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Screwball Comedy: la respuesta a la Gran Depresión

Genios como Capra, Lubitsch o Hawks lograron que una película suya fuese la medicina más poderosa para alejar el desaliento

Sucedió una noche, de Frank Capra

Screwball Comedy: la respuesta a la Gran Depresión

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Allá por principios de los años 30 del siglo pasado, nace en Estados Unidos un subgénero inolvidable y bastante específico dentro del más amplio contenedor de la comedia romántica norteamericana: la Screwball Comedy. Sin duda su gestación se considera como reacción casi inmediata a la Gran Depresión. Genios como Capra, Lubitsch, Hawks, Cukor, Sturges, La Cava, Wilder y McCarey lograron que una película suya fuese la medicina más poderosa para alejar el desaliento.

Para desarrollar la fórmula, estos directores contaron con guionistas excepcionales como Robert Riskin, Charles Brackett, Garson Kanin y Ruth Gordon. Y con directores de fotografía portentosos como Joseph Walker y William Daniels. No faltaron montadores con un sentido del ritmo único como Gene Havlick y Gene Ruggiero. Tampoco compositores musicales de oído fino como Werner R. Heymann. Y diseñadores de arte superdotados como Cedric Gibbons. Y claro, actores arrolladores como Claudette Colbert, Carole Lombard, Irene Dunne, Rosalind Russell, Barbara Stanwyck, Jean Arthur, Katharine Hepburn, Clark Gable, William Powell, Fredric March, Gary Cooper, Cary Grant, James Stewart… formando parejas insuperables. Productores con olfato como Harry Cohn hicieron posible una tormenta perfecta: elegante, amenísima, sutil, divertidísima. Mezclaron todos estos artistas sabios la comedia de enredo y el retrato social con miradas precisas, incisivas pero amables.

Todo lo hicieron con un ritmo enloquecido, con un manejo sobresaliente del humor de situación, rescatando con sabiduría los gags que el slapstick inventó en el esplendor del mudo. Basta ver Sucedió una noche, La octava mujer de Barba Azul o Las tres noches de Eva para quedarse bizco ante tanto talento.

Las tres noches de Eva, de Preston Sturges
Screwball Comedy: Las tres noches de Eva (1941), de Preston Sturges

Y es que una buena historia de amor en una Screwball Comedy es casi siempre como un campo de minas. Los personajes tienden a moverse con más o menos cuidado por un terreno que enfangan de una forma cada vez más disparatada. Una buena historia de amor de este género suele transformarse en un campo de batalla de la guerra de sexos, con los dos bandos tirándose trastos el uno al otro. Y, en esta lucha, el hombre tiene las de perder.

De esta forma, el personaje femenino en las Screwball destaca por su modernidad. Son mujeres escandalosamente modernas, algo que puede extrañar a quien se acerca con el prejuicio de ver unas películas nacidas en los años 30 o 40 del pasado siglo. El cine siempre nos habla del presente en el que fue hecho, y en gran medida retrata el tipo de hombres y mujeres que somos o que nos gustaría ser. Y las mujeres Screwball son mujeres que encarnaban los valores más modernos de su tiempo: trabajan (o pelean el trabajar), visten pantalones, llevan peinados a lo bob, fuman, beben, bailan a ritmo de conga o de charleston, y se defienden seguras sobre sus tacones en cualquier mundo de hombres, incluso entre eruditos que escriben enciclopedias y paleontólogos miopes. Nada mal.

Monográfico nº 3 – Screwball Comedy

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