Las películas que vio Franco
· Se explica después la afición de Franco por el cine como realizador amateur; comenzó rodando con la popular cámara Pathé Baby, en los años veinte, en las campañas de África.
Hace un par de años, paseando por Barcelona, José María Caparrós me hablaba de un libro en el que llevaba tiempo trabajando, trataba de Franco y el cine, sobre todo del cine que veía en El Pardo. Fui a verlo a su casa un año después. El libro estaba acabado, lo difícil era encontrar editor, pero José María estaba ya muy limitado por el cáncer que se le había reproducido. Mantuvimos el contacto por e-mail. La última carta fue suya, despidiéndose (falleció el 18 de marzo de 2018). Poco después de su muerte tuve la alegría de ver que había conseguido publicarlo.
El origen de este libro, según explica el último capítulo, fue el descubrimiento en el Archivo General del Patrimonio Nacional, de los programas originales de las sesiones oficiales cinematográficas en la residencia del jefe del estado, más de 2.000. Poco a poco se van estudiando las fechas de las proyecciones, las programaciones, los invitados y un largo etcétera que incluyen los documentales, los noticiarios NO-DO, el apoyo del Estado a la cinematografía y la afición del propio general al cine, tanto como espectador, como realizador amateur y como actor.
El libro comienza con un estudio de Emeterio Díez Puertas, “Cuatro dictadores frente al cine”, que habla de la afición y cuidado especial que tuvieron al cine Mussolini, Hitler, Stalin y Franco, que recuerda la importancia que desde el inicio del siglo XX los políticos han acordado al cine como instrumento de propaganda.
Se explica después la afición de Franco por el cine como realizador amateur; comenzó rodando con la popular cámara Pathé Baby, en los años veinte, en las campañas de África; también participó como figurante en la película La malcasada (1926). Mención especial merecen la película Raza, de la que él habría sido guionista, y su participación habitual en los famosos NO-DO.
El grueso del trabajo, y lo más interesante, trata de las dos mil treinta y siete proyecciones de películas en El Pardo, incluidas sesiones infantiles, que las hubo, sobre todo para los nietos del dictador. El autor presenta la lista completa, y aventura -aunque sus conclusiones son rigurosamente personales- qué autores y géneros fueron favorecidos por Franco. La documentación aportada es muy valiosa, y a ella hay que añadir el interesante testimonio de Juan Cobos Arévalo, Jaime Moreno Monjas y Jorge Palacio Aldea, que fueron testigos directos de aquellas sesiones.
Este trabajo es más un punto de partida que de llegada. Muestra el interés que el general Franco tenía por el cine y la utilización del NO-DO para crear o mantener su imagen; pero deja mucho campo a la especulación y plantea muchas preguntas que estudios ulteriores deberán encargarse de responder.
Las películas que vio Franco (y que no todos pudieron disfrutar)
José María Caparrós Lera, Magí Crusells. Cátedra. Madrid (2018)
308 páginas. 20 €