El Señor de los Anillos (2001), Peter Jackson (parte 5): Banda sonora y lanzamiento

El Señor de los Anillos (Peter Jackson) | La trilogía ha ganado más de 2.800 millones de dólares. El retorno del rey fue la segunda cinta más taquillera de la historia, con 1120. Actualmente ocupa la octava posición.

Cuando llevaban casi nueve meses de rodaje, en el verano de 2000, Jackson decidió que había que empezar a trabajar la ban­da sonora, y contrató a Howard Shore, que había musicalizado adaptaciones literarias de tono más bien negro, semejante a esta trilogía: Ricardo III, de Shakespeare, El silencio de los corderos, de Thomas Harris, o Crash, de J. G. Ballard. Shore concibió la banda sonora de esta cinta como la de una gigantesca ópera dividida en tres actos: las tres películas de El Señor de los Anillos. Pero encontró una dificultad: en vez de un tema o dos para los personajes protagonistas, la película parecía demandar nueve -uno por cada miembro de la Comunidad-, además de los personajes antagonistas.

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“Decidí -cuenta Howard– componer un tema único que representara a la Comunidad en varias etapas, más fuerte y más débil. El tema se oye por primera vez en fragmentos, cuando Frodo y Sam parten de Ho­bbiton: es la primera vez que salen de la Comarca y tienen miedo, así que sólo se insinúa. Luego se encuentran con Merry y Pippin y, co­mo son cuatro, el tema se anima, se alegra. Al llegar al Poney Pi­sador, los hobbits se sienten asustados, pero al conocer a Trancos, la Comunidad tiene cinco miembros y el tema cobra un poco más de fuerza, aunque refleja cansancio ante la dificultad del camino y el peligro que los aguarda. Cuando llegan a Rivendel creen que han terminado su viaje, sólo para descubrir que acaba de empezar. Ahora tienen ayuda (Gandalf, Boromir, Legolas y Gimli), y cuando los nueve emprenden su misión oímos una interpretación heroica y alegre del te­ma. Cuando Gandalf muere y Boromir se siente cada vez más tentado por el Anillo, la Comunidad empieza a romperse y el tema también. A la muerte de Boromir oímos una versión solemne, y cuando Frodo y Sam parten hacia Mordor el tema recupera los fragmentos del comienzo: una comunidad de dos aden­trándose en lo desconocido”.

Lanzamiento estratégicamente programado

El rodaje de la trilogía de El Se­ñor de los Anillos finalizó oficialmente en febrero de 2001. Inme­dia­tamente se puso en marcha una titánica operación para montar la primera película de la saga. Era una tarea de enormes proporciones, porque sólo el material seleccionado (un 70% de lo que se grabó) ocupaba cien millones de metros de celuloide.

Mientras el montaje avanzaba empezó la promoción de la película para ir creando expectativas de una cinta que no se estrenaría en los cines hasta diciembre. En el mismo mes de febrero, recién terminado el rodaje, se pasó un tráiler de cinco minutos en la Convención del Ju­guete de Nueva York (Toy Fair) que despertó un entusiasmo sin límites entre los millones de aficionados a Tolkien en todo el mundo. Dos meses después, un montaje de 26 minutos fue presentado en el Fes­ti­val de Cannes, con una repercusión aún mayor en todos los medios de comunicación. Asistieron a ese pase el director, los dos productores y las principales estrellas: Elijah Wood, Liv Tyler, Christopher Lee, Ian McKellen, Viggo Mortensen… Una gran pancarta con el “¡Feliz cumpleaños!” de Bilbo daba entrada a un campo de fiesta con toldos ho­bbits y puestos al aire libre donde se ofrecía comida: carne asada, ma­zorca y todo lo que suelen comer estas criaturas campestres en la ficción tolkiniana. A su lado, una réplica del Poney Pisador, donde un altísimo tabernero ofrecía cervezas de la Tierra Media.

Mientras sigue la promoción (empiezan a publicarse reportajes de la película, anécdotas de la filmación, entrevistas con los actores), dos no­ticias saltan a los periódicos de todo el mundo. La primera es que la em­presa Games Workshop, especializada en juegos de rol, llega a un acuerdo con New Line Cinema para crear la línea completa de objetos relacionados con la película. El responsable de crear las reglas del juego será Rick Priestley, autor de Warhammer, producto estrella de la casa. La otra noticia es que el alcalde de Wellington ha llegado a un acuerdo con New Line Cinema y Peter Jackson para crear en la ciudad un parque temático sobre El Señor de los Anillos, al estilo de los de la Disney.

Un estreno para la historia

El martes 19 de diciembre de 2001 la capital de Nueva Zelanda, We­llington, amanece para sorpresa de sus ciudadanos con una fisono­mía enteramente nueva. Durante la noche, decenas de operarios han cambiado los rótulos de calles y edificios públicos para rebautizar la ciudad en homenaje al gran estreno cinematográfico de ese día: el nom­bre de la capital es sustituido por un emblemático “Tierra Media”, que luce en caracteres élficos por calles, plazas e indicadores de grandes avenidas.

Además, el aeropuerto se engalana para la llegada de una legión de críticos, cineastas, distribuidores y una variada fauna de invitados al estreno de esa película, con un aire distinto: ha cambiado los rótulos de las distintas entradas (Nacional, Internacional, etc.), por otros que señalan los accesos para “Orcos”, “Trolls”, “Hobbits”… y “Periodis­tas”. “Pusimos pósters por todo el aeropuerto -recuerda Elliott Kir­ton, que dirigió la campaña-. Incluso, para desconcierto de los viajeros, conseguimos colocar paquetes en las cintas de salida de equipaje con etiquetas como ‘Vara de Gandalf’, ‘Anillo de Bilbo’ o, en el caso de un haz de heno, ‘Poney Bill”.

En los días anteriores el Servicio Nacional de Correos había puesto en circulación seis sellos conmemorativos de la película, que se con­virtieron inmediatamente en ob­jetos de culto y de afanosa búsqueda por parte de los fans. Allí apa­recían las imágenes de Gandalf y Saruman, Frodo y Sam, Tran­cos, Boromir, Galadriel y el Guar­dián de Rivendel.

En el atardecer de este martes 19 de diciembre, una larga alfombra roja recorre los últimos doscientos metros de la avenida Courtenay Place, en Wellington, hasta la misma entrada del Embassy Cinema, donde va a tener lugar el gran estreno. A pesar del intenso frío, mil quinientas personas se agolpan en las entradas del cine, que ha sufrido una remodelación multimillonaria y es­tá adornado con una réplica del troll de las cavernas de Moria. Un enorme foco se enciende de improviso e ilumina a Helen Clark, primera ministra del país, quien pronuncia el primer discurso de la noche: “Es sorprendente lo que esta película ha hecho por Nueva Zelan­da. De muchas películas que vemos, no tenemos ni idea de dónde están hechas… Pero todos saben que El Señor de los Anillos se hizo aquí, en Nueva Zelanda”. Un aplauso atronador cierra sus últimas palabras.

Peter Jackson, el director neozelandés de la película, no puede ­creer lo que sus conciudadanos han preparado para el estreno de la cinta. Pero comprende que ese día no es enteramente suyo: es una gran fiesta no sólo para la película, sino para todo el país. Es un homenaje al director que soñó con llevar a la pantalla una de las obras cumbres de la literatura contemporánea; pero, por encima de eso, es un homenaje a toda la industria cinematográfica neozelandesa, a la proeza increíble de unos cineastas y unas empresas locales que consiguieron desafiar a Hollywood y a su potente máquina de producir sue­ños.

Galardones internacionales

Después del estreno en Wellington, ya preparado por el llevado acabo a nivel mundial en Londres, vienen las premieres en Estados Uni­dos, Nueva York y Los Ángeles. E inmediatamente, los premios. Antes de terminar el año, la película cosecha ya galardones internacionales: el American Film Institute le concede el premio a la mejor película y a los mejores efectos especiales; el National Board Review el premio al mejor Diseño de Producción y el de mejor actriz secundaria para Cate Blanchett (con mención especial a Peter Jackson); la Aso­cia­ción de Críticos de Los Ángeles el de mejor banda sonora, y el Screen Actors Guild el de mejor secundario a Ian Mckellen.

Además de otros premios menores, El Señor de los Anillos recibió una lluvia de nominaciones en los tres grandes premios cinematográficos: cuatro a los Globos de Oro, once a los premios BAFTA (la Bri­tish Academy of Film and Television) y trece a los Oscar. Olvidada en los Globos de Oro, obtuvo cinco premios BAFTA: Mejor película, Me­jor director, Mejores efectos especiales, Mejor maquillaje y el Pre­mio del público. La academia de cine británico rendía así su mejor homenaje a una cinta neozelandesa que rezumaba sabor inglés por los cuatro costados.

Los Oscar no fueron todo lo generosos que se esperaba: sólo cuatro premios (Fotografía, Banda sonora, Efectos Especiales y Maquillaje) de los siete u ocho que se preveían. Con todo, ésta sería la saga más galardonada en la historia de la Academia. Las dos torres volvió a ser nominada a la mejor película y acabó ganando dos de sus seis candidaturas. Y, para mayor gloria del cine neozelandés, El retorno del rey se llevó las 11 estatuillas a las que aspiraba, incluidas la de mejor película, director y guión adaptado, igualando el récord de Titanic y Ben Hur. La taquilla, por otro lado, ha sido su mejor recompensa: tan sólo en los cines (sin contar las ganancias por vídeo, televisión, CDs musicales y toda la parafernalia del merchandising), la trilogía ha ganado hasta la fecha 2.870 millones de dólares, más que nin­­guna otra en la historia. Y El retorno del rey se ha convertido en la segunda más taquillera, al sobrepasar los 1.000 millones en todo el mun­­do.

Mientras, Peter Jack­son sigue trabajando en lo que ha llegado a ser su gran obsesión cinematográfica. En diciembre de 2004 se estrenarán en todo el mun­do las versiones extendidas de la trilogía, con nuevo metraje no incorporado en las versiones originales. Cuan­do llegue ese momento se habrá completado aquel sueño de un domingo de noviembre de 1995, cuando tuvo la idea de llevar a la gran pantalla -en un solo proyecto- la magna obra de Tolkien: porque él con­cibió El Señor de los Anillos como una única historia épica, una epopeya de enormes proporciones que definió como una mezcla de Braveheart con el aire fantástico de Legend.

Para trasladar a imágenes esa gesta, hizo falta otra epopeya tan gigantesca como la que vemos en la pantalla a cargo de Frodo y Sam: toda una epopeya de amistad, lealtad y heroísmo que empapó el rodaje de esta trilogía, y que ha transmitido el anhelo de grandes ideales a millones de espectadores en todo el mundo.

El Señor de los Anillos (2001), de Peter Jackson (parte 1)

El Señor de los Anillos (2001), de Peter Jackson (parte 2)

El Señor de los Anillos (2001), de Peter Jackson (parte 3)

El Señor de los Anillos (2001), de Peter Jackson (parte 4)

 

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