Eva al desnudo (1950), Joseph L. Mankiewicz (parte 5): Banda Sonora y lanzamiento
· Zanuck había escogido una sala deliberadamente relacionada con el ambiente teatral, y esperaba que la cinta recibiría el apoyo de todo el mundillo de Broadway.
Ultimado ya el montaje definitivo, la película entró en la fase de sonorización y composición musical. Para esta segunda tarea fue contratado Alfred Newman, Jefe del Departamento Musical de la Fox, que había ganado ya 4 Oscar y todavía ganaría otros 5 más (tiene además el récord de nominaciones en toda la historia: ¡nada menos que 43, entre canciones y bandas sonoras!). En poco tiempo, Newman vislumbró cómo podía musicalizarse el leit motiv de casi todos los personajes, dando a cada uno su tono y definiendo su personalidad a través de una estructura melódica. Sin embargo, la doble faceta de Eva -apariencia inocente e intenciones ladinas- derivaba siempre en sus tanteos hacia una doble melodía que daba al traste con la unidad del personaje. Y no se trataba de cualquier personaje: se trataba del principal, del verdadero centro de la película.
Buscando la inspiración musical
Se encontraba ya al borde de la desesperación, pues faltaban pocos días para la entrega de la partitura, cuando una noche las piezas encajaron. El tema que inicialmente había pensado para ella se mezcló en el aire de su jardín con las notas de una balada procedente del exterior, y el compositor descubrió en esa fusión la estructura musical que necesitaba. Recreó un tono ambiguo y misterioso fruto de las dos melodías, y toda la banda sonora adquirió entonces cohesión y armonía.
En los días siguientes, Newman se encerró con la orquesta de la Fox en el estudio nº 1 y grabó los 33 fragmentos musicales de la película que componen los cuarenta y ocho minutos de su banda sonora. La obertura que escuchamos durante la secuencia inicial es una pieza clásica -muy utilizada en Broadway- que da el tono majestuoso y protocolario de una ceremonia de gala; con ella entramos musicalmente en el tema del filme (el mundo del teatro) y entramos también en las vidas de todos los personajes reunidos en la entrega del premio a Eva Harrington. Una entrada musical sumamente eficaz, aunque deliberadamente artificiosa. Por eso, a partir de ahí casi toda la música tiene un origen diegético y está justificada en la propia escena: es la que interpreta un pianista durante la fiesta de Margo, la que toca en off un grupo del Stork Club, la que surge del radiocasete del coche de Lloyd durante la nevada, etc. Dos famosas composiciones (Liebestraum, de Liszt, y Beau soir, de Debussy) fueron también grabadas en aquellas maratonianas sesiones sobre el fondo de las secuencias ya montadas.
Una vez acabada la posproducción, se fijó la fecha y el lugar del estreno: el 13 de octubre de 1950 en el Roxy Theater de Nueva York. Zanuck había escogido una sala deliberadamente relacionada con el ambiente teatral, y esperaba que la cinta recibiría el apoyo de todo el mundillo de Broadway. Pero a pesar de esto, y de que los pases previos auguraban una buena aceptación en todo tipo de públicos, el Jefe de los Estudios andaba muy nervioso en los últimos días. Finalmente tuvo lugar el estreno, que fue un éxito de público y muy especialmente de crítica, pues las reseñas alabaron ampliamente el ingenio de la trama y la sutileza de todas las interpretaciones. En los meses siguientes la cinta recibió premios y galardones tanto dentro como fuera de los Estados Unidos.
La noche de los Oscar
Cuando se hicieron públicas las nominaciones a los Oscar de la Academia, Eva al desnudo estableció un récord que ninguna otra cinta ha logrado superar, y que tan solo Titanic, en 1997, ha podido igualar: catorce nominaciones, incluidas las tres grandes categorías (película, director y guión adaptado), todas las que configuran el ambiente del filme (fotografía, sonido, decorados, vestuario, montaje y banda sonora) y nada menos que cinco en el campo de la interpretación: para Anne Baxter y Bette Davis como mejor actriz principal (hecho insólito en la historia de los Oscar), para Thelma Ritter y Celeste Holm como mejor actriz secundaria, y para George Sanders en la categoría de mejor actor de reparto. Cuando el 20 de marzo de 1951 se dieron a conocer los ganadores, Eva al desnudo se alzó con seis estatuillas (película, director, guión adaptado, sonido, montaje y actor secundario), y convirtió a Mankiewicz en el único director galardonado por la Academia en dos años consecutivos: en 1950 por Carta a tres esposas, y en 1951 por Eva al desnudo. En ambas, además, alcanzó la doble nominación tan codiciada: mejor director y mejor guionista por una misma película. Por aquel entonces, Joseph Leo Mankiewicz tenía sólo 41 años.
Convertida para siempre en un mito cinematográfico y en una de las películas favoritas de todos los tiempos, Eva al desnudo fue adaptada como musical de Broadway en 1970. Para esa versión teatral, titulada Applause, ofrecieron el papel de Margo a Anne Baxter, famosa desde hacía años por su creación cinematográfica de Eva, y la entonces veterana actriz rehusó esa oportunidad única de dar vida al personaje oponente de su Eva Harrington. Aunque ese papel fue a parar a Lauren Bacall, un año después del estreno Baxter reconsideró la oferta y aceptó finalmente llevarlo a escena. Y si en 1950 su creación de la joven aspirante a actriz había sido modélica, dos décadas más tarde su interpretación teatral de la actriz consagrada resultó igualmente inmejorable. Con ello se cerraba el ciclo que esta película había supuesto para ella.
En aquella misma época surgió también el premio «Sarah Siddons», que había sido una invención de Mankiewicz pero que fue creado a raíz de la película por la «Sarah Siddons Society», afincada en Chicago, para galardonar la interpretación teatral femenina más destacada del año. La primera actriz en obtenerlo fue Helen Hayes, para después recaer también en Deborah Kerr y Geraldine Page. Y con el paso del tiempo, también Celeste Holm y Bette Davis alcanzarían ese premio, haciendo posible su victoria sobre el personaje de Eva Harrington al ganar -en la vida real- su mismo galardón.
A pesar del tiempo, el público sigue viviendo en su imaginación esta historia del mundillo teatral, que aparece movido por el deseo del éxito y por hilos muy frágiles en torno al amor, los celos y la venganza. Pero más que en los espectadores, siguió viviendo en la memoria de Joseph Leo Mankiewicz, que hubiera deseado encarnarla. Como dijo en cierta ocasión: «Disfruté haciendo Eva al desnudo, donde intenté mostrar el brillo y la miseria que se encierra en las vidas de esa maravillosa gente que se ama y se odia detrás de los decorados. A mí, personalmente, me hubiera gustado pertenecer a esa fauna única».
Eva al desnudo (1950), de Joseph L. Mankiewicz (parte 1)
Eva al desnudo (1950), de Joseph L Mankiewicz (parte 2)
Eva al desnudo (1950), de Joseph L Mankiewicz (parte 3)
Eva al desnudo (1950), de Joseph L Mankiewicz (parte 4)
Suscríbete a la revista FilaSiete