El padrino (1972), de Francis Ford Coppola
50 años de El padrino, de Francis Ford Coppola, una película mítica que llegó a ser la más taquillera de la historia hasta la llegada de Star Wars en 1977.
Todo el equipo de producción -con Marlon Brando a la cabeza- estaba convencido de que esta película iba a suponer un mazazo definitivo a la mafia norteamericana. Paradójicamente, el productor Albert S. Ruddy tuvo que reunirse con el jefe de la camorra neoyorquina, Anthony Columbo, para garantizar que el filme podría rodarse en esa ciudad sin peligro de sabotaje por parte de las familias de delincuentes. A cambio, Ruddy se comprometió a que las palabras «Mafia» o «Cosa Nostra» no aparecieran en la banda sonora del filme.
Como es sabido, la película comenzó siendo un libro que se vendió muy bien. Su autor, Mario Puzo, que había logrado éxitos relativos con sus dos primeras novelas, se había propuesto escribir «un espléndido best-seller sobre la mafia». Y, en efecto, El Padrino no sólo le sacó de apuros, sino que batió todo tipo de récords de venta en menos de un año: 500.000 ejemplares en tapa dura y más de diez millones en ediciones populares.
Pero no sólo Puzo tenía problemas económicos en ese momento. Tras ganar el Oscar al mejor guión por Patton (1969) y montar alegremente su propia productora, Francis Ford Coppola se encontraba prácticamente en la bancarrota. Afortunadamente, su origen italo-americano fue una baza decisiva para que el proyecto -por el que muchos directores soñaban- fuera a parar a sus manos: un joven de apenas 30 años, pero con una cercanía al mundo italiano y una gran sensibilidad para el desarrollo de personajes.
Esa sensibilidad trajo problemas en un principio. Coppola quería que fuera Lawrence Olivier quien hiciera el papel principal de Don Corleone; y lo mismo la Paramount, que no quería saber nada con un actor tan problemático como Brando; pero Mario Puzo, que escribió el guión junto a Coppola, se empeñó y consiguió que fuera éste el elegido. Y realmente fue una sabia elección. Marlon Brando se hizo al personaje a las mil maravillas, aparentando tener casi 70 años cuando sólo contaba 47. Y lo hizo sin ningún acercamiento previo al personaje, casi sin aprenderse el guión, para que la puesta en escena moviera sus reacciones y sentimientos. Incluso esa voz cascada tan característica fue un hallazgo no previsto: la copió de un verdadero jefe de la mafia, Frank Costello, con quien se entrevistó unos días antes de empezar la producción. Todo esto le confirió una aureola de prestigio entre el casting, mucho más joven que él y propenso a adorarle.
El rodaje comenzó una semana antes de lo previsto, porque los pronósticos metereológicos anunciaban nevada para los primeros días de marzo de 1971. Para filmar las escenas de la víspera de Navidad en los almacenes Best de la 5ª Avenida, Coppola preparó con adelanto a todo su equipo; pero la nieve no llegó, y tuvieron que poner en marcha las máquinas de efectos especiales. Como el público no estaba avisado, ese día se creó una gran confusión por los coches de época; pero los más sorprendidos fueron algunos viandantes madrugadores que quisieron entrar en Best a la mañana siguiente: en los exteriores todavía figuraban los precios de los productos de… ¡1945!
La escena más difícil de rodar fue el intento de asesinato de Don Corleone en el exterior de la factoría Olive. El set se había instalado en la calle Mott, un rincón del getho italiano que no había cambiado en los últimos treinta años. Durante tres días, Brando escogía sus naranjas y recibía los balazos antes de que una enfervorecida multitud aplaudiera desde las ventanas al terminar cada una de las tomas. Precisamente aquel apoyo popular fue un terrible calvario para Coppola: algunos del público se colaban entre las cámaras, otros aparecían en el fondo de la imagen y, sobre todo, más de un entusiasta se arrancaba a aplaudir a los actores antes de que el plano hubiera concluido.
Al final, la película funcionó a pesar de su largo metraje. Llegó a ser la más taquillera de la historia (hasta la llegada de Lucas y su Star Wars, en 1977), y barrió también en la noche de los Oscars: Mejor película, mejor actor (Brando) y mejor guión adaptado (Coppola y Puzo). Pero lo más asombroso estaba aún por llegar: su continuación, El padrino II (1974), obtuvo otros seis Oscars y se convertía en la primera y única secuela de la historia que ganaba el Oscar al mejor filme. Ciertamente, se trataba de una película que ya había entrado en los anales de la historia.