Es una alegría que siga habiendo quijotes como los autores y editores de este libro, El telón rasgado. Magnífico y apasionante resulta el acercamiento que hacen estos investigadores en la cultura audiovisual al mito cervantino y a su recepción y empleo por ilustradores y cineastas que dan figura y representación -en el sentido dramático de ambos términos- al Hombre de la Mancha en el territorio por donde cabalgó la utopía soviética.
Este libro nos descubre raíces que unen al occidente y oriente europeos de una manera mucho más profunda de lo que parece. Para encontrar esas raíces hay que cavar. Y los firmantes lo hacen de una manera ejemplar, proporcionando claves, referencias y bibliografía valiosas e inspiradoras.
Un fragmento de la exposición de motivos, precisa y motivadora -y cabal-, hace ver la alta estima de los autores por el mito, por su vigencia y trascendencia. Un mito con sus lados claro y oscuro. La distancia que va del uso al abuso de un mito, del que solo el necio hace una lectura inocua. Brilla el genio de Cervantes, una central eléctrica que alimenta desde hace siglos países, ciudades, barrios y casas muy diversas.
«El Quijote, además de crear el género de la novela moderna con toda su complejidad narrativa, se ha convertido en uno de los grandes mitos de la conciencia europea, junto con Prometeo, Ulises, Fausto, Don Juan, Carmen o Hamlet; y la difusión y pervivencia de este mito ha contribuido a la configuración de Europa como unidad cultural, tal como hoy la conocemos.
El telón rasgado se ocupa de algunas obras maestras tanto del cine como de la ilustración reciente, que muestran distintas lecturas del mito quijotesco en la Europa soviética y postsoviética. Se trata de un trabajo colectivo de expertos de España, Polonia, Chequia, Rusia y Ucrania, sobre la presencia del Quijote en sus respectivos países; e incluye entrevistas a destacados cineastas como Andrej Wajda o Jiri Menzel, y sobre Andrei Tarkovsky o Sergei Eisenstein.
Un mito poliédrico, en el que cada persona, generación y nación ven reflejadas sus más acuciantes preocupaciones, pero cuya presencia en Rusia es especialmente llamativa, pues constituye un fenómeno social y cultural de primer orden. Como en otros lugares, en Rusia y sus zonas de influencia, la novela de Cervantes era al principio una parodia de los libros de caballería andante, una obra para hacer reír. Los ilustrados vieron en el libro un manifiesto contra el Antiguo Régimen; los románticos hicieron de la locura de Alonso Quijano un héroe a su medida, un hombre libre y valeroso, y un solitario.
En el realismo se hizo de Don Quijote una lectura no menos sentimental, que valoraba especialmente la grandeza de las vidas sin brillo, y daba protagonismo al pueblo en sus impulsos quijotescos. En el siglo XX, ha servido como fundamento de utopías políticas que, de modo quijotesco -tan desinteresada como obligatoriamente- han sido impuestas a naciones enteras; y también ha inspirado la resistencia contra estos proyectos totalitarios. Sobre esta vitalidad polivalente del mito español por excelencia en Rusia y en la antigua Europa del Este, y sus influjos en la propia España, versa este libro».
El telón rasgado. El Quijote como puente cultural con el mundo soviético y postsoviético / Jorge Latorre, Antonio Martínez, Oleksandr Pronkevich (eds.)
EUNSA. Pamplona, 2015. 476 páginas. 25 €.