Alicia al país de Burton, con salida por la estación Colleen Atwood
Tras casi 40 años de trabajo en el cine, la diseñadora de vestuario Colleen Atwood es una de las grandes. Cuatro veces ganadora del Oscar (la última en 2017 por Animales fantásticos y dónde encontrarlos), al que ha aspirado en doce ocasiones, sigue trabajando sin dormirse en los laureles.
Esta norteamericana de 71 años nacida en Washington ha hecho un poco de todo. Se ha movido desde el Japón de Memorias de una geisha hasta el Londres de Sweeney Todd, pasando por el futuro distópico de Gattaca y el Oeste americano de Wyatt Earp.
Colleen Atwood hace trabajos muy interesantes incluso en películas deleznables como Sombras tenebrosas, de Tim Burton, un director que cuenta con Atwood de forma habitual desde hace muchos años. El último trabajo con el realizador californiano, precisamente, ha sido en su última cinta, Dumbo.
Con Alicia en el País de las Maravillas, la diseñadora ganó 7 importantes premios. A pesar del bajón cinematográfico del gótico director en los últimos años, Atwood no solo está a la altura en cada una de las películas de Burton en las que ha trabajado, sino que su trabajo es con frecuencia lo mejor de la cinta.
Si Alicia se cae por un agujero y se adentra en el maravilloso país, el espectador le acompaña sin dificultad en buena medida gracias a la magia textil que crea Colleen Atwood. La primera aparición de la pequeña Alicia en la pantalla es con un camisón inmaculado hasta los pies, la inocencia de la niña queda patente gracias a ese color y esas formas, en las que solo se ve la cabeza de la pequeña protagonista.
Los trajes de Alicia van pautando los cambios en la personalidad del personaje, que se afianza y crece. De niña a mujer, de la fiesta de pedida de la niña tímida a la joven que se come el mundo.
Con un cierto parecido visual a la transformación de la florista Eliza Doolittle, que ingresa en la alta sociedad en las carreras de Ascot que Cecil Beaton ideó para My fair lady, el cambio de Alicia se produce de manera similar. En la fiesta de pedida de la protagonista cada elemento parece estar medido dando lugar a un conjunto azul, de inocencia clínica blanca y de peinados victorianos sin pelos independizados. Un vestido azul pálido con encajes, con un cuello barco y unas mangas farolillos de bebé cubriendo los hombros es la carta de presentación en sociedad del personaje que encarna la magnética Mia Wasikowska. En los bajos de la falda, unos conejos bordados.
La joven protagonista persigue al conejo y deja atrás las flores blancas de un perfecto y cuidado jardín para encontrarse con unas salvajes flores azules, transición perfecta para dar paso a la nueva Alicia de hombros descubiertos y con melena suelta. Para esta primera presentación del personaje, la diseñadora se inspiró directamente en las ilustraciones de los dibujantes ingleses Arthur Rackham y John Tenniel, ilustradores de cuentos de los hermanos Grimm y de Carroll.
Transformación indumentaria
A diferencia de versiones cinematográficas precedentes, Atwood no encoge o ensancha prendas dependiendo del crecimiento de Alicia, transforma su indumentaria. Así como el Sombrerero, con ayuda de unas tijeras y un lazo, crea un palabra de honor perfecto para la reducida Alicia, la Reina Roja le da su propio toque al vestuario de la protagonista, al igual que la Reina Blanca, que le proporciona una preciosa levita que hace conjunto con unos pantalones, propios de una joven más madura y segura de sí misma.
El atuendo de Johnny Depp nace de una idea audaz que se construye sobre una pequeña investigación histórica. En 1860 los sombreros de fieltro se trabajaban con mercurio, un material altamente tóxico. Los sombreros sufrían daños en el cabello y debajo de éste. De ahí el encrespado y anaranjado tono artificial del pelo del artesano. Colleen Atwood complementa con maestría el efecto con un abrigo que cambia de color con el estado de ánimo del personaje de Depp. Todo ceñido con una banda hecha con carretes de hilos, tijeras, alfileteros y dedales, fajines y lazos de colores vivos y llamativos que contribuyen al exotismo de una indumentaria disparatada. La levita marrón, envejecida y usada, se consiguió gracias a un proceso de quemado por capas que la propia diseñadora tuvo que investigar para lograr el efecto deseado.
La Reina Roja sufre una deformación de su cabeza, haciéndola gigante. Para la “transición” que sufre del cuerpo a la cabeza se utilizó una gola de organza de seda, lo que hizo que el cuello pareciera más grande. Burton y Atwood trabajaron juntos para lograr ese efecto antinatural, que define un personaje despótico e impredecible, con cintura de avispa. Los colores de la bandera francesa definen un reino cruel.
Para la creación de su hermana, la Reina Blanca, Atwood lo tuvo claro: “la Reina Blanca es la versión Beverly Hills de la Reina Roja”. Las dos reinas tienen en común las capas superpuestas de telas, sin embargo en el personaje que encarna Anne Hathaway, la presencia de pequeños copos de nieve serigrafiados la hacen refulgir, con destellos constantes.
El crecimiento de esta diseñadora se muestra en cada uno de sus trabajos. Son muchos mundos y muchos personajes los que ha tenido que crear a través de sus trajes, y su experiencia le ayuda a no estancarse. Alicia en el País de las Maravillas es un claro ejemplo de ello, en la que el vestuario es uno de los elementos que más destaca del filme, ayudando a la narración y fortaleciendo la historia.
Colleen Atwood vuelve a trabajar con Burton y el mutuo conocimiento da lugar a un estilismo que, siendo netamente burtoniano, reserva al espectador más de una sorpresa. Algo muy coherente con una película en la que lo que sale de la chistera tiene que despertar la admiración del espectador.
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