Laura (1944), de Otto Preminger (parte 5): El proceso de casting

El papel del detective iba a ser para John Hodiak, pero finalmente se decantaron por Dana Andrews tras verle actuar en los estudios de la Fox.

Mientras tanto, Preminger inició la selección de actores. Inicialmente pensó asignar el papel protagonista a Jennifer ­Jo­nes, que estaba rodando La canción de Bernadette (1943) para la Fox. Más tarde pensó en Hedy Lamarr, también bajo contrato en el estu­dio. Pero ninguna de las dos parecía estar a gusto con ese persona­je. En esa tesitura, Preminger ofreció el papel de Laura a Gene Tier­ney, que aceptó encantada hasta que leyó el guion. No le gustó en absoluto: «¿Quién desearía nunca interpretar a un cuadro, a una mujer que es solo un retrato? Además, el tratamiento de la histo­ria me parecía muy poco ortodoxo (…). Verdaderamente, solo Otto Preminger tenía una fe absoluta en el proyecto». Por otro la­do, Tierney había oído que Jennifer Jones había declinado ese papel, y no le agradaba en modo alguno ser la sustituta de nadie. Con to­do, finalmente aceptó porque vio en Laura «una vía de esca­­pe de to­das las chicas mestizas que había interpretado hasta el ­mo­mento: una polinesia, una euroasiática, una árabe y una china».

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Personajes masculinos con encanto

Para el papel del detective, Zanuck tenía en mente a John Hodiak. Pero un día el director Lewis Milestone, que había rechazado dirigir la película, le pasó el guion a Dana Andrews mientras iban a un rodaje diciéndole que «ese papel puede convertir a un actor en estrella». Andrews leyó el guion y se propuso inmediatamente conseguir esa oportunidad. Aprovechando una fiesta en casa de Milestone, habló sobre Laura con Preminger, quien le confirmó que John Hodiak encarnaría al detective Mark, pues había dado muy buena imagen en Náufragos (1944), de Hitchcock. Sin desanimarse por ello, Andrews fue a ver a Hedda Hopper, la comentarista cinematográfica más conocida en Hollywood, y la convenció para que escribiera una columna titulada «Andrews para Laura«.

Unos días más tarde, mientras estaba rodando en los estudios de la Fox, Virginia Zanuck -la mujer de Darryl– se acercó al actor y le dijo: «¿Sabes? Nunca había pensado en ti como protagonista, pero hoy, viéndote actuar, he descubierto una faceta nueva en tu personalidad». Hasta entonces Andrews había interpretado a diversos hombres que pierden finalmente a la chica, por eso tuvo que reunir toda su capacidad persuasiva para hacerle ver que sería una gran estrella. «¿Realmente crees que podrías serlo?», preguntó ella. «Por supuesto», sentenció él. Esto fue un sábado, y al lunes siguiente Preminger le llamó a su despacho y le dijo: «Dana, no sé qué demonios ha pasado, pero Zanuck dice ahora que el papel es para ti».

Para el resto de los personajes las decisiones fueron más rápidas. Reginald Gardiner, amigo de Zanuck, fue probado para el papel de Shelby. Más tarde se pensó en Vincent Price. De nuevo Gardiner. Y finalmente se contrató a Price. El papel de la tía de Laura se decidió a la primera: Mamoulian recomendó a Judith Anderson y nadie tuvo nada que decir.

El que sí presentó mayor problema fue el papel de Waldo. Monty Woolley, bajo contrato con la Fox, era la opción más lógica, pues había interpretado el papel de Sheridan Whiteside (personaje inspirado en Alexander Woollcott) en El hombre que vino a cenar, tanto en la versión teatral de Broadway (1939) como en la cinematográfica (1941). Tras su negativa tantearon otros actores hasta dar con Clifton Webb, que estaba representando Blithe Spirit en el Downtown de Los Ángeles. Preminger acudió a verle y quedó fascinado, tanto que le ofreció el papel sobre la marcha. Pero a Zanuck no le gustaba y surgió una trifulca entre los dos que salpicó a Webb. Finalmente Zanuck accedió a hacerle una prueba, pero Webb contestó que si quería verle actuar que fuera al teatro. Para resolver la situación, Preminger hizo al actor una prueba fílmica de algunos diálogos de su personaje teatral. Lo había hecho sin permiso de Zanuck, lo que encolerizó al jefe del estudio, pero aún le disgustó más la propuesta de Preminger de que fuera a la sala de proyección para verla. Con el ambiente echando chispas fueron a la sala y vieron las pruebas. Y Zanuck, que ante todo era un profesional, no tuvo más remedio que aceptar a Webb.

Preminger era consciente de que el proyecto peligraba, e intuyó que la creciente desconfianza de Zanuck en todo este lío radicaba en el hecho de que tantos directores lo hubieran rechazado. Por eso se propuso supervisar muy de cerca toda la producción que estaba a punto de empezar. Tan cerca estuvo que muy pronto empezaron las discrepancias con el director de la cinta.

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 1)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 2)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 3)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 4)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 5)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 7)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 8)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 9)

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