Mucho Crédito: L. A. Confidential

Ambientada en la década de los 50, L. A. Confidential narra la investi­ga­ción que llevan a cabo tres detectives con el fin de es­clarecer una intriga criminal, en la que están implicados varios agentes del Departamento de policía de Los An­geles.

El 16 de noviembre de 2018 falleció en Arizona, Estados Unidos, el diseñador, ilustrador y director de origen cu­bano Pablo Ferro. Su trabajo, rebelde y creativo, revolucionó el diseño de títulos de crédito. Irrumpió en el ám­bito cinematográfico en 1964 de la mano de Stanley Ku­brick con la realización del opening de Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb. Y, en sus cincuenta años de trayectoria profesional, contribuyó con memorables secuencias como The Ru­ssians are coming (1966), The Thomas Crown Affair (1968), Bullitt (1968), Stop Making Sense (1984), Beetle Juice (1988), To Die for (1995) o Good Will Hunting (1997), entre otras.

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En 1997 realizó la secuencia inicial de créditos de la pe­lícula L. A. Confidential, basada en la novela homóni­ma de James Ellroy. Dirigida por Curtis Hanson, fue ga­lardonada con numerosos premios, entre los que se en­cuentran dos estatuillas de la Academia.

Ambientada en la década de los 50, narra la investi­ga­ción que llevan a cabo tres detectives con el fin de es­clarecer una intriga criminal, en la que están implicados varios agentes del Departamento de policía de Los An­geles, y recuperar así el buen nombre del mismo. La cin­ta recibió numerosas críticas favorables por su excelente trama, y por incorporar elementos del género film noir con toques de suspense, acción y drama. Participó en la selección oficial del Festival de Cannes de 1997 y en 2015 la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos la consideró «cultural, histórica y estéticamente significativa», siendo seleccionada para su preservación en el Na­tional Film Registry.

Los títulos iniciales nos presentan, al ritmo de la can­ción Ac- Cent- Tchu- Ate the Positive, de Johnny Mercer, la seductora y peligrosa ciudad de Los Angeles. En se­senta y cinco planos la cámara revela al espectador di­ferentes semblantes de la misma. Con un zoom in sobre una tarjeta nos da la bienvenida («Greetings from California»), al tiempo que abre la ventana al espectador, ex­hibiendo ante su mirada, a través de panorámicas y tra­vellings, las turísticas costas, los barrios residenciales, las plantaciones de naranjos y los verdes territorios californianos. Los seductores y glamurosos rostros del film star de Hollywood se entremezclan con imágenes que retratan y escenifican el envidiable e idílico «Ameri­can way of life». Es la facción más publicitaria: Los Angeles, el paraíso terrenal.

L.A. Confidential (1997)
L.A. Confidential (1997)

Pero la metrópoli posee cara y cruz: no todo es «de anun­cio». Existe una cruda, cruenta y oscura trastienda en la que reina el crimen organizado. Es la cara oculta de un «Olimpo de los dioses» decadente. El hechizo de la di­versión y la prosperidad que se vende en los primeros fo­togramas se quiebra en el minuto 01:10 para dar paso a una visión más cercana a la realidad, cuajada de trágicos sucesos, fruto de la corrupción y la bajeza moral. Y es que el progreso, la innovación, el lujo, el chantaje, la vio­lencia, la droga…: todo cabe en este edén, lo muestre o no la radio, el cine o la televisión.

La secuencia combina imágenes reales de archivo, en tono sepia, con planos estrictamente cinematográficos, de colores saturados y luminosos, matizados por un fil­tro caliente. Esta composición contribuye a aportar fuer­za y autenticidad al discurso narrativo.

La tipografía Sans Serif, de color amarillo, interactúa con la imagen, como el sol que baña sus costas; escrita en mayúsculas, aparece centrada en la mitad inferior del es­pacio compositivo. El título de la película se presenta en un plano multipantalla, sobre un collage de imágenes, a modo de postal. La fuente tipográfica utilizada, li­geramente distorsionada y en ángulo, hace referencia a la portada original del libro de Ellroy. Si bien varía el to­no, tiñendo las letras en rojo, símbolo de la pasión, la vio­lencia y la sangre que coloreará el transcurso de la cinta.

El tema musical escogido para la secuencia contrasta iró­nicamente con la voz en off de Danny DeVito, que en­carna al periodista Sid Hudgens: cronista inquietante, siem­pre a la caza de la polémica, de las miserias y debili­da­des de las estrellas de la alfombra roja, nos presenta las luces y sombras de la metrópoli. Ajeno al mensaje que ronronea en las palabras de Mercer -acentúa lo positivo y elimina lo negativo-1, sus palabras introducen al es­pectador en la atmósfera adecuada para enfrentarse a los próximos ciento treinta y ocho minutos de metraje:

Come to Los Angeles! The sun shines bright, the beaches are wide and inviting, and the orange groves stretch as far as the eye can see. There are jobs aplenty, and land is cheap. Every working man can have his own house, and in­side every house, a happy all-American family. You can ha­ve all this! And who knows? You could even be discovered… become a movie star! Or at least see one. Life is good in Los Angeles… it’s paradise on Earth.

That’s what they tell ya, anyway. Because they’re selling an image. They’re selling it through movies, radio, and television. In the hit show “Badge of Honor,” the L.A. cops walk on water as they keep the city clean of crooks. Yep, you’d think this place was the Garden of Eden!

But there’s trouble in paradise… and his name is Meyer Ha­rris Cohen… Mickey C to his fans.Local L.A. color to the nth degree.And his bodyguard, Johnny Stompanato. Mi­ckey C’s the head of organized crime in these parts. He runs dope, rackets, and prostitution. He kills a dozen peo­ple a year! And the dapper little gent does it in style. And eve­ry time his picture’s plastered on the front page, it’s a black eye for the image of Los Angeles… because how can organized crime exist in the city with the best police for­ce in the world?

Something has to be done, but nothing too original, because hey! This is Hollywood! What worked for Al Capone would work for the Mickster. “Mr. Cohen, you are under arrest. Non-payment of federal income tax.” But all is not well. Sending Mickey up has created a vacuum, and it’s on­ly a matter of time before someone with balls of brass tries to fill it.

Remember dear readers, you heard it here first. Off the record… on the QT…and very… Hush-Hush.

Porque «la vida es bella en Los Angeles». Pero no todo es lo que parece: hay problemas. Y la secuencia realizada por Ferro los deja al descubierto, destilando al tiempo ele­gancia, atractivo, ruina y perversidad. Un preludio a la altura de uno de los mejores filmes de la década de los 90.

1La letra de la canción dice, entre otras cosas:
You’ve got to accentuate the positive / Eliminate
the negative / And latch on to the affirmative/
Don’t mess with Mister In-Between

⇒ Monográfico nº1: Cine negro

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