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1001 películas que hay que ver antes de morir

Probablemente, la gran virtud del libro es que ani­ma a ver buen cine recordando títulos interesan­tes al­go olvidados

Ladrón de bicicletas (1948)

1001 películas que hay que ver antes de morir

Maravillosamente editado y diseñado, con una se­lec­ción representativa y generosa de fotografías, 1001 pe­lí­­­cu­las es un libro de consulta muy comple­to. Cada pe­­lícula tie­ne un comentario breve de pres­tigiosos críti­cos de cine de todo el mundo, una fi­cha técnica que incluye las nominaciones y premios importantes, al­guna anéc­dota del ro­daje o del es­treno y una cita re­la­cio­na­da.

Aunque en los comentarios críticos hay una carencia im­portante de síntesis en la descripción del ar­gu­men­to, la mayoría de reseñas tienen un toque per­sonal y un apunte enriquecedor (algo que no es fá­cil al comentar clásicos tan analizados como El la­drón de bicicletas, Ca­sablanca, El padrino o La gue­rra de las ga­laxias).

Cada una de las películas se contextualiza dentro de la historia del cine, descubriendo influencias y cer­ca­nía estilística entre cineastas. Este tipo de com­pa­ra­cio­nes enriquece el contenido y sirve para mos­trar la uni­versalidad del cine.


Si algo se le puede recriminar al libro es la selección que hace de las películas “necesarias”. Es un debate eter­no entre cuáles deberían estar y cuáles no. Por eso se advierte en el prólogo de Ian Haydn Smith (escritor de otro clásico de las listas cinema­to­gráficas como TCM International Film Guide) que “to­do depende de los gustos personales. Lo cierto es que cada uno de los tí­tulos provocará algún tipo de reacción, buena o ma­la, pero nunca indiferente”.

Efectivamente es fácil reaccionar al ver que se inclu­yen 8 películas de Jean-Luc Godard (las mismas que de John Ford), 7 de Federico Fellini, 5 pelícu­las de Paul Verhoeven, Oliver Stone y Ang Lee (igua­lados con Fritz Lang o Charles Chaplin), 4 de Nicholas Roeg (coincidiendo con Dreyer o Max Ophuls), 3 de Jim Jarmusch y Pedro Almodóvar (al nivel de F.W. Mur­nau, Clint Eastwood, Yasujirô Ozu o Vittorio De Si­ca) y 2 del mismísimo Michael Moore.

John Ford y Maureen O´Hara, en The west of Ireland

Mientras, otros directores como De Mille, Hathaway, Shyamalan, Miyazaki, Wang, Gibson o Arcand so­lo tienen una representación. También hay al­gunos nom­bres importantes olvidados como Berlanga o Ko­ree­da a favor de directores como Joss Whe­don, Roland Emmerich o Guillermo del Toro.

Dentro de la selección de grandes cineastas desconcierta el excesivo número de películas escogidas de Hitch­cock (16), Bergman (10) o Steven Spielberg (9). De este último resulta curioso que entre las seleccionadas estén El color púrpura y Lincoln, de­jando fue­ra El imperio del sol, Indiana Jones y la úl­tima cruzada, Inteligencia Artificial, Minority Report o Munich.

Probablemente, la gran virtud del libro es que ani­ma a ver buen cine recordando títulos interesan­tes al­go olvidados como La amargura del General Yen, de Ca­pra, Desengaño, de Wyler, Make Way for To­morrow, de McCarey, The Battle of San Pietro, de Hus­ton, No­che y niebla, de Resnais, Campos de sue­ños, de Robin­son, o La boda de Muriel, de Hogan.

1001 peliculas que hay que ver antes de morir

Steven Jay Schneider (coord.)
Editorial Grijalbo
Barcelona, 2013
960 páginas. 18,90 €

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