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El maquinista de La General (1926), de Buster Keaton (parte 3)

Buster Keaton se propuso que el filme fuera lo más realista posible

El maquinista de la General

El maquinista de La General (1926), de Buster Keaton (parte 3): Preproducción de la cinta

El segundo objetivo de verosimilitud histórica era encontrar las localizaciones exactas donde ocurrieron los hechos.

Desde el principio, Buster Keaton se propuso que el filme fuera lo más realista posible, entre otras cosas porque entendía que su estilo de comedia funcionaba mejor cuanto más verosímil fuera su contexto. En consecuencia, su primer objetivo para hacer la película fue tratar de obtener la locomotora que había protagonizado el episodio original sesenta años atrás. La auténtica «The General» se conservaba en la estación de Chattanooga expuesta al público y a los pasajeros, y aunque en un principio sus propietarios autorizaron su uso para el filme, luego decidieron negarlo ante las protestas de diversos grupos de veteranos de la Guerra Civil. A ninguno le hacía mucha gracia que esa reliquia fuera objeto de una cinta cómica. Como resultado, Keaton tuvo que conformarse con unas réplicas esencialmente idénticas a las dos locomotoras que protagonizaron aquella épica persecución.

Localizaciones históricas

El segundo objetivo de verosimilitud histórica era encontrar las localizaciones exactas donde ocurrieron los hechos. La persecución se desarrolló sobre la vía férrea que une Atlanta y Chattanooga, pero en 1926 ese tramo del ferrocarril había sido largamente modernizado, de forma que ni de lejos podía sugerir que la acción se desarrollaba en torno a 1860. Además, Keaton estaba decidido a lograr que buena parte de su película se desarrollara en movimiento, sobre el tren, y por lo tanto harían falta largos tramos de vías férreas paralelas, una para ejecutar la acción y otra para rodarla.


Hicieron falta algunas semanas de exploración para que el realizador encontrara lo que necesitaba en los alrededores de Cottage Grove, en Oregon, que por tratarse de una zona maderera estaba llena de antiguos tendidos ferroviarios. A finales de mayo de 1926, un pequeño ejército comandado por Keaton y su jefe técnico Fred Gabourie, responsable de todos los efectos mecánicos del filme, se trasladó a vivir a Cottage Grove con dos claros objetivos: en primer lugar, reconstruir en sus alrededores la calle principal de un pueblo sureño; y en segundo lugar, ajustar y poner a punto las tres locomotoras antiguas que fueron localizadas y adquiridas en sus inmediaciones. Envejecidas un poco más para completar su parecido, aquellas locomotoras de la vieja empresa maderera se asemejaron por completo a los modelos utilizados durante la Guerra Civil. Una de esas máquinas sería «The General», otra «The Texas» (la locomotora perseguidora que conduce el personaje de Keaton), y la tercera se utilizó para tareas de apoyo logístico.

Preocupación por la fotografía

La fotografía se vio también involucrada en la obsesión realista del director. Para proporcionar mayor estabilidad a las cámaras que iban a filmar los travellings de los ferrocarriles en movimiento, Keaton las dispuso en automóviles atados sobre vagones de carga, para que los amortiguadores de los vehículos asimilaran buena parte de las vibraciones del recorrido. Por otra parte, los tonos y matices de la fotografía trataban de recrear los ambientes y las imágenes que el público tenía asociadas a la Guerra Civil; en concreto, la textura y la riqueza visual del filme se inspiraron en las célebres fotografías que Matthew Brady hizo durante el desarrollo del conflicto, y a ellas se ajustaron con un impecable rigor escenográfico.

Esa precisión se aplicó también a la utillería, al vestuario, al diseño de los decorados y a toda la parafernalia militar. Hasta el cañón de aspecto cómico que aparece en las fotografías más difundidas de la película fue inspirado en un modelo verdadero de la época, y esto a pesar de la inicial reticencia de Keaton. Como señalaba en cierta ocasión, «era tan ridículo que dudamos si sacarlo o no por temor a que el público pensara que lo habíamos inventado». Afortunadamente fue incluido en la producción, y el cañón terminó protagonizando uno de los momentos más recordados de la historia del cine mudo.

El maquinista de La General (1926), de Buster Keaton (parte 1)

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