
La voz en el cine
Michel Chion (1947, Creil, Francia) se sitúa dentro de la nueva corriente de pensadores cinematográficos europeos. Ha dedicado la mayoría de sus ensayos al estudio del sonido en el cine: La voz en el cine; La música en el cine; La audiovisión; El arte de los sonidos fijados. Ahora Cátedra pone a la venta una edición sencilla y manejable, el libro con el que en 1982 abría sus teorías sobre la función del sonido en el cine.
La originalidad con que presenta el estudio lo hace, además de culto, agradable para una lectura rápida e idóneo para la consulta. A través de dos películas (Psicosis, de Hitchcock, y El testamento del Dr. Mabuse, de Lang) examina la voz, no en su función portadora de palabras, sino como elemento de representación cinematográfica. Aborda la voz despojada del cuerpo que la sustenta, de las palabras que transmite sobre la persona que habla y del timbre que la matiza. “¿Qué queda?”, se pregunta Chion: ese extraño objeto con el que pensar la voz. Para ello usa neologismos como Acusmaser, la voz sin cuerpo, Anacusmaser, la alianza imposible entre un cuerpo y una voz, o Acusmadre, derivada del anterior, con el que designa a la madre de Norman Bates en Psicosis.
La transición del mudo al sonoro también ocupa espacio en su estudio. La función del teléfono (verdadera voz sin cuerpo), los silencios locuaces, los gritos, la voz en off, todo entra en el interesante estudio de Michel Chion. La tónica general del ensayo es amena y expositiva, aunque deslavazada en algunos casos, carente de una cierta metafísica que le hubiese conferido más entidad a algunos devaneos filosóficos escasos de sustancia.