Laura (1944), de Otto Preminger (parte 1): Orígenes de la historia
Laura es una cinta redonda y en muchos aspectos irrepetible gracias a su estructura narrativa, sus personajes perfilados y sus grandes diálogos.
Laura es una película redonda, en muchos aspectos única e irrepetible. Su sólida estructura narrativa, sus personajes tan bien perfilados, sus brillantes diálogos y un final sorprendente están conducidos por la dirección de un Preminger lúcido, seguro, preciso, con absoluto control sobre la trama. Hoy todos los críticos la consideran una obra maestra del cine negro, tal vez una de las creaciones con más profundidad psicológica dentro de este género. Y, sin embargo, se basó en una novela que en sus primeros tanteos ningún productor quiso llevar a la pantalla.
Publicada con gran éxito en forma de serial, vio la luz como libro a principios de 1943 en la editorial Mifflin. Una copia de las galeradas fue enviada a los principales estudios de Hollywood, y los analistas de historias coincidieron en recomendarla como posible producción cinematográfica. Sin embargo, ningún ejecutivo le concedió la luz verde. Reconocían el atractivo del argumento, pero ¿quién iba a arriesgarse con una escritora que casi nadie conocía?
Una escritora feminista
Vera Caspary, autora del relato, sería con el tiempo una de las novelistas y dramaturgas más relevantes de su generación, y desde luego la que manifestó en sus obras una visión más avanzada del papel de la mujer en la vida social. Sin embargo, a comienzos de los años cuarenta era una escritora de segunda fila, con una trayectoria todavía sin perfilar.
Caspary había nacido en Chicago en 1899. Tras abandonar los estudios de bachillerato a los 17 años, había trabajado como redactora de anuncios en una agencia publicitaria de escasos vuelos. Muy pronto descubrió que su pasión era escribir libros. Y con el aval de algunos relatos aún inéditos, logró colocarse como editora en la prestigiosa revista The Dance Magazine. A partir de entonces pudo ya vivir de la pluma.
Sus primeras novelas evidencian un marcado interés por afrontar cuestiones sociales. Así, The white girl, publicada en 1929, narra los sufrimientos de una mujer de color que, al trasladarse del Sur al Norte del país, decide hacerse pasar por blanca para conseguir trabajo. Su segunda obra, Thicker than water (1930), narra las vicisitudes de una familia judía en los suburbios de Chicago. En 1931, su pieza teatral Blind mice se adapta al cine en una modesta producción titulada Working girls, nuevamente con preocupaciones sociales de fondo. Finalmente, su irrupción en la industria del celuloide llega un año más tarde, cuando su novela The night of june 13th (1932) es adaptada por la Paramount en una cinta que interpretan Clive Brook y Lila Lee. En éstas y en todas las historias que escribe por los años treinta las heroínas de Caspary luchan desesperadamente por conjugar trabajo y vida personal, en una dialéctica que se mueve siempre entre el deseo de independencia y el anhelo de un verdadero romance.
Prehistoria de la novela
A pesar de esta producción literaria, a la altura de 1941 Vera Caspary sigue siendo una escritora poco conocida que trata de abrirse paso en el mundo editorial. Y es en ese momento cuando surge la idea feliz de escribir la historia de Laura.
Inicialmente su proyecto era componer una obra de teatro. Había perfilado en su mente la idea de un detective al que encargan la investigación de una mujer asesinada, de la que se enamora febrilmente a medida que va conociendo más detalles sobre su vida. Sin embargo, Caspary no sabía cómo desarrollar el conflicto y el proyecto estuvo parado cierto tiempo. Un buen día leyó en la prensa un reportaje sobre una mujer joven cuyo rostro quedó completamente irreconocible tras una explosión, y entonces se le encendió una luz. Ahí estaba la solución a su argumento: la heroína no había sido asesinada, sino que otra mujer, a la que todos toman por Laura, muere en su piso por un disparo a quemarropa que le desfigura por completo la cara. Como clímax inesperado, la verdadera Laura aparece repentinamente para enfrentarse con la situación y, sobre todo, con el sorprendido y enamorado detective.
Laura (1944), de Otto Preminger (parte 2)
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