El cine que inspiró a Alexander McQueen
El cine que inspiró a Alexander McQueen: Hitchcock, Kubrick, Wenders, Gallo, Pollack. No es de extrañar que el cine menos comercial dejase huella en este amante bifronte de la alta costura y la moda callejera.
La imaginación volcánica y la creatividad fulgurante de Lee Alexander McQueen, el hijo pequeño de un taxista de Londres y de una profesora de Ciencias Sociales, hoy es ya una leyenda. Aunque no llegó a trabajar como figurinista en ninguna película, la influencia de su potente imaginario, cuando han pasado quince años desde que su desaparición dejó devastado el mundo de la moda, es cada vez más visible en el cine. Una anécdota más que significativa de este influjo es el caso del traje de novia que Jany Tamine, la diseñadora del vestuario de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010), creó para el personaje de Fleur Delacour. Inspirado en uno de los modelos de la colección Otoño/Invierno 2008, el parecido es tan bochornoso que el hecho fue denunciado como flagrante plagio en la prensa especializada.
En cuanto a los nutrientes que la sobrealimentada mente de McQueen extrajo del cine -cobrándose así por anticipado una deuda que con el paso de los años no deja de acrecentarse-, hay que admitir que no siempre es fácil detectar las películas de las que provienen ya que la inventiva y el eclecticismo de este protéico diseñador los transforma, hasta tal punto que los vuelve irreconocibles. Por fortuna, aparte de las notas con las que solía acompañar sus teatrales desfiles, él mismo reconoció abiertamente que todas sus creaciones estaban impregnadas del sabor de la música londinense y de sus underground films favoritos, en especial las road movies. No es de extrañar que el cine menos comercial dejase huella en este amante bifronte de la alta costura y la moda callejera, pero sin las pistas que él mismo facilitó difícilmente hubiéramos sabido que entre sus preferidas estaban la inclasificable opera prima de Vincent Gallo, Buffalo’66 (1998), con su fascinante y deslavazada estética retro, y esa otra joya del cine independiente que es Paris, Texas, que Wim Wenders rodó en 1984.