Cantando bajo la lluvia | Parte 1: Homenaje a los comienzos del sonoro
· Cantando bajo la lluvia (1952) // Gene Kelly, Stanley Donen | Un año antes de Cantando bajo la lluvia, Freed había logrado un gran éxito -y un merecido Oscar- con Un americano en París, también interpretado por Kelly.
Esta obra maestra del cine musical, tal vez la más famosa del género, recibió el título de su productor Arthur Freed antes incluso de que el guion previera algún sketch musical cantado bajo la lluvia. Tanto Gene Kelly como Stanley Donen mostraron su disconformidad con ese título: la idea les parecía ridícula. Ante tales objeciones, Freed solo argumentó dos cosas: que él había escrito esa canción y que siempre había querido hacer una película con ella; y eso bastó para imponer a la película su sketch y su título. A desgana, pues, Kelly se avino a crear su famoso número de baile, que a la postre sería lo más recordado de todo el filme.
Un filme casi autobiográfico
Como evidencia esta anécdota, la película tuvo como principal promotor a Arthur Freed, que fue el responsable de 40 musicales de la Metro desde que Louis B. Mayer le contratara en 1939. Un año antes de Cantando bajo la lluvia, Freed había logrado un gran éxito -y un merecido Oscar- con Un americano en París, también interpretado por Kelly, y decidió repetir la fórmula ganadora en esta nueva cinta. Además de recurrir a este brillante actor, Freed recurrió también a otras tres fuentes de inspiración:
– La primera fue un catálogo de canciones escritas por Nacio Herb Brown y él mismo entre 1926 y 1932. Ahí se incluyó, a pesar del forcejeo con los dos directores, la popularísima Singin’ in the rain, que ya había sido utilizada primero en una revista y después en una película de 1940: Hollywood Revue of 1929.
– La segunda, fue la biografía real de bastantes cineastas de Hollywood. De hecho, muchos personajes del filme están basados en personas reales de aquel entonces: Lina Lamont, la afamada actriz de voz chirriante, era un cruel retrato de Judy Hollyday interpretado por Jean Hagen; el jefe de los estudios, encarnado por Millard Mitchell, no es otro que el propio Arthur Freed; el director del musical, al que da vida Douglas Fowley, es la viva imagen del famoso Bugsy Berkeley; y el personaje de Dora Bailey, la periodista chismosa del mundo cinematográfico, es una parodia de Louella Parsons, la columnista de los periódicos de Hearst, que tanto daño hizo a Orson Welles y a su Ciudadano Kane.
– La tercera y última, eran las vivencias de Freed en el oficio, desde sus comienzos en el vaudeville. La trama recoge un sinfín de anécdotas auténticas vividas por los veteranos de la M.G.M. en la transición al sonoro: entre ellas, la contratación de profesores de dicción para el reciclaje de los actores, el accidentado rodaje primitivo con sonido directo, las dificultades para ocultar los aparatosos micrófonos y la precaria calidad del sonido al grabar en discos de cera. Incluso el episodio de la desincronización de los diálogos en el estreno de El caballero duelista es auténticamente real: sucedió en 1936 en el estreno de Flor de arrabal, de J. Walter Ruben, con Spender Tracy y Jean Harlow.
Documento, sátira y nostalgia
Vista desde este ángulo, Cantando bajo la lluvia es no solo una película casi autobiográfica de Arthur Freed, sino también un documento interesantísimo de la conmoción que experimentó Hollywood en la transición al sonoro. De hecho, participaron en la película numerosos técnicos que habían sufrido el «terremoto del sonoro» unos veinte años antes.
Al mismo tiempo, la cinta es también una gran sátira -cruel y amable al mismo tiempo- de aquella histórica transformación que experimentó el Séptimo Arte con la llegada de los talkies. En cualquier caso, un homenaje lleno de nostalgia a aquella época que se fue y a los que vivieron aquel histórico momento.
Cantando bajo la lluvia (1952), Gene Kelly, Stanley Donen: Quitaesencia del género musical
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