Casablanca de Michael Curtiz (Parte 8): Composición de la banda sonora
· Casablanca de Michael Curtiz | Wallis encargó la música también a otro veterano de la Warner: Max Steiner, el compositor de Lo que el viento se llevó y de otras bandas inolvidables.
Con los cambios en esa secuencia, el guion estaba definitivamente salvado. Pero Wallis temía que la solución llegara demasiado tarde, porque la escena iba a filmarse justo a la mañana siguiente. Esa noche, mientras las máquinas de escribir tecleaban una y otra vez las copias de esa secuencia, el equipo técnico se preparaba para el día más dramático y tenso de todo el rodaje.
Un día de improvisaciones y aciertos
La mañana del 17 de julio todo el mundo está nervioso en el Plató nº 1 de la Warner. Solo así se explica que las nuevas máquinas de humo trabajaran durante horas para crear la espesa niebla que vemos en la película, en sublime ignorancia de que Casablanca -junto al desierto africano- no ha conocido un día de niebla en toda su historia. Para completar el cuadro, Rick, Ilsa y un nutrido grupo que le acompaña visten sendos impermeables: todo el mundo parece preparado para una climatología jamás conocida en esas latitudes.
El rodaje de la escena se retrasa por fallos en la interpretación: hay que repetir las tomas porque los actores no pueden memorizar los diálogos que han recibido esa misma mañana. Por si fuera poco, Bogart discute acaloradamente con Curtiz sobre si debe o no besar a Ilsa tras la despedida. El director quiere seguir una fórmula más convencional, dando a los protagonistas un último beso antes de separarlos para siempre. Pero Humphrey está en desacuerdo: ceder en ese punto supondría una contradicción con todo cuanto acaba de decirle a Ilsa. Su rasgo de generosidad y desprendimiento se destruiría tristemente. Como la discusión no remite, alguien del equipo va a buscar a Wallis, que se presenta de inmediato en el set y resuelve la polémica en favor de Bogart. Se dicen adiós sin el consuelo del beso final: «¿Y qué será de nosotros?- Siempre nos quedará París…».
A las seis y cuarto de la tarde, Curtiz grita la palabra “¡Corten!” por última vez.
Pugna por una canción
Después de cincuenta y nueve días de rodaje -once más sobre el calendario previsto-, Casablanca se terminó de filmar el 3 de agosto. Casi inmediatamente, estuvo listo el montaje.
Mientras tanto, Wallis encargó la música también a otro veterano de la Warner: Max Steiner, el compositor de Lo que el viento se llevó y de otras bandas inolvidables. Según su costumbre, Steiner no empezó a trabajar hasta que estuvo terminada la versión definitiva. Quería tener un contacto directo con la historia, sin lectura previa del guion, porque eso le facilitaba un acercamiento fresco y original, sin ideas preconcebidas.
La banda sonora crecía a buen ritmo, pero de repente Steiner se sintió profundamente disgustado con la famosa canción As Time Goes By (El tiempo pasará), inmortalizada en el filme. Aunque parece escrita expresamente para Casablanca, el dramaturgo Murray Burnett la había tomado de una revista musical de Broadway (Everybody’s Welcome, 1931), y la había convertido en el leitmotiv de su obra teatral: ella le proporcionó, además, el título para la pieza (Everybody Comes to Rick’s) y hasta la misma inspiración en aquella visita al nightclub francés. En todo caso, significaba mucho para él: esa era la música que había escuchado una y otra vez en el gramófono de su residencia, durante sus años de estudiante.
Steiner, sin embargo, la consideraba demasiado insípida. Y propuso a la Warner su inmediata sustitución. Wallis accedió a esta sugerencia y aún añadió indicaciones para la nueva música, pero nuevamente las circunstancias vinieron en ayuda del filme y esta música inmortal se salvó. Grabada previamente e interpretada en play back durante el rodaje -con Sam imitando su ejecución y Bergman tarareando la melodía-, la canción resultaba absolutamente incambiable en el filme: se requería volver a filmar la escena por completo, y los actores habían terminado sus contratos o estaban ya en otras películas. Bergman, además, se había cortado el pelo para su nuevo papel en Por quién doblan las campanas, y tanto Steiner como Wallis tuvieron que desistir de su empeño.
Terminada la banda sonora, la película entró de lleno en las redes del marketing. Presupuestada en 878.000 dólares, había costado casi 950.000, y había que sacar de ella el máximo beneficio.
Casablanca (1942), de Michael Curtiz (parte 1)
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