Conversaciones con Woody Allen, de Eric Lax (Editorial Lumen, 2008)
Tiene 80 años y ha dirigido 52 películas. 23 nominaciones a los Oscar y 4 estatuillas (2 por Annie Hall; una por Hannah y sus hermanas y otro por Midnight in Paris). Probablemente sea, junto con Billy Wilder, el director que más ingenio ha derrochado en historias y personajes.
Eric Lax escribió hace años una biografía sobre Woody Allen. De su relación con el director neoyorquino desde los comienzos del cineasta en los años 70 hasta 2008 nace este libro-entrevista de casi 500 páginas. La extensión, el rígido formato pregunta-respuesta y los continuos saltos de una película a otra no favorecen la amenidad del libro. Sin embargo, asumida esta dificultad formal, hay que reconocer que Allen es un personaje al que merece la pena dedicarle tiempo. No sólo por su valía cinematográfica, sino por su carácter sencillo, simpático, desmitificador e ingenioso.
Acostumbrados al ego insoportable de artistas que piensan que ellos y sólo ellos inventaron el cine, la música, el teatro, además de la filosofía y la psicología moderna, se agradece que llegue un tipo que diga: “Pienso que no he aportado nada verdaderamente significativo al cine… Soy un humorista de Brooklyn y Broadway que ha tenido mucha suerte”.
No es simple pose. En este libro sólo se oyen alabanzas de los artistas que han trabajado con él. En muchos casos incluso reconoce que no ha sabido aprovecharlos lo suficientemente (por ejemplo en el caso de Helen Hunt, que participó en la irregular pero divertidísima La maldición del escorpión de Jade). Allen duda de su genialidad, y esa modestia deja ver con más transparencia al personaje. Un personaje ambiguo, creativo, hilarante y neurótico, pero casi siempre lúcido. Es muy interesante ver cómo un personaje con una imagen tan desgarbada y una filmografía tan arriesgada ha podido sobrevivir a Hollywood cumpliendo su costumbre anual de estrenar una película.
Con la lógica irregularidad de sus películas, hay que reconocer que pocos artistas tienen tantas obras maestras en su filmografía: desde Manhattan hasta Match point pasando por La rosa púrpura del Cairo. Y todo ello mezclando sus temas primordiales (muerte, sexo, infidelidad, psicoanálisis) con influencias de cineastas tan distintos como Ingmar Bergman (“culpable” de sus películas más serias como Otra mujer, Interiores o Recuerdos), Billy Wilder (las películas más neoyorquinas de Woody le deben mucho al director de El apartamento) o Bob Hope y los Hermanos Marx (su enloquecido humor tiene mucho eco en comedias como Toma el dinero y corre, Bananas o Granujas de medio pelo).
Sumando todos estos ingredientes es lógico entender la actitud de las estrellas que intervienen en sus películas, actores de prestigio que no dudan en intervenir como secundarios y rebajar sus salarios con tal de trabajar con Allen. Las próximas y recientemente confirmadas serán Josh Brolin, Anthony Hopkins y Naomi Watts.
Eric Lax. Editorial Lumen. Barcelona, 2008. 485 páginas. Precio: 24,90 €