Jean Becker, el director del pueblo llano

El realizador, que cumple en mayo 90 años, destaca la mirada amable sobre la gente, que muestra con sus defectos y que a pesar de todo es capaz de hacer grandes sacrificios por ayudar a los otros

Jean Becker, director y actor
Jean Becker, director y actor

Jean Becker, el director del pueblo llano

El director Jean Becker nació en París en 1933. Su padre, Jacques Becker, es uno de los grandes realizadores de la vieja escuela, muy apreciado por la Nouvelle Vague, autor de clásicos como París, bajos fondos y La evasión. En una ocasión Jean Becker me comentó que, al contrario de lo que se suele decir, y citó ejemplo de París, bajos fondos, el cine de su padre tiene bastantes dosis de humor. Él se inició en el cine a la sombra de su padre, de quien fue ayudante de dirección desde el año 1953 hasta su prematura muerte en 1960, y luego tuvo que luchar por hacerse un nombre propio, lo que explica, en parte, algunos bandazos que dio su carrera.

En 1961 comenzó con buen pie: Un tal La Roca, película de gánsters protagonizada por Jean-Paul Belmondo, con muy buena factura. Fue seguida por otras dos películas con el mismo actor: A escape libre (1964) y Dulce gamberro (1966), en las que Belmondo mostraba su faceta cómico-burlesca. Entre las dos rodó Pas de caviar pour tante Olga (1965), disparatada comedia de suspense, basada en una novela del entonces popular Charles Exbrayat, cuyas más célebres adaptaciones son Rififí en la ciudad (la mejor película de Jesús Franco) y Adorable idiota, con Brigitte Bardot y Anthony Perkins. La película de Becker no desmerece de ninguna de esas dos pero, siendo una obra de su época, queda para fans o especialistas.

Durante casi dos décadas Jean Becker desapareció de la circulación, o más bien de la pantalla grande. Dedicó cinco años a Les Saintes Cheries, una popular serie de televisión y luego se centró en la publicidad. En 1983 volvió al largometraje con Verano asesino, que consiguió 4 Premios César. En 1986 ganó el César al mejor film-anuncio por Le Clemenceau, y siguió dedicado a la publicidad.

Su siguiente retorno a la pantalla grande llegó en 1995 con Elisa, un drama discreto que se convirtió en un éxito, principalmente por los encantos de una joven Vanessa Paradis, sin por ello despreciar a Depardieu, compañero de reparto.

La fortuna de vivir, de Jean Becker 
La fortuna de vivir, de Jean Becker

Tras un nuevo parón, en 1998 rodó La fortuna de vivir, una comedia costumbrista, ambiente bucólico y mucho humor. Desde entonces produjo, a toda velocidad, como si le faltara tiempo, una serie de dramas amables, llenos de personajes sencillos -recurriendo a los mismos actores-, desbordando humanidad y humor. Un crimen en el paraíso, Los jardines de la memoria, Conversaciones con mi jardinero, Dejad de quererme, Mis tardes con Margueritte, Mi encuentro con Marilou. En todas ellas habla de gente normal –Becker cubre un amplio espectro- que se esfuerza por ser feliz. Destaca la mirada amable sobre la gente, que muestra con sus defectos y que a pesar de todo es capaz de hacer grandes sacrificios por ayudar a los otros. Le gusta mostrar a la gente del pueblo, y también una Francia no parisina, ciudades pequeñas y pueblos, rurales o marítimos. Sus últimas películas son Unos días para recordar, de 2014, en la tradición mencionada; El collar rojo, adaptación de una novela de Jean-Christophe Rufin; y, tras la pandemia, Les volets verts (2022).

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