Inicio Artículos Making Of Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 6), un rodaje caótico

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 6), un rodaje caótico

Casablanca

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 6): Luces, cámaras… ¡Acción!

· El primer día de rodaje se arruinó por problemas de sonido, el productor tuvo que explicar a los actores que tendrían que repetir las escenas de Casablanca.

El 25 de mayo de 1942 empezó uno de los rodajes más caóticos de la historia del cine. Las primeras escenas que se filmaron fueron las del flashback de París. Aunque esa secuencia no ocurre hasta bien entrado el filme, Wallis decidió que era un buen punto de arranque: solo involucraba a tres actores (Bogart, Bergman y Wilson), podía filmarse en escenarios reducidos (el Rick’s Café estaba todavía en construcción) y, sobre todo, permitía a los actores desarrollar su historia pasada antes de actuar en las escenas de Casablanca: escenas que, en general, giraban casi siempre en torno a esos recuerdos.

Un comienzo desolador

En los comienzos, las cosas no pudieron ir peor. El primer día de rodaje se arruinó por problemas con el sonido, y el productor tuvo que explicar personalmente a los actores
que el trabajo había sido en balde y que tendrían que repetir las escenas. Simultáneamente empezaron los problemas con la luz. Según los memorandums de Wallis, el director de fotografía tardaba demasiado en iluminar los settings, y el calendario de rodaje se retrasaba llamativamente.


Para colmo, Curtiz tuvo algunos despistes incomprensibles: una escena del flashback fue omitida sobre la marcha, y la escena de Rick e Ilsa en el coche, bajo el Arco del Triunfo de París, fue rodada sin grabación del sonido. Nunca sabremos qué se decían los protagonistas en esa toma, presentada en la cinta con una música envolvente. El montaje, una vez más, se encargó de arreglar este punto.

Lo curioso es que Curtiz había batallado duramente con el guionista para conservar la secuencia del flashback en el filme. Mientras Koch quería eliminarla por considerarla superflua -retrasaba la acción en un punto decisivo de la trama-, el director insistía en usarla como centro mismo de la película. Y es que, en realidad, había dos visiones opuestas sobre el mismo guion: Koch trataba de enfatizar las caracterizaciones y la intriga política, mientras Curtiz parecía mucho más interesado en la historia de amor. Fue sin duda ese peculiar tira y afloja entre ambas concepciones lo que dio a la película ese acertado equilibrio entre acción y romance.

Tensiones en la pareja protagonista

Pero si el rodaje sobrevivía a los imprevistos, las relaciones entre los actores parecían caer en la frialdad más absoluta. Bergman, que había visto más de diez veces El halcón maltés para adecuar su interpretación a la de Bogart, se sentía fuera de lugar viendo que el consagrado actor la esquivaba en todo momento. Al fin supo la razón de ese comportamiento y entonces lo agradeció: Mayo Methot, la esposa de Humphrey, estaba enormemente celosa de la actriz sueca, convencida de que su marido se iba a enamorar de ella. Por eso aparecía frecuentemente en el set, o llamaba a diversos miembros del equipo para que le informaran de la situación.

Bogart, para evitar malentendidos, había decidido estar con Bergman lo mínimo indispensable; y prefirió no dar explicaciones a la actriz para no enrarecer aún más el ambiente. Pero un miembro del equipo, molesto por el mal trago que ella estaba pasando, le desveló el secreto tan bien guardado.

Al cuarto día de rodaje, el equipo se trasladó al más grande y costoso decorado de la película: el Rick’s Café Americain, que costó 9.200 dólares, la mitad de lo presupuestado para escenarios. Ese mismo día se incorporaron también dos actores secundarios: Peter Lorre, que había trabajado con Bogart en El halcón maltés, y Madeleine LeBeau.

El problema, sin embargo, seguía siendo Paul Henreid. Otros actores tenían solo una o dos escenas en el café y podían filmarlas más adelante; pero Henreid era un personaje clave que intervenía en demasiadas secuencias con Bogart y Bergman. Su trabajo en La extraña pasajera le impedía llegar hasta el 25 de junio; y para compensar su ausencia, Curtiz se veía obligado a rodar trozos de escenas, filmando incluso las reacciones de otros personajes
hacia Víctor, sin estar el personaje con ellos.

La producción se retrasaba; y Wallis, que tanto había peleado por conseguir al actor austríaco, se veía en la obligación de pensar en un sustituto. El 9 de junio, lo que era solo una posibilidad, estuvo a punto de ocurrir definitivamente… Pero, afortunadamente, el productor prefirió esperar.

Otros problemas se añadían a este. La iluminación de Arthur Edeson le disgustaba por completo: le parecía demasiado brillante, impropia para un ambiente como el del Rick’s Café. Con tanto resplandor parecía más un cabaret parisino que un tenso café de refugiados.

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 1)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 2)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 3)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 4)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 5)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 6)

Casablamca (1942), de Michael Curtiz (parte 7)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 8)

Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 9)

 

Suscríbete a la revista FilaSiete

Salir de la versión móvil