Matrix (1999). Parte 2: Influencias literarias
· La influencia de obras de autores como William Gibson, Philip K. Dick o Jean Baudrillard es notoria en el germen de Matrix.
Si tenemos que hablar de autores, la influencia más directa en esta película es la del escritor William Gibson, auténtico pionero de la literatura ciberpunk. Sus primeros relatos de ciencia ficción aparecieron a finales de los 70, muchos en la revista Omni. Su libro Neuromante (1984) está reconocido como la primera novela ciberpunk. Para muchos es la obra de ciencia ficción más importante de los 80. En ella se muestra un mundo impersonal donde los derechos individuales están constantemente amenazados por grupos de corporaciones que controlan la sociedad. Los héroes del libro, Case y Molly, tienen cuerpos con alteraciones cibernéticas -incluyen elementos mecánicos y electrónicos- y utilizan sus habilidades para operar directamente en el ciberespacio, el mundo que ha nacido como yuxtaposición de la mente humana y la cibernética. Case y Molly identifican y roban archivos informáticos para su jefe, pero al mismo tiempo cuestionan sus acciones. Palabras como “ciberespacio” o “realidad virtual”, incorporadas por Gibson a la literatura de ciencia ficción, contribuyeron enormemente al desarrollo de un vocabulario ciberpunk.
Quizás la aportación más decisiva de Neuromante sea el concepto mismo de “matrix”. El protagonista se conecta varias veces al ciberespacio, a lo que él llama “matriz”. Esa conexión se describe como “una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones… una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información…”. En la película de los Wachowsky sólo unos pocos pueden conectarse a matrix y actuar como operadores, como hackers, ya que la mayor parte de la humanidad nació conectada y carece de autonomía. Pero la saga de Matrix comparte con esta novela la mezcla de tecnología, cibernética y cultura oriental que contribuye a la originalidad del argumento. Además de William Gibson, otros autores parecen haber inspirado en buena medida el esquema de pensamiento de Matrix.
Matrix (1999): Novela y pensamiento ciberpunk
Philip K. Dick es el segundo autor cuyo pensamiento aflora en esta cinta, sobre todo por su exploración constante de las relaciones entre lo real y lo virtual. Muchas de sus novelas responden al esquema narrativo “esta realidad es un sueño, la verdadera está oculta y sólo es accesible para unos pocos”, esquema que responde a la quintaesencia del ciberpunk y que ya había aparecido antes en películas como Desafío total (Paul Verhoeven, 1990), Doce monos (Terry Gilliam, 1995), Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997) o Dark city (Alex Proyas, 1998). En su novela Ubik (1969), considerada por algunos como su obra maestra, Philip K. Dick repite constantemente la pregunta “¿Qué es Ubik?”, y los protagonistas terminan por darse cuenta de que están dentro de una simulación: sólo existe la realidad virtual. Este autor será también responsable de los relatos que han dado vida a las películas más decisivas de la ciencia ficción en los últimos quince años; además de la mítica Blade runner (1982) y de la ya citada Desafío total, son también adaptaciones de relatos de Dick Screamers (1995), Minority report (2002), Impostor (2002), Paycheck (2003) o A scanner darkly (2005). Recientemente, Lee Tamahori ha dirigido la adaptación de su relato The golden man, rebautizado en el cine como Next (2007), con Nicolas Cage y Julianne Moore.
La tercera influencia en la película, sin duda la más importante, es la del sociólogo francés Jean Baudrillard. La película hace mención en varias ocasiones a su obra Simulacres et simulation (1981), que analiza la proliferación de imágenes en la sociedad postmoderna, al crecer de forma acelerada la influencia de las tecnologías de la simulación. En su ensayo Baudrillard describe las consecuencias de haber relegado en nuestra cultura el concepto de representación (siempre de algo real) para entronizar en su defecto el de simulación (con una incierta referencia a la realidad). Para ilustrar esa idea, el autor francés recuerda un cuento de Borges sobre un mapa (es decir, una representación) tan detallado que hay una correspondencia exacta entre él y el territorio. En la era postmoderna, según Baudrillard, el territorio ha dejado de existir, sólo ha quedado el mapa, o lo que es lo mismo, es imposible distinguir los conceptos mismos de mapa y territorio. Esta idea es citada explícitamente en la película, cuando Morfeo tiene su primer encuentro con Neo y le explica la verdad de “matrix”. En el guión original, probablemente cortado por el productor, se incluía una directa referencia al autor francés: “Has vivido dentro de un mundo de sueños, Neo. Como en la visión baudrillardiana, la totalidad de tu vida ha transcurrido dentro del mapa, no del territorio”. Sin la referencia al pensador, la frase quedó en la película como en el libro.
No es ésta la única cita directa de Baudrillard. Otra conocida frase de este autor la oímos también en boca de Morfeo: “Bienvenido al desierto de lo real”, le dice a Neo para significar la pérdida de la realidad en el mundo de la mera simulación. Pero el guiño más importante a su pensamiento se encuentra casi al principio de la cinta, cuando Neo toma de su estantería el libro Simulacra and simulation (en España esta obra de Baudrillard se tradujo como Cultura y simulacro) para esconder el dinero que unos hackers le dan a cambio de unos diskettes. Todo está rodeado de un cierto simbolismo: un libro que no es un libro, sino que simula serlo, es una metáfora de toda la película y de todo el pensamiento de Baudrillard. Porque, además, ese dinero es guardado, significativamente, en el capítulo “Sobre nihilismo”. Toda la filosofía de este autor parece anclarse en esta corriente, pues sus libros hilvanan una paradójica vinculación entre utopía y nihilismo, algo que impregna también buena parte de la película. Así, mientras espera en la casa del Oráculo, el protagonista entabla una conversación con un niño budista, de aspecto tibetano, que le dice abiertamente: “No intentes doblar la cuchara. Eso es imposible. En vez de eso, sólo procura comprender la verdad.- ¿Qué verdad?- Que la cuchara no existe”.
Hay que señalar que este filósofo posmoderno fue requerido por los hermanos Wachowsky para participar en la película como supervisor del guión y asesor en el rodaje, pero se negó porque percibió que la cinta no daba cuenta en absoluto de la complejidad de sus teorías. Este rechazo, tan claramente manifestado, originó en internet una apasionada polémica entre los incondicionales de la ciencia ficción.
Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 1)
Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 2)
Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 3)
Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 4)
Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 5)
Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 6)
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