Ricard Terré. Buscando lo esencial
Ricard Terré nació en Sant Boi de Llobregat, Barcelona, en 1928, y falleció en Vigo, en 2009. Como indica Laura Terré, comisaria de la exposición e hija del artista, «su capacidad para la mecánica y su gusto por el arte, su extrema habilidad para el dibujo, confluyeron en la práctica fotográfica para dar como resultado una personalidad reconocible: preciso y literal en la transcripción de la realidad y arriesgado en la plástica. Incisivo y crítico, cargado de piedad y ternura».
En su fotografía se aprecia un estilo caracterizado por «saltarse las reglas». Terré conocía tan bien la técnica fotográfica que podía olvidarse de ella. Como él mismo señala, en caso contrario, la fotografía sería tan solo un «alarde de técnica» y eso no le interesaba.
En su obra podemos distinguir dos periodos de actividad: 1955-1969 y 1982-2005. Sin embargo, en estos años en los que dejó a un lado la fotografía, ni su estilo ni sus inquietudes artísticas variaron lo más mínimo. Cambia el entorno de las fotos, primero en Cataluña y después en Galicia.
Terré nunca vivió de la fotografía, que cultivó a su manera: dos o tres veces al año, iba a un lugar que le parecía propicio y tiraba 15 o 20 fotos en dos o tres horas. Antes de que todo empiece.
La espontaneidad de la fotografía de Terré es conmovedora, sin que exista en ella rastro de sensiblería. Huye Terré de la fotografía construida, artificial. La humanidad de su mirada (Terré, según cuenta su hija, era hombre profundamente creyente) adquiere una ternura especial con los más débiles y frágiles: la serie de la residencia psiquiátrica es bellísima.
Terré no tiene una idea preconcebida de la foto que quiere tomar, no buscaba ni creaba la foto. Sabía esperar y acertaba tomando al vuelo la escena que le «salía al paso». Le interesaba captar los momentos previos, cuando sus modelos no se hallaban posando ni realizando ninguna acción fuera de lo común.
Tres elementos están especialmente presentes en su obra: los niños, las celebraciones y la muerte. La predilección por el blanco y negro otorga una gran fuerza a las fotos de Terré, que confiesa no haber conectado mucho con las inquietudes de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, a la que acudió a formarse en Barcelona con grandes como Masats y Miserachs.
Algo que expresa adecuadamente esta búsqueda de la espontaneidad, es lo que el mismo Terré comentaba sobre el sentimiento del ser humano: «El hombre se expresa mucho más directamente en momentos de tensión interior, en los que las preocupaciones y las emociones hablan a través de la piel».
Es algo muy interesante para los psicólogos, acostumbrados a atender al comportamiento de la persona en aquellos momentos en los que se encuentra fuera de sus situaciones cotidianas, aquellas en las que sus emociones se ven alteradas. La teoría de la fotografía de Terré es sugerente y enormemente atractiva para cualquier amante de la fotografía, también para los que estudian la conducta humana y la teoría de la representación.
La observación de las fotos de Terré conduce a esa buscada tensión interna que supo ver Cartier-Bresson, que seleccionó una foto de Terré para una muestra organizada en París.
A Terré le gusta la gente. Es algo evidente después de recorrer esta hermosa exposición. Y adiestra su mirada para retratar la vida sin pedantería, con un don para atrapar el instante que hace que entendamos que el maestro comente al final de su vida que la fotografía digital, que lleva a algunos a tirar centenares de fotos para luego seleccionar, no le agrada ni le atrae, es más, piensa que daña a la fotografía como arte.
La exposición
La exposición, distribuida por el vertical espacio del depósito de agua del Canal, nos lleva por la obra de Terré empezando desde arriba, donde se proyecta un vídeo de 17 minutos que nos permite ver y oír a un Terré anciano hablando de su obra con una sencillez desarmante, compatible con la profundidad de un discurso de enorme coherencia ética y estética.
El centenar largo de fotografías que vamos contemplando al descender se aprecia mucho mejor tras escuchar a Terré. El relato de la foto de la niña de Primera Comunión es sencillamente encantador. La Comunidad de Madrid ha tenido el acierto de colgarlo en Youtube.
Camila Arias
Suscríbete a la revista FilaSiete