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Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming (parte 2)

Lo que el viento se llevó

Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming (parte 2): La compra de la novela

La historia de Escarlata O’Hara y de la caída del Viejo Sur pasó a ser el primer bestseller de la era moderna, agotándose pronto en las librerías.

Margaret Mitchell escribió en un año lo que no había redactado en nueve, y en abril de 1936 el voluminoso manuscrito (más de mil páginas) estaba ya listo para entrar en imprenta. MacMillan anunció la edición de 10.000 ejemplares para mayo, pero la repentina inclusión de la novela en la selección de “Li­bros para el verano”, que elaboraba el Club del Libro del Mes, motivó que se retrasara la edición hasta el 30 de junio y que aumentase la tirada inicial a 30.000 copias. El retraso tuvo, como contrapartida, la ventaja de poder enviar a los estudios cinematográficos unos ejemplares bien encuadernados, y no simples galeradas, pa­ra que valorasen su posible adaptación a la pantalla.

El 20 de mayo de 1936, el teletipo del productor Da­vid O. Selznick escupió un entusiasta mensaje de su story editor en Nueva York, Kay Brown: “Te acabo de enviar por correo aéreo sinopsis de Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, y ejemplar del libro. Es una historia espléndida, una novela con enormes posibilidades que debemos adquirir sin falta. Tiene unas mil páginas y sólo voy por la mitad. Estoy absolutamente entusiasmada con ella. Te ruego, te insto y te suplico que la leas inmediatamente”. Selznick leyó aquel mensaje, pero atareado como estaba no llegó a leer la novela. Y mientras una redactora de Kay Brown escribía en cuatro días una sinopsis de 57 páginas, su jefa se dedicaba a enviar repetidos mensajes que el productor desoía de forma sistemática.

En otros estudios de Hollywood la historia se repetía, porque además de gustar a los analistas de argumentos, esos ejemplares remitidos por la editorial habían enloquecido a todas las mujeres que trabajaban en la industria.

La agente comercial de la editorial MacMillan, alentada por el entusiasmo de los Estudios de Hollywood -y también por reciente la elección del Club del Libro-, remitió una carta a los estudios en la que anunciaba la venta de los derechos de la novela por valor de 100.000 dólares.

La puja por los derechos

El precio, tratándose de una escritora desconocida, resultaba absolutamente desmedido, y como respuesta empezaron a llegar contraofertas mucho más modestas. La Twentieth Century Fox ofreció 35.000, que fueron rechazados de inmediato para alivio de Miss Brown. Katharine Hepburn, que ya había terminado el libro y soñaba con el papel protagonista, convenció a la R.K.O. para que subiera la oferta a 40.000. Después pujaron la Metro y la Warner, aunque también con cifras moderadas. La Universal, en cambio, ni siquiera lo intentó, pues el jefe del estudio se negaba “a comprar películas grandiosas de época, abocadas sin duda al fracaso más estrepitoso”.

Viendo que el libro podía escapársele de las manos, Kay Brown habló con el otro socio de Selznick Interna­cional, Jock Whitney, que leyó el libro de un tirón y decidió apostar por él. Le escribió una carta a David para decirle: “Si te preocupa el precio, yo puedo pagarlo”. Y Brown, animada por ese apoyo, redactó un nuevo telegrama al productor: “Sólo te pido que cojas la novela y leas del capítulo 21 al 26. Voy a hacer lo imposible para que nadie la compre hasta que te decidas”. Agobiado por tanta insistencia, Selznick leyó las malditas 57 páginas de la sinopsis y se convenció al fin. Auto­rizó a Kay Brown para hacer una oferta firme e innegociable de 50.000 dólares, que esta vez sí fue aceptada.

Pocos días después estalló el bombazo editorial que había profetizado el conocido de Mitchell. Lo que el viento se llevó se distribuyó por todo Estados Unidos a finales de junio de 1936; aún en ese momento el libro era sólo una apuesta de la editorial MacMillan, y las librerías ni se imaginaban lo que tenían entre las manos. La historia de Escarlata O’Hara y de la caída del Viejo Sur salió a la venta el día 30 de junio, y en pocos días pasó a ser el primer bestseller de la era moderna. En julio las librerías no pueden hacer frente a la creciente demanda y hacen nuevos pedidos en cantidades muy elevadas. A mediados de agosto hay dos imprentas trabajando en el libro, en tres turnos de ocho horas, pues los minoristas venden una media de 3.700 ejemplares diarios. A finales de septiembre se han vendido 330.000 ejemplares en todo el mundo.

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