Mi vida artística | Pepe Isbert nació en 1886 y falleció en 1966. Al final de su vida, muy enfermo, redactó unas memorias que son un formidable repaso a los dos primeros tercios del siglo XX. Declaró que pensaba escribir de cine pero que no podía ignorar que más de la mitad de su vida se las pasó en las tablas del escenario. En efecto, Pepe Isbert es un icono del cine español casi desde sus comienzos, sobre todo de su primera madurez; pero también es un icono del teatro español del siglo XX. Durante medio siglo trabajó con los mejores actores y actrices, y con los mejores dramaturgos. Tuvo amistad personal con Jacinto Benavente, Miguel Mihura, Pedro Muñoz Seca, Benito Pérez Galdós y tantos otros autores.
Testigo de excepción, sus memorias constituyen un delicioso anecdotario lleno de ternura y humor, cargados de detalles únicos que harán las delicias del aficionado al cine, al teatro, a la historia… a la buena prosa. Destacan estas memorias por su bonhomía y dejan claro, sin que él se lo propusiera, que era un hombre bueno que amaba a su familia, a su país, a la Virgen María (en particular a la Virgen del Pilar), a Jesucristo y a su profesión. “Si volviera a nacer cien veces”, escribe, “cien veces sería actor”.
Pepe Isbert subió a las tablas muy joven, para ganar algo de dinero y así ayudar a su familia que pasaba estrecheces. Con relativa rapidez consolidó su posición destacando en papeles de personajes cómicos pero no ridículos, con una humanidad y una franqueza que le valieron el aprecio del público. Recuerda que actuó ante las cámaras por primera vez en 1912, interpretando el asesinato de Canalejas, cortometraje que fue prohibido en España. Entre esa película y Lo que cuesta vivir… (estrenada en 1967) hay más de un centenar de títulos entre los que se encuentran muchos clásicos del cine español: Bienvenido Mr. Marshall, La gran familia, El verdugo, Los jueves, milagro, y otras muchas menos conocidas pero no menos valiosas.
Pepe Isbert fue un hombre de su tiempo. Algunos comentarios suyos, pocos en realidad, resultan superfluos. Hoy en día se le reprocharía haberse alegrado de la victoria de Franco en la guerra civil. Él se consideraba apolítico -un actor en la carretera no tenía tiempo para la política, apunta en el libro-; se daba por satisfecho con cualquier régimen que aportara orden, trabajo y respetara su religión.
Las memorias de Pepe Ysbert, con y griega, fueron publicadas en 1969 por la editorial Bruguera. Muchos años después volvieron a ser publicadas y su hija María Isbert escribió un prólogo. La nueva reedición, realizada por la Filmoteca de Albacete, cuenta con un segundo prólogo, de Javier Cámara, quien pone en la práctica uno de los dichos de Pepe: “en esta profesión no hay envidias, los más entusiastas admiradores de nuestro trabajo son nuestros colegas”.
Mi vida artística. Memorias. Su teatro, su cine, su época
Pepe Isbert
Prólogos de María Isbert y Javier Cámara
Nausícaä. Murcia (2009)
310 páginas. 18,50 €