La exposición «Un banquete cruel. Pour Quoi?», de Ouka Leele, puede visitarse en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, hasta el 18 de mayo de 2014.
La artista y fotógrafa Ouka Leele presenta una exposición reivindicativa acerca de las consecuencias de la guerra congoleña y el «coltán de sangre».
Se trata de un encargo de la valenciana Fundación Mainel, sensible con el mundo africano para la polivalente e inquieta artista madrileña que comenzó su formación de manera autodidacta. La fotografía se cruza en su camino inesperadamente tras una recomendación que le hacen en la escuela de pintura a la que asistía. Es así como decide fusionar la fotografía y la pintura, inspiración de la cual surgen muchas de sus obras más conocidas. A lo largo de su carrera experimenta con éxito en más géneros artísticos, desde el diseño de ropa hasta los montajes escénicos y pasando por el videoarte. Su pasión la lleva a ganar diversos reconocimientos, principalmente en el ámbito de la fotografía y las artes plásticas.
La exposición, fiel representación de su grandeza y polivalencia como artista, reúne bajo el nombre de «Un banquete cruel, Pour Quoi?» una serie de fotografías, así como un montaje escénico y un cortometraje documental. En líneas generales opta por la metáfora frente a la literalidad, si bien no prescinde de la crudeza que conlleva el asunto.
La República Democrática del Congo posee la mayoría de las reservas de coltán del mundo. El coltán es un mineral utilizado para la fabricación de dispositivos electrónicos, tales como ordenadores y teléfonos móviles. Lo que aparentemente podría suponer una bendición para el pueblo congoleño, es sin embargo su maldición. A raíz de este descubrimiento surge la lucha por la explotación del mineral y con ella la Segunda Guerra del Congo abierta desde 1998. La guerra terminó oficialmente en el año 2003, sin embargo y a pesar de los múltiples acuerdos de paz que se han firmado desde entonces, la realidad es que los congoleños han de vivir aún hoy con más de sesenta grupos armados. Por si no fuera suficiente, son varios los países occidentales que dan soporte económico y armamento a algunos señores de la guerra para defender sus intereses. Todo lleva a una trágica situación en la que miles de inocentes, especialmente las mujeres, son torturados, violados y asesinados.
El cortometraje encarna el tema en la piel de Caddy Adzuba, quien lucha personalmente por expandir la conciencia social mundial acerca del conflicto que se vive en su país. Se trata de un discurso pacífico muy acertado en forma de videoarte. Puede que las imágenes se queden algo cortas respecto a la narración trágica a la que acompañan, lo que no quiere decir que las visiones que Leele ha decidido plasmar no tengan una clara y profunda lectura simbólica. Entre ellas, me quedo con el agua que continuamente fluye por fuentes y ríos y que llena de vida y fertilidad la narración, marcando así la sobrecogedora historia con un aroma intenso de melancolía y tristeza.
Las fotografías demuestran una calidad y conocimiento abrumadores. Ouka Leele entiende la fotografía como «poesía visual, una forma de hablar sin usar palabras». Sus imágenes para la exposición son fieles a este modus operandi. La combinación de elementos en la composición crea imágenes que rebosan significado y amor por la vida. Algunas de ellas pueden herir la sensibilidad de los espectadores.
El montaje escénico que lo envuelve todo es meramente brillante. Simplemente es como el título anuncia: un banquete cruel. Se respira el desprecio a los criminales que protagonizan o apoyan esta guerra inhumana, y el amor y compasión por las víctimas inocentes. Todo se ve marcado por el coltán y rodeado por los chips que lo contienen. Aunque parezca contradictorio, las flores cubren todo el montaje y están a su vez presentes en los demás formatos con los que se expresa la artista. Sin duda, otro de los detalles que más fuerza y sentimiento imprimen al conjunto.
La exposición, en suma, te lleva por un camino lleno de dolor e injusticia, pero que a la vez despierta en tu interior una llama de vida y esperanza difícil de explicar.
Eduardo Villar
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