Casablanca, de Michael Curtiz (Parte 9): Preestrenos y lanzamientos
· Casablanca, de Michael Curtiz | La sorpresa saltó con el Oscar al mejor director, que fue para Michael Curtiz. El director no esperaba esta distinción y no tenía ningún discurso preparado.
Se hicieron dos preestrenos en los alrededores de Los Angeles: uno en Pasadena y otro en Huntington Park, y en ambos la audiencia se entusiasmó con la historia. Algunos sugerían que el final no era claro, pues Rick y el capitán Renault se enfrentaban a un arresto seguro en cuanto regresaran a Casablanca.
Preocupado por esto, Hal Wallis pensó un nuevo final: un grupo armado de patriotas franceses llegaba de improviso al aeropuerto y rescataba de los nazis a la pareja de cínicos, ganándolos así para la resistencia. Con esta idea en mente, el 11 de noviembre envió una nota a su Jefe de Producción ordenando los preparativos para dos noches extras de rodaje: había que conseguir a Humphrey y a Rains, cincuenta o sesenta extras y otra vez las máquinas de humo.
Afortunadamente para el cine, la noticia llegó a oídos de David O’Selznick, que había visto el filme. Aquel final, con Renault exclamando a los soldados alemanes: «¡El Mayor Strasser ha sido asesinado! (Intercambio de miradas con Rick) ¡Busquen a los sospechosos!», era algo sencillamente sublime. No hacía falta nada más. Por otra parte, esa última frase de diálogo, añadida por Wallis durante el montaje («Presiento que es éste el comienzo de una hermosa amistad»), cerraba definitivamente la película. Era de tontos estropear tan brillante desenlace.
La carta de Selznick llegó justo a tiempo para evitar el nuevo rodaje. Hal se convenció de que todo estaba perfecto, y dio por terminado el filme.
«Todo el mundo va a Rick’s…»
La fecha del estreno estaba prevista para junio de 1943. Pero en noviembre de 1942 los aliados desembarcaron en el Norte de Africa y llegaron a Casablanca. Wallis comprendió que la ocasión era inmejorable, y organizó una impresionante gala apadrinada por «France Forever» y «Fighting French Relief Comittee», en el New York’s Hollywood Theatre. Allí tuvo lugar la première mundial de Casablanca. Poco después, en el Día de Acción de Gracias, la película recibía oleadas de americanos que hacían horas de cola para asistir al estreno. Como Renault vaticinaba en el filme, todo el mundo quería ir al Café Rick.
Mes y medio después, el 23 de enero de 1943, fue el lanzamiento general de la película. Wallis no había escogido la fecha al azar: en esos días tenía lugar, precisamente en Casablanca, la Conferencia de Roosevelt, Churchill y Stalin para decidir el fin de la guerra; y la feliz coincidencia, junto al ambiente eufórico por los avances aliados, contribuyó decididamente al éxito comercial de la cinta. Solo en el primer año recaudó cerca de cuatro millones de dólares.
Luego vino el éxito de los Oscar, un éxito que ni los propios jefazos de la Warner esperaban. Había sido un año de buenas películas (La canción de Bernardette, Por quién doblan las campanas, El diablo dijo no) y Casablanca no estaba ni mucho menos entre las favoritas. Sin embargo, logró ocho nominaciones de las más codiciadas. Las dos de interpretación (mejor actor para Bogart; mejor secundario para Rains) se perdieron por muy poco. Otras más técnicas (Fotografía, Montaje y Banda Sonora) se daban por perdidas de antemano y nadie lo sintió. Pero a partir de ahí todo fueron sorpresas.
Contra todo pronóstico, Casablanca ganó el Oscar al mejor guion. Los Epstein y Howard Koch salieron radiantes a por la estatuilla, mientras otros cuatro guionistas permanecían en el olvido. Atrás quedaba una historia mil veces escrita y retocada que había logrado al fin una forma casi perfecta.
El mejor filme jamás realizado
La segunda sorpresa saltó con el Oscar al mejor director, que fue para Michael Curtiz. El director húngaro no esperaba esta distinción y no tenía ningún discurso preparado. Con su pésimo inglés, improvisó unas palabras para recordar, emocionado, las veces en que había soñado con ese galardón. Siempre tuvo unas palabras a punto, menos cuando de verdad le hacían falta.
Aquella noche, cuando se proclamó el galardón más importante, Wallis vio recompensados todos sus esfuerzos. Cada mención a la película había sido un reconocimiento a su fe, un premio a su constancia. Pero aún faltaba lo mejor: Casablanca, aquel proyecto en el que solo él había creído, se llevó el Oscar al mejor filme. No hubo, sin embargo, recompensa para él: porque ese Oscar -que tradicionalmente recoge el productor- fue entregado a Jack L. Warner como Jefe del Estudio. Y mientras Jack se llevaba el premio y los aplausos, Hal permanecía en su sillón, con los ojos llenos de lágrimas. Le quedaba, al menos, la esperanza.
Y, en efecto, Casablanca fue una gran esperanza, porque el público no se cansó nunca de aplaudirla. En 1977, TV Guide la señalaba como «la cinta más popular y la más frecuentemente proyectada». Poco después, el American Film Institute la escogía como la tercera película de la historia, tras Lo que el viento se llevó y Ciudadano Kane. Y en 1983, el British Film Institute la escogía como «el mejor filme jamás realizado».
Como Wallis había escrito, Casablanca fue «el principio de una hermosa amistad»: una amistad entre la película y su público. Aún ahora, a los 77 años de su estreno, sigue fascinando a millones de espectadores. Hay una magia extraña en este filme: una magia que envuelve los decorados, la música, la fotografía, y que emerge de una historia ciertamente inmortal: la historia de amor entre Rick e Ilsa sobre la que «el tiempo… no pasará».
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 1)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 2)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 3)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 4)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 5)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 6)
Casablamca (1942), de Michael Curtiz (parte 7)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 8)
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 9)
Suscríbete a la revista FilaSiete