Espartaco (1960), Stanley Kubrick (parte 6): La autoría del filme
· Espartaco (1960) de Stanley Kubrick se estrenó el 19 de octubre de 1960. Con un coste de 12 millones de dólares, recaudó 14 en su primera semana en EE.UU.
Hay una curiosa anécdota sobre el travelling de los cadáveres de esclavos apilados tras la sangrienta batalla. A pesar de sus instrucciones, Kubrick no conseguía la impresión de matanza desordenada ni el campo de batalla ofrecía la composición buscada. Así es que, tras una jornada entera de preparación, en la que fue situando sobre el terreno todos los puntos donde debían aparecer cadáveres, dio a cada uno de los más de trescientos extras un cartel con un número y fue llamándoles uno a uno para decirles en qué postura debían aparecer.
A su regreso a Estados Unidos, Kubrick se vio obligado a filmar otras tomas suplementarias, con lo que Espartaco incrementaba de manera alarmante su presupuesto. Kirk Douglas relata, sin aparente resquemor, que “los chistes cundían como reguero de pólvora: los extras liquidaban sus hipotecas. Algunos construían piscinas en sus casas: Espartaco se estaría rodando eternamente”.
Polémica por un guionista proscrito
Con la producción prácticamente terminada (marzo de 1960, tras catorce meses de rodaje), subsistía el problema del guión. Dalton Trumbo, amparado en el seudónimo de “Sam Jackson”, compartía una inexistente autoría con Edward Lewis. Según cuenta Douglas, Lewis rechazó que su nombre figurase en los títulos de crédito y era partidario de que se pusiera punto final a la famosa “caza de brujas”. En este aspecto, Douglas se muestra muy duro en sus memorias con Stanley Kubrick. Llega a afirmar que durante una reunión mantenida por los tres, el director no tuvo el menor recato en ofrecer una solución al problema: “Poned mi nombre”. Según el actor, la actitud de Kubrick le decidió a que el nombre de Dalton Trumbo constase como autor del guión. Otras fuentes señalan que en tal determinación también influyeron las presiones de Olivier y Laughton.
Sea como fuere, lo cierto es que Trumbo, trabajador infatigable, también estaba escribiendo en aquella época el guión de Éxodo (1960), según la novela de Leon Uris. Y su director, Otto Preminger -experto en golpes de efecto y en mantener pulsos con la censura- también proclamó que Dalton Trumbo era el autor del guión. Cuando este anuncio se hizo público, los ejecutivos de la Universal comprendieron que negando a Trumbo los créditos en Espartaco perdían una excelente baza publicitaria. Y ahí se acabó para siempre su vida oculta entre seudónimos.
Aunque su autoría sobre Espartaco resulta un tanto difusa y siempre ha sido cuestionada, Douglas parece condenar las aportaciones creativas de Kubrick, al tiempo que entroniza la figura del guionista. “Visionamos el primer borrador del montaje de Kubrick y no fue bien acogido. Dalton escribió una crítica palabra por palabra. Era una evaluación detallada del director, de los cambios en el diálogo, las escenas y la interpretación. Tenía más de 80 páginas, mecanografiadas por él. Es el análisis más lúcido que he leído en mi vida sobre el arte cinematográfico. Después de leerlo, Kubrick debió de ruborizarse por su descaro al sugerir que podía figurar como autor del guión. Se vio obligado a reestructurar muchas cosas, entre otras, rodar algunas tomas”.


Ése fue el punto final de una amistad que había comenzado dos años antes. Las discrepancias de Kubrick con Douglas llegaron a tal punto que el director se prometió a sí mismo no volver a ponerse a la cabeza de un rodaje en el que no controlase todas las facetas del mismo. Y así, a pesar de que Espartaco fue un éxito más que notable, que supuso su consagración definitiva como director, éste nunca se mostró satisfecho con el filme. En una ocasión llegó a afirmar que lo consideraba más bien un fracaso personal, ya que las presiones a las que se vio sometido, propias de cualquier superproducción, le impidieron hacer una obra verdaderamente personal.
Lo que sí funcionó perfectamente fue la taquilla. Espartaco se estrenó el 19 de octubre de 1960, y con un coste de doce millones de dólares (el presupuesto de una producción de tipo medio ascendía entonces a dos millones) recaudó catorce en su primera exhibición norteamericana. En consecuencia, todo el mundo en Bryna y en la Universal quedó contento con los resultados.
Otra cosa fueron los premios. Tras haber concedido once estatuillas a Ben-Hur el año anterior, la Academia de Hollywood se mostró remisa a prodigarse en los galardones. Espartaco obtuvo los Oscar correspondientes al mejor actor secundario (Peter Ustinov, que así se sacaba la espina de Quo vadis, donde se quedó en simple nominación), mejor escenografía en color (Alexander Golitzen y Eric Orbom), mejor fotografía en color (Russell Metty) y mejor vestuario en color (J. Arlington Valles y Bill Thomas). Obtuvo asimismo nominaciones por el montaje (Robert Lawrence) y por la espléndida partitura de Alex North. Porque, aun concebida como un gran espectáculo, la cinta fue en muchos aspectos una gran película.
Espartaco (1960), de Stanley Kubrick (parte 1)
Espartaco (1960), de Stanley Kubrick (parte 2)
Espartaco (1960), de Stanley Kubrick (parte 3)
Espartaco (1960), de Stanley Kubrick (parte 4)
Espartaco (1960), de Stanley Kubrick (parte 5)
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