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Informe sobre cine español en 2002: La crisis que viene

El alquimista impaciente (2002), de Patricia Ferreira

· La crisis que viene es el título elegido para el informe del año 2002, elaborado a partir de una base de datos propia referida a las pro­­ductoras con actividad durante 2002, da­tos oficiales ofrecidos por el Ministerio y un seguimiento personalizado.

«El año 2002 no ha traído los buenos re­­sultados que se esperaban de algunos gran­des títulos y la situación se ha manifestado sin maquillaje, con toda su crudeza». Así es como Atocha Aguinaga, directora de la revista de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, nos introduce en la autorreflexión sobre el estado de nuestro cine que ofrece el nº 33 de Acade­mia.

Joaquín Oristrell (Vicepresidente de la AACCE, director de Inconscientes) y José María Álvarez Monzonci­llo (autor del informe, sociólogo y profesor en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense), acompañaron a Aguina­ga en la presentación del último nº de Aca­de­­mia, que tuvo lugar en la librería madrile­ña Ocho y medio. En él se apuesta por una de­fensa y difusión del cine español sin olvidar taquillazos y éxitos, pero sin caer en autocomplacencias fuera de lugar. Catorce profesionales del mundo del cine recogen la sen­sación de alarma y desasosiego que se res­pira en los últimos tiem­pos, para desarrollar análisis individuales de las causas y consecuencias del problema.


La crisis que viene es el título elegido para el informe del año 2002, elaborado a partir de una base de datos propia referida a las pro­­ductoras con actividad durante 2002, da­tos oficiales ofrecidos por el Ministerio y un seguimiento personalizado. El criterio de inclusión de películas que utiliza el Informe de Academia es que tengan la primera copia den­tro del año del estudio; éste difiere de los datos publicados por el ICAA, que se refiere a las películas calificadas, por lo que los films no coinciden en uno y otro estudio.

Menos de todo

El menor número de rodajes, de inversiones de los canales y de ventas internacionales hace notar la crisis desde hace meses. Du­rante 2002 se hicieron 114 películas en un año de desaceleración económica, repunte in­flacionista, crisis internacional generalizada e inestabilidad en el modelo audiovisual. En el pasado año, la cuota bajó a niveles tradicionales por falta de películas de éxito, ade­más de la significativa pérdida del número de espectadores, que retrocedió de 26,6 mi­llones en 2001 a 15 en 2002. El conjunto de la recaudación se reduce así a un cinco por ciento, con una pérdida de ingresos de cua­renta millones de euros.

Según José Antonio Félez (productor de Tesela), «el cine ha sido un enfermo con bue­­na salud pero ahora está en una situación grave, diría que desesperada». En su informe, Álvarez Monzoncillo se refiere a una enfermedad crónica de nuestro cine que tiene mucho que ver con una talla de mer­cado insuficiente, la atomización de la producción y las dificultades de comercialización nacional e internacional.

El número de copias de lanzamiento ha descendido de 113 a 75; el coste medio de película ha sido de 2,4 millones de euros, más de medio millón por debajo del pre­supuesto medio de 2001; las televisiones han dejado de comprar el material de las distribuidoras independientes por baja audiencia de este cine, reducción de ingresos publicitarios, progresivo endeudamiento e incertidumbre sobre el futuro del mercado digital. Tam­poco hay que olvidar que cada año se es­trenan 520 títulos, 10 estrenos por semana, que reducen las campañas de promoción (Es­pa­ña es el único país de la Unión Europea con este nivel de presión), con una cuota de pan­talla de las películas nor­teamericanas que ronda el 70%.

Distribuidoras: oferta saturante

Una característica de este pasado año fue la «oferta saturante» por parte de las grandes distribuidoras. Consiste en saturar el mercado mediante la puesta en circulación de un gran número de copias de un film (entre 250 y 515 para un parque de 3.488 salas), desestabilizando el mercado y dando lugar a una «economía cinematográfica kleenex» (el filme se olvida rápido fruto de una demanda volátil y efímera). El sector de la exhibición, pe­se a las altas inversiones realizadas en los últimos años, se asienta sobre frágiles pilares a consecuencia de su elevado endeudamiento y su escaso poder de negociación.

La crisis, por tanto, se pospone para 2003 y se hace sentir en el menor número de rodajes, el estrangulamiento de costes, la inferior inversión de los canales y las menores ventas internacionales. Estamos ante una situación muy delicada y difícil, que reclama un cambio en las estructuras cinematográficas en Es­paña y un papel más activo de la Admi­nis­tración, referido a infraestructuras.

Pese a todo este panorama un tanto desolador, los representantes de Academia dejaron claro que existe vocación por todos lados para que la situación se solucione y, como portavoz de muchos cineastas, pretende ser un soporte activo en estas cuestiones. «No só­lo nos queremos dedicar a dar premios y mostrar un mun­do glamouroso», comentó Oris­trell. De paso, aprovechó el acto para anun­ciar que la gala de entrega de los premios Goya el próximo 1 de febrero «será una ceremonia gamberra y divertida, nada derrotista».

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