Mucho Crédito: Atrápame si puedes
Los títulos de Atrápame si puedes compendian la trama narrativa del filme, a modo de síntesis plástica. El relato identifica a los protagonistas, desvelando parte de los acontecimientos de la trama y dejando clara la tónica de la película.
Tras rodar Artificial Intelligence (2001) y Minority Report (2002), Steven Spielberg acometió el rodaje de su vigesimosegundo largometraje: Atrápame si puedes (Catch Me If You Can, 2002).
La tercera película del cineasta estadounidense en solo dieciocho meses, narra la historia de Frank Abagnale Jr.: falsificador e impostor, nacido en el año 1948, se hizo pasar antes de cumplir los veinte años por médico, piloto de avión y abogado. Este sofisticado thriller, en el que cabe todo -aventura, drama, romance, comedia y suspense-, constituye un homenaje a los filmes de espionaje y estafas de los años sesenta. Gracias a la elaborada y deslumbrante reconstrucción histórica realizada por Jeannine Oppewall y Sarah Knowles; la cálida y dorada iluminación de Janusz Kaminski; el vestuario de época de Mary Zophres; y la magistral banda sonora de John Williams, el espectador se sumerge en un mundo idílico y atrevido, propio de los largometrajes de la década, donde conviven elegancia y seducción junto a soledad y desengaño. Un retrato de una década marcada por cambios sociales y culturales, ideales frustrados, confrontaciones internacionales, movimientos revolucionarios y la irrupción de numerosas corrientes de protesta.
La película comienza con la memorable secuencia de créditos de Kuntzel y Deygas, una magnífica mezcla entre lo clásico y lo moderno, en plena sintonía con el conjunto de la cinta. El estilo sesentero del Arte Pop, influenciado por el dadaísmo, las técnicas de collage y el fotomontaje, la publicidad, los cómics y el cine, impregna un opening rebosante de expresividad, colores planos, brillantes, saturados y siluetas con aspecto de «hecho a mano», tan propio de artistas de la época como el gran Saul Bass.
Los títulos de Atrápame si puedes compendian la trama narrativa del filme, a modo de síntesis plástica. El relato identifica a los protagonistas, desvelando parte de los acontecimientos de la trama y dejando clara la tónica de la película: la tenacidad de un policía para capturar a su presa y la habilidad del segundo para escapar de sus manos cambiando de guardarropa con el fin de acceder a mundos diferentes. Acorde al ritmo dinámico del conjunto de la obra, texto, color y forma fluyen entre plano y plano. La tipografía posee elevada carga expresiva. Los remates lineales de las letras se prolongan verticalmente, tornando en puerta de entrada y salida de los diferentes escenarios, en el motivo que conecta o separa los elementos de la composición. El carácter propio de la línea, direccional y enérgico, contribuye a su erección en nexo y vehículo visual entre imágenes, desplegando su elocuente capacidad de comunicación al integrarse en la ilustración. La disposición del nombre de la película en el conjunto de títulos resulta de particular interés por constituir un resumen del argumento de la propia película: el «me», en color blanco, se esfuma al pasar el avión, como si de una nube se tratase, simbolizando la huida frenética de Frank de un lugar a otro y su pericia para la fuga.
Olivier y Florence utilizan de forma recurrente la combinación de elementos con diferente escala para generar contraste y movimiento. El juego de proporciones facilita la colocación de los elementos en diferentes planos, confiriendo profundidad y tensión al diseño bidimensional. Más allá de la función práctica, se sirven de este recurso para plasmar, sin solución de continuidad, la habilidad del estafador a la hora de cambiar de registro e integrarse en nuevos ambientes, incidiendo al tiempo en su desenvoltura para dar esquinazo a quien le persigue.
A lo largo de la obra cinematográfica el color se utiliza no solo para delimitar la época, sino para subrayar las emociones dentro del relato. En paralelo al filme, el color posee en esta pieza audiovisual una carga emocional y conceptual que traspasa el ámbito estético para contribuir a la recreación de la atmósfera propia de las locaciones y numerosas profesiones adoptadas por el camaleónico personaje. Repletos de simbolismo, los colores escogidos aportan realidad y expresividad al relato. El azul reproduce las escenas del aeropuerto, simbolizando el cielo y la puerta de salida para llegar al otro lado del mundo en cuestión de horas, en un intento por conservar la libertad material. El taxi amarillo nos sitúa en Nueva York. El acorde cromático amarillo y naranja alude al calor, invitando en la piscina a darse un chapuzón. El verde, característico de los hospitales por ser el que menor tensión visual provoca en el ojo, indica su estafa al hacerse pasar por flagrante médico; el rojo, propio de los licenciados en Derecho, apunta su entrada en el despacho; mientras el rosa encarna la delicadeza, la elegancia y el glamour de la fiesta nocturna. No obstante, el empleo de estos colores se encuentra estrechamente relacionado con la evolución del personaje a lo largo del filme.
Como señalaba Oppewall, «cuando se ve a Frank por primera vez, tiene una vida normal, bastante monótona y su entorno también es monótono y monocromático. Según va mejorando, los colores son cada vez más locos. Cuando alcanza la cima del fraude, pudimos jugar con colores vibrantes como el naranja y el amarillo, el rojo y el rosa. Luego, hacia el final, cuando se interna en la burocracia, todo vuelve a ser relativamente monocromático. Es fascinante seguir la evolución del personaje». Una evolución circular, como circular es el uso del color en la secuencia.
En la banda sonora de Atrápame si puedes encontramos una acertada mezcla entre lo tradicional y vanguardista, erigiéndose como insuperable conjunto de ritmo y melodía. Estuvo nominada al Oscar a la mejor banda sonora en 2002, y a los Premios Grammy por la mejor banda sonora de medios audiovisuales. Pieza distinguida de la partitura es el rítmico motivo compuesto por Williams para la secuencia de créditos, Atrápame si puedes, que recuerda a las bandas sonoras del maestro Henry Mancini. Esta melodía contribuye a dotar de vida la secuencia, preparando al espectador para una carrera frenética, sin tregua, que deja exhausto y sin aliento al auditorio.
El concepto artístico de la elegancia, no solo en su sentido más evidente, sino en aspectos esenciales del arte cinematográfico, está presente a lo largo de toda la película. El gusto y delicadeza de los títulos de crédito de Atrápame si puedes captan la atmósfera que se respira a lo largo del filme, transmitiéndosela al espectador desde el primer instante. Su creatividad, estética y perfecta compenetración entre animación y música en el marco de una divertida persecución, dan como fruto una secuencia deliciosa, formidable, sorprendente.
- Año: 2002 (Steven Spielberg)
- Diseñadores: Olivier Kuntzel, Florence Deygas
- Estudio: Nexus Productions / Add a Dog