Títulos de crédito James Bond: Craig vs Bond vs Kleinman
Títulos de crédito de James Bond | La saga de 007 – James Bond recrea el espíritu que anida en las obras originales de Ian Fleming, conformando un universo de conspiración internacional y espionaje al que se añaden dos piezas audiovisuales no originarias del escritor: la secuencia Gunbarrel y los títulos de crédito iniciales.
Para diseñar bien no basta saber la técnica ni manejar las herramientas. Como indicaba Steve Jobs, «para diseñar algo verdaderamente bien, primero tienes que entenderlo. Entender en profundidad de qué se trata». Los títulos de crédito constituyen para el diseñador un reto, debido a su brevedad y a la relación que han de establecer con el argumento narrativo del filme. Para que cumplan su fin, esto es, construyan el ambiente adecuado y actúen como pórtico de la película, es necesario que el diseñador comprenda el espíritu y la personalidad de la segunda, de forma que el diseño de la secuencia esté impregnado de ambos.
James Bond es la franquicia cinematográfica más longeva hasta nuestros días, con veinticuatro entregas en su haber, a expensas de su próximo estreno: Sin tiempo para morir (2020), previsto para el 1 de octubre. Su protagonista, el agente 007, se ha convertido en un icono a escala internacional gracias a la gestión creativa de los atributos que conforman su personalidad. La saga, más que una adaptación literal, recrea el espíritu que anida en las obras originales de Ian Fleming, conformando un universo compuesto, entre otros ingredientes, de conspiración internacional y espionaje, acción, villanos, mujeres, lugares exóticos, elegancia, tecnología y dos piezas audiovisuales no originarias del escritor: la secuencia Gunbarrel y los títulos de crédito iniciales. Una amalgama de elementos que constituyen el ADN exclusivo de 007.
Desde 1962 hasta nuestros días han sido seis los actores encargados de dar vida al agente del MI6. Todos han contribuido a construir la imagen de James Bond que pervive en nuestra mente. No obstante, la llegada de Daniel Craig en 2006 marcó un punto de inflexión en el modo de abordar el personaje de ficción, apostando por el retorno al sujeto original, al inicio de la historia. Este empeño por reinventar 007 se tradujo en un giro hacia un enfoque más humano del protagonista, mostrando su lado vulnerable; los rostros que formaron parte de su historia se entremezclan entre disparos, violencia, luchas, amor y efectos especiales, dejando en evidencia un presente sellado por la traición y su trágico pasado.
Títulos de crédito de James Bond – Daniel Craig
Las secuencias de títulos correspondientes a las películas protagonizadas por Craig, a excepción de Quantum of Solace (2008), han sido diseñadas por Daniel Kleinman. Procedente del ámbito de la publicidad, este director de videoclips musicales y spots comerciales ha trabajado para Guinness, X-Box y Chrysler, entre otros, obteniendo numerosos premios por su trabajo en Cannes, D&AD y New York One Show. En 1995, tras la muerte de Maurice Binder, artífice de la secuencia Gunbarrel, asumió el diseño de los títulos de crédito de la saga Bond, manteniendo el espíritu original. Los openings de 007 están integrados por una serie de elementos que se repiten con independencia del argumento narrativo que acompañen: siluetas femeninas, armas, violencia, formas gráficas en movimiento, un uso refinado de la tipografía, y el empleo de gamas cromáticas constituidas principalmente por colores primarios, blanco y negro. De ahí que Radatz (2012) afirme que los minutos que componen estas piezas audiovisuales se han convertido en género en sí mismos.


Daniel Craig debutó en el papel del personaje en la película Casino Royale (2006), título correspondiente al primer libro de Fleming. El hilo de la secuencia de créditos de apertura pivota en torno a la conversión de Bond en agente 007. Nos encontramos, ante un opening que busca eliminar todo aquello que no esté directamente relacionado con el personaje de James Bond. En este sentido, en los fotogramas previos al mismo, asistimos a una secuencia Gunbarrel con ligeras variaciones respecto a su diseño original. Tomando como punto de partida la temática del casino, los títulos se añaden sobre espacios decorados a partir de patrones y motivos similares a los que ilustran las barajas de juego; las cartas, ruletas y rasgos de los palos de la baraja francesa danzan entre disparos y armas, regalando al espectador una obra gráfica sumamente expresiva. La secuencia discurre sobre ilustraciones, colores planos, siluetas, figuras y espacios bidimensionales construidos a partir del principio de simetría. Dominan la secuencia el rojo sangre, el verde casino, el lujo dorado, los primarios azul y amarillo, y el blanco y negro inherente al espionaje.
A diferencia de secuencias anteriores, Kleinman elude en Casino Royale (2006) el uso de figuras femeninas, temática estrechamente ligada con la imagen de marca del protagonista. La referencia a esta cuestión es mínima pero elocuente: el semblante de Vesper Lynd, encarnado por Eva Green, da vida fugazmente al rostro de la reina de corazones, la única mujer que gobernó el corazón de Bond.
Lejos de mostrar un personaje estereotipado, la pieza audiovisual glosa el quid del guion del filme. Los elementos gráficos, acompañados por la voz de Chris Cornell, que interpreta el tema principal, You know my name, anticipan los numerosos escollos y contrincantes que Bond deberá sortear antes de llegar a la meta. En la narración se aprecia un quiebro en el instante en que la cámara enfoca dos disparos sobre la carta del siete de corazones, y aparece el siguiente mensaje: «007 status confirmed«. El ritmo trepidante de la secuencia se torna sosegado y la silueta de Bond se acerca al objetivo para mostrar su rostro.


Si Casino Royale (2006) centra su atención en la historia de amor y traición, Skyfall (2012) se remonta a los orígenes de Bond, poniendo el foco de atención en sus vivencias, en el pasado. Como indica la letra de la canción interpretada por Adele, Skyfall es el final y el principio, donde empieza y termina todo.
Ad hoc con este enfoque, la secuencia constituye un resumen conceptual de la trama del filme. Por ella discurren lugares y piezas clave, provocando en el espectador cierta sensación de déja vu en el transcurso de la película. Kleinman interpreta el argumento de la misma en clave de introspección: los recuerdos de 007 se deslizan entre fantasmas, muerte, tumbas y paisajes surrealistas, dejando al descubierto los conflictos y miedos presentes en su mundo interior.


A diferencia de Casino Royale, que optaba por una estética gráfica, Skyfall recupera la fotografía digital. Las icónicas imágenes abordan la psique de Bond, transitando del mundo real y objetivo, al universo interior, subjetivo. Un botón de muestra lo constituyen las formas de Rorschach que se vislumbran tras el desdoblamiento de las figuras femeninas; o el plano con espejos, representación de sus miedos y sombras. La muerte acecha a cada paso, omnipresente en toda la secuencia: senderos flanqueados por puñales y pistolas, lápidas, destrucción, calaveras… El azul nos sumerge en lo profundo, allí donde habitan los miedos y recuerdos. Las gotas de sangre tiñen de rojo y muerte la mansión que simboliza su infancia. La violencia externa de Casino Royale da paso a un forcejeo más sutil, menos vehemente pero no menos cruel.
En Skyfall la secuencia Gunbarrel está suplantada por la silueta de Bond que, pistola en mano, surge al final de un pasillo iluminado, al compás de dos acordes del tema James Bond, compuesto por John Barry y Monty Norman para la cinta Dr. No (1962). Una entrada más sofisticada cuya función básica continúa manteniéndose intacta.


Spectre (2015) comporta un punto intermedio entre el retorno a las clásicas secuencias de Bond, selladas por explosiones, contornos femeninos e imágenes sensuales, y la referencia fugaz al pasado reciente, sus aliados y adversarios. Enlaza así con las entregas anteriores, reforzando el giro en el enfoque del personaje que comenzó en Casino Royale. En este opening se entremezclan imágenes del presente con el pasado encarnado en los rostros de Le Chiffre, M (Judy Dench), el villano Raoul Silva y la muerte de Vesper Lynd. Mientras los recuerdos se rompen en añicos al ritmo de Jonny Greenwood, el presente se muestra inquietante sometido por los tentáculos que le aferran y envuelven.
La imagen del pulpo ocupa un lugar clave en la secuencia. Más allá de constituir el símbolo de Spectre, su significado se extiende al concepto de manipulación. Los chorros de tinta empañan y desdibujan el ayer, mientras sus extremidades manejan el hoy y ahora. En la secuencia se alternan colores grises, oscuros, fríos, símbolo del mundo del mal oculto, con la luz que desprenden las llamas que emergen tras sucesivas explosiones. El resultado son imágenes poderosas, de fuerte contraste, dinámicas y sugerentes.


La intimidante presencia de los ojos evoca la obra surrealista de Dalí, utilizada por Hitchcock en su película Recuerda (Spellbound, 1945), si bien difiere el contexto y concepto que encierra: la interpretación de un sueño en Recuerda, la vigilancia y el control abrumador en Spectre.
Casino Royale, Skyfall, Spectre: los títulos de James Bond destilan la marca, al tiempo que establecen el tono adecuado del filme. Pese a utilizar reiteradamente una serie de elementos comunes, atributos del personaje de ficción, su aplicación en función del argumento narrativo de la película concluye en piezas audiovisuales de notable valor en el aspecto gráfico y estético, con toques de asombro y emoción. Los títulos en la saga 007 se presentan como unidad indivisible en el conjunto narrativo, alzándose como componentes distintivos de la misma, etiquetados en su fidelidad al espíritu original de la obra de Ian Fleming.
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