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Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowski (parte 3)

Matrix (1999)

Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowski (parte 3): Escritura del guión

· La idea de Matrix surgió de un proyecto de cómic, luego transformado en guión de videojuego, que finalmente pasó al formato cine.

Como los propios realizadores han contado más de una vez, la idea de Matrix surgió de un viejo proyecto de cómic, Los adeptos virtuales, luego transformado en guión de videojuego (Mago: la cruzada), que finalmente pasó al ci­ne. Las escenas más célebres de la película, como la de Trini­ty con el agente de policía de fondo, aparecen en el cómic claramente dibujadas. Y algunas frases del libro, como “si ves un agente, corre” o “si ves a un hombre de negro, huye”, adelantan parte del futuro argumento de Matrix.

Un guión con múltiples referencias

Como fuente de inspiración, los Wachowsky recurrieron tam­bién a dos películas japonesas de animación: Ghost in the shell (Mamoru Oshii, 1997) y Akira (Katsuhiro Otomo, 1984). La primera trataba sobre el desarrollo de una conciencia (el fantasma en la cáscara, sería la traducción del título) dentro de un mundo tecnológico, donde lo físico es secundario mientras que la conciencia puede cambiar de “envase”. Muchas de sus escenas de acción inspiraron directamente algunas de las de Matrix. Por su parte, Akira narra una historia épica donde un grupo de niños desarrolla superpoderes mentales hasta poder provocar explosiones nucleares. La escena de Neo con el niño tibetano recuerda a una similar en este filme japonés.


A medida que el guión crecía, los Wachowski fueron incorporando todo tipo de referencias literarias. Por una parte recurrieron a cuentos clásicos donde los protagonistas pasan tam­bién del mundo fantástico al mundo real. Tanto Morfeo co­mo Trinity aluden expresamente a Alicia en el país de las maravillas para intentar que Neo se una a ellos: “Sigue al conejo blanco”, le dice aquél en un extraño mensaje que introduce en su ordenador; “te enseñaré lo grande que es la madriguera de conejos”, dice ella poco después. Y cuando Morfeo se encuentra al fin con Neo, afirma con más claridad aún: “Supon­go que ahora te sentirás un poco como Alicia, cayendo por la madriguera del conejo”. Por otro lado, en la sala de espera de la casa del Oráculo vemos en la televisión unos conejos blancos que son de la película Night of the lepus (1972), una cinta de terror en la que unos conejos comienzan a crecer provocando el pánico en los hombres. Finalmente es el propio Neo quien claramente se identifica con Alicia cuando traspasa con su brazo una especie de espejo, y así pasa del mundo de matrix al mun­do real. En esa misma secuencia, Cifra le dice que va a entrar en el mundo de Oz, aludiendo a otro cuento clásico de trasposición de mundos. Y en fin, Trinity consigue volver a la vida a Neo (otro salto entre realidad y ficción) con un emotivo beso que está directamente sacado de La bella durmiente, só­lo que ahora los papeles se invierten: aquí es la chica quien despierta al príncipe.

Además de cuentos clásicos, el guión fue incorporando también otras referencias literarias de fantaciencia. Así, el número de la habitación de Neo (101) es una referencia a la obra de George Orwell 1984, y no muy halagüeña por cierto. En esa habitación de la fábula orwelliana se torturaba a la gente y se le lavaba el cerebro.

Hijos de su tiempo y de su profesión, los Wachowski incorporaron también a su guión referencias cinematográficas. Por ejemplo, la persecución de los agentes a Trinity por los tejados de la ciudad es una clara alusión a la secuencia inicial de Vértigo, de Alfred Hitchcock. La escena de Neo disparando con la ametralladora desde el helicóptero es a su vez un guiño al film Mentiras arriesgadas, de James Cameron. Y cuan­do poco después Neo y Morfeo cuelgan de un cable del helicóptero mientras escapan a toda velocidad, la escena tiene un gran parecido con otra similar de acción de El último héroe.

Neo, versión new age de Jesús

A otro nivel, la película incluye todo tipo de referencias culturales, muchas de ellas relacionadas con la Biblia: la coprotagonista se llama Trinity (por la Santísima Trinidad); la ciudad de los hombres liberados se llama Sión (por el monte Sión, que también es la Jerusalén celestial); la nave de los rebeldes se llama Nabucodonosor (rey de Babilonia que destruyó Jerusa­lén); y dentro de la nave aparece una referencia al evangelio de San Marcos (“Mark III Nº 11”; si en los Evangelios buscamos Marcos 3,11 nos encontramos lo siguiente: “Y los espíritus inmundos, al verlo, se arrojaban a sus pies y le decían: Tú eres el Hijo de Dios”). Además, el cuarto de Trinity es el 303 (Trinity = 3), y el de Neo es el 101 (Neo = One = 1). Por último, la referencia diabólica de Cypher no está solo en el juego de palabras con su nombre (Lucifer), sino además en que es el único personaje que viste de rojo.

Con todo, es el propio Neo quien acumula más referencias al cristianismo, de forma que algunos han querido ver en él una cierta semejanza con la figura de Jesucristo. Señalado como “el elegido”, cuya venida había sido anunciada (no por los profetas, sino por el Oráculo), Neo tiene por misión salvar a la humanidad. Como a Jesús, también a él le traiciona uno de los suyos. Y después de morir y resucitar, su poder se vuelve casi omnipotente y termina por ascender a los cielos en la última escena. Para advertir de toda esta simbología, casi al principio de la película, un personaje al que Neo ha pirateado un juego le dice: “Eres mi Jesucristo particular”.

Podría parecer que todo esto es un canto a la fe cristiana. Nada más lejos de la realidad. Porque esta religiosidad panteísta, que aúna lo cristiano con lo oriental, que mezcla la espiritualidad con la tecnología, puede tener un gran eco en el público joven y adolescente, pero no deja de ser una más de las propuestas new age. Cada vez más, el cine sugiere nuevas alegorías sobre la salvación. Y cada vez más esta salvación es­tá ligada a la tecnología. Podemos preguntarnos si todas estas historias y alegorías influyen o no en las creencias del público, que las acoge con entusiasmo. Probablemente descubriremos que el espectador adulto no se toma demasiado en serio esas imágenes futuristas de la religión y de la humanidad. Pero estas visiones alegóricas sí pueden hacer mella en la imaginación adolescente y canalizar su tendencia a vivir en otro mundo, porque ponen en marcha un mecanismo decisivo en las películas: un mecanismo con toda la fuerza de la imagen en movimiento, que los psicólogos han definido como “identificación”.

Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 1)

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