¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra (parte 2): Capra reescribe el guión
· ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra | Con un apunte genial, Capra eliminó lo del maletín y todo lo que ello implicaba. El toque maestro de la escena fantástica consistía en que Bailey se implicara en ella de forma activa.
Básicamente, el proyecto de Frank Capra consistía en reservar la trama del cuento para el final y escribir toda la historia anterior de George Bailey (en el relato original se llamaba George Pratt), lo cual confiere más verosimilitud, sentimiento e identificación a toda la secuencia del diálogo final con su ángel. Para ello, comenzó la historia en el Cielo, a donde llegan las plegarias de toda una pequeña ciudad, conmovida por la desesperación de Bailey; alertado por esas plegarias, Dios decide detener el tiempo y envía a su ángel custodio para ayudarle, pero antes invita al personaje angélico a revivir los 30 años anteriores de la vida de su protegido.
¡Qué bello es vivir! de Frank Capra: La importancia de un maletín
Hay también algunos cambios de perspectiva en el guión cinematográfico que añaden dimensión a la historia. En el cuento inicial de Van Doren, el ángel Clarence da un maletín al protagonista, George, para que pueda pasar por un viajante y, de este modo, llegar a su gente, a su propia casa, sin ser reconocido: su viaje a Bedford Falls es realmente la visita a un mundo ajeno, en el que nunca había nacido. De este modo, George vigila a sus padres y a su esposa, y les habla de un modo casi anónimo, sin provocar el fuerte clímax emocional que vemos en el filme.
Capra se dio cuanta que el detalle del maletín convertía la historia en algo excesivamente razonable y frío: le quitaba toda la emoción. En efecto, el relato original solo permitía ver que la ausencia de George afectaba negativamente en la vida de varias personas, y él era mero testigo de esos cambios. Ahí se acababa todo.
Con un apunte de genialidad, Capra decidió eliminar lo del maletín y todo lo que ello implicaba. El toque maestro de la secuencia fantástica -eso lo vio con toda claridad- consistía en que Bailey estuviera implicado en ella de forma activa. No debía ser un observador aislado. Por tanto, escribió esa secuencia haciendo que el protagonista volviera al bar que acababa de dejar justo antes del intento de suicidio: como si él pudiera volver a su vida normal. George no acaba de darse cuenta de que debe comportarse como un testigo mudo en los cambios de la ciudad y de sus habitantes. Su confusión, su incapacidad de acostumbrarse a esa ausencia que antes había deseado, es lo que hace que esas escenas de pesadilla sean tan conmovedoras. La gracia, en definitiva, estribaba en que Clarence no pudiera convencer a George de que ya no existe: tiene que averiguarlo por sí mismo. Y es entonces cuando desea más que nunca vivir: “¡Qué bello es vivir!”, terminará por exclamar al final de la cinta, cuando ya todo haya pasado.
Con el relato ya decididamente perfilado, Capra comenzó la ardua tarea de la búsqueda de actores.
¡Qué bello es vivir! de Frank Capra: Un casting complicado
Nada más comprar los derechos, Frank había decidido que su protagonista no podía ser Cary Grant. Con él había trabajado en su última película (Arsénico por compasión, producida en 1941 y estrenada en 1944), y muy a gusto; pero este actor le parecía demasiado cómico y gracioso para el fondo melodramático de la historia. Pensó entonces en otro recién incorporado a la vida civil: el teniente James Stewart, a quien había dirigido en dos ocasiones (Vive como quieras, 1938; Caballero sin espada, 1939), y que daba, a la vez, el tono cómico y dramático que el filme requería. Stewart aceptó su oferta encantado y preparó su papel a conciencia, deseoso de demostrar que, tras una ausencia de cinco años, estaba más en forma que nunca. ¡Y vaya si lo consiguió!: una actuación memorable, que le valió una nominación -y mereció un Oscar-, y que es considerada por muchos como la mejor de su carrera.
¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra (parte 1)
¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra (parte 2)
¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra (parte 3)
¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra (parte 4)
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