancelar años antes, La malquerida.
La corta filmografía de José López Rubio como director (apenas siete películas) se concentra entre 1940 y 1947. Algunas de éstas eran adaptaciones literarias de textos escritos por Jacinto Benavente (La malquerida), Pedro Muñoz Seca (la comedia Pepe Conde, que tuvo su secuela en El crimen de Pepe Conde) y Alfonso Paso (Sucedió en Damasco). A pesar de tan pocos títulos, abordó diversos géneros como el cine histórico, la comedia, el drama e, incluso, el cine de ínfulas patrióticas (Alhucemas, sobre el célebre desembarco, su última película como director). Fue en este periodo cuando escribió Panorama del cine español, su único libro sobre esta manifestación artística.
Concluida su etapa como director (“no tardé en darme cuenta de que para mí el cine no tenía interés. No hacía lo que me gustaba. Había nacido para el teatro y era lo mío”), se dedicó en cuerpo y alma a la escritura, tanto como dramaturgo, articulista del diario ABC y guionista. Aunque colaboró con cineastas del prestigio de Benito Perojo, Francisco Elías (María de la O) y Florián Rey, estableció un fuerte vínculo personal y profesional con Rafael Gil, para quien llegó a escribir los guiones de nueve películas, en una relación iniciada en 1963 y concluida catorce años después.
A mediados de los años 70 comenzó a hacer traducciones y adaptaciones de doblajes de destacadas películas norteamericanas: El Padrino, La naranja mecánica y Jesucristo Superstar, entre otras.
Más reconocido por su faceta literaria que cinematográfica, José López Rubio formó parte de la denominada “Otra Generación del 27”, integrada también por Miguel Mihura, Edgar Neville, Tono y Enrique Jardiel Poncela. Además, fue adaptador y traductor de Molière, Faulkner y Wilde, entre otros, y se convirtió en uno de los primeros escritores cinematográficos en ingresar en la Real Academia de la Lengua, donde ocupó un sillón desde 1982 hasta su fallecimiento el 2 de marzo de 1996. Su discurso de ingreso fue precisamente sobre “La otra Generación del 27”, donde predominaba el humor frente a la poesía. Atesoró una espléndida biblioteca, formada por más de 10.000 libros y publicaciones sobre teatro (algunos del siglo XVIII, como los ocho volúmenes de las Obras completas, de Molière) que fue adquirida parcialmente por el Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía en 1991.
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