Rain Man (1988), Barry Levinson (parte 3): ¡Hasta cuatro directores…!
· United Artist contactó con Spielberg, que se hizo cargo del proyecto y le infundió savia nueva. Se reunió con Bass, y juntos trabajaron la historia durante sesiones interminables.
Lo cierto es que a estas alturas la producción seguía naufragando en cada escollo. Y nada parecía encarrilar aquel proyecto, que iba dando bandazos sin rumbo fijo, y que empezaba a desbordar el presupuesto inicial con cifras cada vez más alarmantes. Afortunadamente, un experimentado director iba al fin a encaminar la película hacia puerto seguro. Oculto entre bastidores, Barry Levinson había seguido la inestable trayectoria de aquella producción; y, preparado como estaba para dar el salto, supo presentar su oferta en el momento oportuno. Gracias al éxito de su último filme (Good morning, Vietnam, 1987), Levinson fue contratado en el verano de 1988 en calidad de director: el cuarto y definitivo para esa cinta.
Otro de los elementos que propician esa buena relación entre los hermanos fue también anticipado en aquel feliz encuentro de Morrow con el autista Kim: es el referente a la enorme capacidad memorística de Raymond, que Charlie decide aprovechar en los casinos de Las Vegas para recuperar el dinero perdido:
“Todavía estaba hablándome su padre, cuando Kim empezó a decir nombres muy rápidamente. No sabía qué estaba sucediendo, pero de pronto reconocí un nombre que me resultaba familiar; y después otro, y otro. Y entonces caí en la cuenta de que lo que estaba haciendo era recitar por su orden los nombres de las fichas técnicas de mis telefilmes. Luego empezó a hacerlo de nuevo con números, pero los decía tan rápido que no tenían sentido. El padre le pidió a Kim que fuera más despacio, pues yo no lo estaba entendiendo. Cuando los repitió de forma más pausada, comprendí que estaba repitiendo una y otra vez los números de teléfono que yo había tenido en los últimos diez años. Su padre me contó que Kim memorizaba miles de listines de teléfonos como hobby”.
Nuevos directores
Con el nuevo planteamiento de la historia, el guión de Rain man parecía salir tímidamente a flote. Pero justo cuando la historia empezaba a encajar sus piezas, la producción parecía desintegrarse. Tres semanas antes de comenzar el rodaje, Martin Brest anuncia repentinamente que abandona la dirección.
En esa tesitura, United Artist contactó con Steven Spielberg, que se hizo cargo del proyecto y le infundió savia nueva. Se reunió con Ronald Bass, el otro guionista que permanecería con Morrow hasta el final, y juntos trabajaron la historia durante sesiones interminables en las que Spielberg estaba especialmente inspirado:
“Cuando Steven entró en el proyecto -recuerda Bass– decidimos que Charlie, el hermano menor, debíamos desarrollarlo como si fuera una persona autista (…). Consideramos la película como la historia de dos hermanos autistas: uno lo era desde el punto de vista clínico, y el otro, en su relación con el mundo, con su novia, con su padre… con todos. La historia de Rain man pasó así a desarrollar una interesante línea temática: la enorme dificultad que tenemos para construir y valorar las relaciones humanas, y lo necesarias que son a pesar de todo. Nos convencemos de que podemos vivir sin ellas y que incluso somos así más felices… Necesitamos, como Charlie, que alguien cercano a nosotros golpee nuestra conciencia: nos haga sentir lo frágiles que fuimos una vez y nos devuelva por fin a la vida”.
Las ideas de Spielberg eran buenas y sugerentes, y por eso en algunas reseñas de la película se le menciona como uno de los guionistas. Pero cuando estaba en esa época de vena creativa, la Paramount dio la autorización definitiva a otro proyecto que el cineasta tenía en cartera, Indiana Jones y la última cruzada (1989), y tuvo que abandonar el proyecto de Rain man.
Por segunda vez, la película cambiaba de director. Y, por segunda vez, el inminente rodaje debía posponerse. Para colmo de males, Dustin Hoffman acudía en tan delicado momento a la productora United Artist con un guión totalmente cambiado. Fruto de su exhaustiva investigación, Hoffman había descubierto la extraña habilidad de los autistas para conectar afectivamente con otros, y había reescrito la historia dibujando un Raymond Babitt completamente diferente. Como recuerda Bass: “En vez de un personaje necesitado de afecto, Hoffman quería imponernos un personaje inesperadamente comprensivo y atento”.
Mientras la proverbial rebeldía del actor ponía a prueba la paciencia del estudio, un nuevo director entraba en nómina de la película. A propuesta de Hoffman, que había trabajado para él en la renombrada Tootsie (1982), Sydney Pollack fue contratado a comienzos de 1988. Pollack tomó posesión de su silla de director, trajo a sus propios guionistas, hizo que se contratara a su equipo… y se fue. Nadie supo nunca por qué motivo.
Había llegado la hora de Barry Levinson…
Rain Man (1988) // Barry Levinson (parte 1)
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