Grace Kelly atrapa a un ladrón
· Grace Kelly atrapa a un ladrón. Hitchcock daba una gran importancia al papel dramático del vestuario. En Edith Head encontró a su cómplice perfecta para vestir a sus rubias.
Pocas veces se han unido perfección, buen gusto y amistad en una sola película de forma tan explosiva. Hitchcock crea una mágica trama y añade ingredientes exquisitos: la presencia y la belleza de Grace Kelly, el encanto y la elegancia innata de Cary Grant y la maestría de la diseñadora de vestuario, Edith Head.
Hitch y su rubia favorita ya habían trabajado juntos en Crimen perfecto (1954) y en La ventana indiscreta (1954), siendo Atrapa a un ladrón (1955) el último trabajo que realizarían juntos antes de que Grace Kelly se convirtiese en Princesa de Mónaco.
Las protagonistas del cine del director inglés parecen tener algo que esconder, haciéndolas así más interesantes. Grace Kelly cumplía a la perfección todos los requisitos de Hitch, siendo su musa por excelencia. La actriz norteamericana representaba la inocencia y la elegante sensualidad, frente a la flagrante sexualidad de Marilyn Monroe. La elegancia en pantalla era una de las claves del cine de la época. Hitch daba una gran importancia al papel dramático del vestuario. En Edith Head encontró a su cómplice perfecta para vestir a sus rubias.
Grace Kelly y Edith Head ya habían trabajado juntas en otras ocasiones como en Los puentes de Tokio-Ri o La angustia de vivir (ambas de 1954). Se convirtieron en muy buenas amigas. Head contaba que Kelly era una delicia en el trabajo. Tenía muy buena educación y juntas podían hablar de cualquier cosa. Compartían el gusto por el arte, la música y la literatura. Incluso contaba que la actriz disfrutaba con los museos y se emocionaba con la música clásica.
Cuando le asignaron el vestuario de Atrapa a un ladrón, Head se mostró encantada. Una película divertida, de un gran director, con dos grandes estrellas y una localización fantástica, la Costa Azul.
La historia se desarrolla en un ambiente de clase social alta. Gente con mucho dinero y muy buen gusto. Kelly interpreta a una de las mujeres más ricas de América y viste las prendas y joyas más fabulosas del momento. Su madre, interpretada por Jessie Royce Landis, se muestra igual de elegante con ostentosos atuendos y complementos.
Según Head, la película era el sueño de todo diseñador de vestuario; incluso los extras fueron meticulosamente vestidos. Sin embargo, Atrapa a un ladrón no fue para ella una tarea difícil. Tenía un gran presupuesto y gente idónea a la que vestir.
En la película hubo prendas que debían ser diseñadas en torno a una joya, por exigencias de la trama. Aquí es donde Head encontró más problemas. En los primeros planos de collares, el vestido representaba un marco para la joya. En el caso de los vestidos sin tirantes en el encuadre, se debía mostrar la suficiente tela para que el espectador supiese que la mujer iba vestida. El problema era cómo combinar este encuadre para los primeros planos, con trajes de líneas simples que no restaran atención a las joyas y que, sin embargo, emanaran una calidad de alta costura. Estaban rodando en uno de los puntos neurálgicos de la moda, un lugar en el que se crea estilo, y así debían lucir sus personajes. Hitchcock era muy específico con este tipo de detalles.
Fuera de la pantalla Grace Kelly no era de las actrices mejor vestidas de Hollywood, pero era muy exigente con su apariencia. Los guantes blancos y los pañuelos eran accesorios de los que nunca prescindía.
Actriz y diseñadora pasaban largos días de compras en París ultimando detalles del vestuario de la película. Kelly sabía que en Hermès encontraría los mejores guantes del mundo. Cuando entraron en la tienda, la propia Head describió la situación como de “dos niñas en una tienda de helados”. Kelly incluso llegó a pedir prestado dinero a Head para pagar los numerosos caprichos de los que se había quedado prendada.
Cuando Paramount empezó la producción de Atrapa a un ladrón, Kelly estaba bajo contrato con la Metro. Esta situación requirió un gran esfuerzo persuasivo tanto por su parte como por la de Hitch y Grant, para convencer a MGM de la cesión de la actriz para el papel.
Curiosamente sería en la localización del rodaje de la película donde la actriz conocería a su futuro marido, el Príncipe Rainiero de Mónaco.
A pesar de ser uno de los trabajos menos destacados de Hitch, Atrapa a un ladrón supone una sofisticada puesta en escena. La película desprende la esencia del gran trabajo en equipo y del clima distendido y amistoso de la producción. Encaja a la perfección con la idea que el propio Alfred Hitchcock describió en una de las más conocidas de sus sentencias: “Algunas películas son trozos de vida. Las mías, trozos de pastel”.
Alix Guereca
Suscríbete a la revista FilaSiete